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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

'Pietr, el Letón', Simenon presenta a Maigret

Un gigante casi invencible, una mole cuyo choque hay que evitar. Así nos presenta Simenon al comisario Maigret. “No es que se pareciese a los policías popularizados por las caricaturas. No llevaba bigote, ni zapatos de suela recia. Vestía ropa de lana bastante fina, de buen corte. Además, se afeitaba cada mañana y llevaba las manos cuidadas. Pero su constitución era plebeya. Era enorme y huesudo. Unos duros músculos se dibujaban bajo la americana, y no tardaban en deformar sus pantalones más nuevos. Sobre todo tenía una manera de plantarse en un lugar muy suya que resultaba desagradable incluso para muchos de sus colegas”.

 

Maigret tiene 45 años, es comisario de primera clase y cobra 2.000 francos al mes. Como su creador, fuma en pipa y en el frío y lluvioso invierno parisino siempre busca el calor de una estufa. Está casado con una alsaciana cuyo nombre Simenon nos oculta, de momento. Empezó la carrera de Medicina, pero la abandonó. Se alimenta de bocadillos y cervezas, que malcome en su despacho. Detesta el pan de molde. No es un intelectual. Inteligente y astuto, entiende cada caso como un juego, un reto con un contrincante al que intenta siempre comprender sin olvidar que su adversario es un delincuente. Se encoge de hombros cuando no quiere contestar a su interlocutor. Da órdenes a gritos, aunque casi, casi, trabaja solo.

 

Maigret vive y trabaja en el París racista y clasista de entreguerras, donde el barrio judío aún es un gueto y no un destino turístico. “Cada raza tiene su propio olor, que detestan las otras razas”, escribe Simenon en ‘Pietr, el Letón’, la primera de las más de ¿75? novelas y 28 narraciones breves que protagonizó su inmortal detective y en la que nos presenta esta biografía incompleta de su gran personaje. Todo comienza con un telegrama que anuncia la llegada en tren a París de un célebre estafador. Con el tren llega el crimen y el inicio de una investigación que Simenon desarrolla en 19 capítulos breves, que dan a la novela un ritmo veloz y adictivo. Imposible contar más de la trama, preciso contar más de su autor.
Simenon fue para muchos despistados un autor de quiosco y de best seller –escribe Jaume Vallcorba-, hasta que Galimard lo incluyó en La Pléiade. Con ello, lo ponía a la altura de Proust, Racine y Chrétien de Troyes. Me aceptarán que, como lectores, todos nosotros adoptamos una actitud vital distinta según nos disponemos a leer un libro de entretenimiento o un clásico”. Como ha escrito Arcadi Espada, Vallcorba inició la recuperación de las aventuras de Maigret ennobleciéndolas, al incluirlas en un catálogo en el que brillan Chesterton, Kipling, Roth y, sobre todos ellos, Zweig, el gran superventas resucitado por el editor de Acantilado. No es fácil el reto: salvar a Simenon de sí mismo, de sus centenares de hijos de papel, de su notoriedad, de su éxito, de su energía inverosímil. ¿1.000 amantes?, ¿5.000? “Pocas, ponga 10.000”. “Claro: ‘Print the legend’!


¿Cómo logró ser tan prolífico? Gracias a un don disciplinado. Cuenta John Simenon, su segundo hijo y gestor del legado paterno, que su padre escribió sus novelas a golpe de celda. “Se encerraba en su despacho y no dejaba entrar a nadie. Era una regla absoluta. No podíamos hacer ruido. No era un problema, porque por lo general los niños estábamos en la escuela y cuando volvíamos del colegio él ya había acabado, escribía en un horario escolar. La inspiración la buscaba antes de ponerse a escribir. Antes de empezar una novela paseaba, daba grandes paseos durante un periodo que podía durar entre una y tres semanas. Y era en este proceso cuando la novela empezaba a tomar forma. En realidad lo que tomaba forma eran los personajes, el decorado…


Simenon vuelve a las librerías con ropaje de lujo, en busca de una nueva generación de lectores. “El novelista que no paraba nunca de escribir –escribe Muñoz Molina en esta fantástica colección de artículos sobre el escritor francés, inventó un lector simétrico que no para nunca de leer, un adicto feliz al vicio legal, saludable y barato, un intoxicado por la literatura que sin embargo no sufre los efectos debilitadores que ésta a veces puede provocar”. Resucitados de encargo Marlowe y Poirot, la tentación es revivir a Maigret, inventar una nueva aventura fingiendo el estilo del genio belga. La impostura es tan posible como innecesaria. El legado de Simenon es infinito y su velocidad, inalcanzable./Joaquín Armada desde 'Después del Hipopótamo'.


* ‘Pietr, el Letón’. Georges Simenon. Acantilado. Barcelona, 2012. 176 páginas, 17 euros.

 

* Pd.: Además de compartir escenario con Simon Signoret en la adaptación cinematográfica de 'El gato', una de las novelas más celebradas de Simenon, Jean Gabin dio vida a Maigret en tres películas. La primera imagen que ilustra este artículo pertenece a una de ellas. No he podido descubrir quién es el autor del retrato de Simenon en su plenitud, con su pipa perenne. Los Maigret de piel multicolor pertenecen a Julia Brando, que ha tenido la amabilidad de cederme su fotografía. El premio para los que habéis llegado hasta aquí es este gran artículo de Justo Navarro en Revista de Libros, ‘Simenon en familia’. De nada.



Autor: Joaquín Armada

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