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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

'Huntington beach', el mar ajusta cuentas

La novela de Ken Nunn habla de una lugar en que encajar con los religiosos del surf de fondo

Hay libros que huelen a salitre y gasolina. 'Huntington Beach' es uno de ellos. No huele a ese mar de postal que venden los influencers del Pacífico con filtro cálido y sonrisa blanca, sino al mar que se traga a los que no saben nadar ni en el agua ni en la vida. Kem Nunn, que parece haber pasado más tiempo entre olas que en bibliotecas, escribió en 1984 una novela que sigue rompiendo como una ola vieja: con ruido, con fuerza, con un sabor amargo que se pega al paladar.

 

La historia arranca con un chico, Ike Tucker, que llega a Huntington Beach buscando a su hermana. Pero pronto uno se da cuenta de que lo que busca, en realidad, es a sí mismo. Lo que encuentra es un desfile de surfistas bronceados, rubias con sonrisa automática, moteros con más cicatrices que memoria, y un puñado de santos falsos predicando el evangelio del surf mientras trapichean en la sacristía. Nunn los observa con la serenidad de un viejo pescador: sin moralinas, sin castigos divinos, sabiendo que el mar se encarga solo de ajustar cuentas.

 

El surf, en Huntington Beach, no es un deporte ni un decorado: es una religión sin cielo. Sus practicantes esperan la ola perfecta con la devoción de un monje zen y la desesperación de un ludópata. El mar, caprichoso, les concede a veces unos segundos de belleza, un instante en el que todo encaja y la vida parece tener sentido. Luego, como siempre, se lo lleva todo. Esa paciencia para encontrar la belleza -y el vértigo de perderla- atraviesa la novela como una corriente invisible. Una novela que dicen inspiró la película 'Le llaman Bodhy', dirigida por Kathryn Bigelow.

La prosa de Nunn -autor de guiones de series como Deadwood o Hijos de la Anarquía- es elegante sin alardes, seca como un sol californiano de mediodía. Tiene algo de Bukowski si hubiera aprendido a surfear y de Chandler si se hubiera perdido en una playa con resaca moral. No necesita adornos, le basta una frase bien lanzada, como una tabla sobre una ola, para que uno entienda que la redención no siempre está en llegar a la orilla.

 

Hay novelas que se leen, y novelas que se escuchan. Esta suena a The Doors, a motores lejanos, a viento del Pacífico. Y aunque Nunn pinta su California con pinceles de luz sucia y ocaso perpetuo, hay en su mirada una ternura discreta, la que se reserva para los perdidos que aún creen que pueden encontrar algo.

 

Publicada por Libros del Asteroide -ese sello editorial que es una garantía-, 'Huntington Beach' es una de esas obras que no envejecen porque hablan de lo que siempre nos falta: un lugar donde encajar, una ola que aún no hemos cogido, un amor que no tuvimos tiempo de aprender.

 

Al final, uno entiende que Ike no busca a su hermana: busca un pedazo de verdad entre tanto postureo salado. Y en ese sentido, 'Huntington Beach' es, junto a 'Años Salvajes' la novela más honesta que ha dado el surf. Porque en ella, como en el mar, la belleza existe, pero sólo para los que se atreven a esperarla./Javi Muro



Autor: Javier Muro

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