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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

'La virgen negra', una novela de Ilarioja Tuti protagonizada por la comisaria Teresa Battaglia

‘La virgen negra’ es la segunda novela de Ilaria Tuti protagonizada por la comisaria Teresa Battaglia y el inspector Massimo Marini. Es finalista del premio Edgar Allan Poe 2021 y, como la anterior, es una historia muy bien escrita, con una trama sorprendente que me ha gustado mucho y que no voy a esperar hasta el final de la crítica para recomendaros.

 

En esta ocasión, la investigación comienza cuando la comisaria Battaglia recibe una llamada desde una galería de arte: ha sido hallado un retrato de enorme valor atribuido a un pintor de culto, Alessio Andrian, cuya undécima y última obra se creía perdida. El cuadro, sin embargo, posee un detalle que ensombrece el descubrimiento: la pintura roja que dibuja el rostro de una joven es, en realidad, sangre humana y, según el análisis cromático, el pincel del artista se empapó en un corazón que aún latía. Teresa y su equipo tienen que averiguar qué sucedió en 1945, año en que se pintó el cuadro, cuando el autor se encontraba escondido en los bosques cercanos a la frontera entre Italia y Yugoslavia huyendo de los nazis. Battaglia, con una salud cada día más frágil, debe confiar en la ayuda de su colaborador Marini, pero pronto se dará cuenta de que ella no es la única que oculta un secreto inconfesable.

 

‘La virgen negra’, cuyo título original en italiano es ‘Ninfa dormiente’ (como el cuadro que deben investigar en el libro, ‘La ninfa durmiente’), me ha hipnotizado. Ilaria Tuti escribe tan bien que es un placer adentrarse en su prosa, cuidada al máximo, elaborada con detalle. Agradezco este tipo de textos que son, al menos así es como lo siento, un remanso de paz. Si tuviera que adjetivar la forma de escribir de Tuti, diría que es hermosa y placentera. Dentro del maremágnum literario en el que a veces me encuentro, hay nombres que empiezan a ser un faro.

Una historia, con toques sobrenaturales o no, quién sabe, que nos lleva, de nuevo, como ocurrió en el primer libro (‘Flores sobre el infierno’), a una zona en la que la naturaleza, el bosque, vuelve a engullir la diferencia que a priori juzgamos tan clara entre lo que consideramos bien y lo que consideramos mal. Un valle, el de Resia, que es, sin duda, un protagonista trascendental, pues es quien guarda el mayor de los secretos. Una zona que desconocía, muy interesante, y que ya forma parte de mi imaginario de trotamundos librero.

 

Battaglia, ese personaje tan original y bien construido que Tuti ha diseñado, tan cercano y humano al que ahora tenemos aún más cariño, nos lleva por un laberinto agreste de recuerdos y evocaciones. Un camino que recorremos gustosos porque lo que se nos cuenta y cómo se nos cuenta nos envuelve. En realidad, todos los personajes de la novela están creados y montados de una manera envidiable, desde un punto de vista escritor, incluso los secundarios sin importancia o con un papel meramente accesorio. Eso, que es fundamental y no siempre se hace bien, proporciona mucha fuerza a una historia que hechiza.

 

Quizá se pueda juzgar que estoy siendo en exceso elogiosa con Tuti, que estoy usando adjetivos demasiado laudatorios, pero es lo que entiendo que se merecen estas dos novelas de la italiana. Buena literatura, bien contada, bien cuidada, que te sumerge en un universo que, en ocasiones, no sé con exactitud por qué, tal vez sean los árboles, las condiciones atmosféricas que se describen o el tipo de personajes, si bien me inclino a pensar que es por culpa del valle de Resia y sus pobladores, me hace pensar que si esta novela tuviera banda sonora, más allá de la que ponen algunos de los personajes (lo hacen con piezas como ‘El trino del diablo’, una sonata de Giuseppe Tartini), sería de Badalamenti. Si queréis saber si de verdad es así y si a vosotros os pasa lo mismo, deberéis leer la novela que a mí me tuvo muy enganchada durante días. En definitiva, una lectura apasionante./Verónica García Peña, su última novela 'La isla de las musas' ya está en todas las librerías.



Autor: Verónica García Peña

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