1990

{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

'The Newsroom', la misión de civilizar

Don Quijote era un hombre loco, demente, que no aceptaba lo que le rodeaba y quería cambiarlo. A su manera, eso sí, pero mejorarlo. Don Quijote era y es ese pequeño gramo de conciencia y moralidad (dentro de su tocada mente) que en algunos todavía perdura junto con la necesidad, sí, necesidad, de seguir soñando. ¿Por qué conformarse?


Tranquilos. Que nos salten las alarmas. No dejéis aún de leer. No os voy a hacer un resumen sesudo de la obra de Cervantes ni tampoco os voy a dar la matraca con la idea de leerla, aunque, todo sea dicho, deberíais. Hablo de Don Quijote por otros motivos.


Este personaje ha venido a mí estos días con fuerza gracias a la tercera, y creo que última, temporada de la serie de la HBO 'The Newsroom'. ¡Qué gran serie!


Creada por Aaron Sorkin, narra el trabajo previo y posterior a un informativo de máxima difusión de una redacción de periodistas en una cadena norteamericana por cable. Nos habla de periodismo, ética, audiencias, límites, fuentes, censura, etc. y sé que el hecho de que yo sea periodista me convierte en alguien muy poco objetivo a la hora de valorarla. Y que me guste tanto la literatura tampoco ayuda. Pero, sinceramente, me da igual. No pretendo dar lecciones a nadie.


Quizá a Aaron Sorkin, debo reconocer, en algunos momentos, sobre todo en la segunda temporada, se le haya ido un poco la mano y la pinza, pero en general, en su conjunto, 'The Newsroom' es muy buena. Os aconsejo verla.

 

El Quijote, Don Quijote, campa a sus anchas por los capítulos de esta serie liderando diálogos hilarantes para algunos e inverosímiles para otros. Reina sobre escenas caprichosas y extravagantes, y modera, como nadie, entre la deontología periodística y el dinero o la audiencia. Y también camina por el amor.
Nunca pensé, de verdad, que una serie norteamericana, tan dados ellos a ensalzar lo propio, sus autores y sus normas, su cultura y sus leyes, fuera a hablar de esta obra universal de la literatura española convirtiéndola, como dice el título de la entrada, en una misión: la de civilizar.


El periodismo tiene de todo: blancos, negros, grises, rosas y un sinfín de colores más. Todo depende del cristal con el que se haga y se mire. Vivimos una época compleja, difícil y confusa plagada de lo que llamamos información, pero ¿hasta qué punto lo es? Esa pregunta está en la serie y debería estar también en muchos de los que lo practican.


Vemos las noticias, las leemos y escuchamos, pero ¿nos las creemos? ¿Tiene la prensa la misma credibilidad y veracidad que hace unos años? No tengo la respuesta. ¡Ojalá la tuviera! Me guastaría creer que sí, pero no estoy segura porque la palabra desinformación también acude con fuerza a mi cabeza al plantearme este juicio.


En 'The Newsroom', con Don Quijote como aliado, en un momento dado de la serie, el presentador estrella de las noticias Will McAvoy, interpretado por Jeff Daniels, se plantea que su verdadera misión como periodista es la de civilizar y así, surge el debate. ¿Es ésa la misión de un periodista? ¿Es eso el periodismo? Acertado o no, lo intenta. No os voy a desvelar cómo le sale el asunto. Tendréis que verlo para saberlo, pero civilizar suena bien porque además, siempre hay gigantes contra los que luchar.

 

Esta serie que utiliza a nuestro loco caballero andante y va de periodistas (muy diferentes a los que hemos visto en otras ocasiones), resulta que no ha tenido mucho éxito entre la audiencia. Lo comprendo. De hecho, no me sorprende. Un serie donde se plantean dilemas morales sobre una profesión que muchos consideran de segunda y que cualquiera puede hacer, sin tías enseñando de más y con Don Quijote por ahí sobrevolando el ambiente… Hay que ser realista, quizá no tenga público salvo los de la profesión y algún loco más. La han tachado de irritante con demasiada intelectualidad y egocentrista, pero desde mi punto de vista debería de haber más series como ésta.
Y es de justicia aclarar que, siendo uno periodista o no, en ella he visto verdades como puños sobre las formas en la que se debe informar o desinformar, según se mire. También acerca del desgastado caballo de batalla que es la ética periodística o sobre quién es o no periodista (ciudadanos con un móvil, famosos, tertulianos, presentadores, modelos…). A la par, por supuesto, se trata la importancia de la imagen. Sobre este asunto podríamos hablar largo y tendido, muy largo y tendido, pero sólo diré, es mi opinión, que el hecho de que no sea una tía buena quien nos dé las noticias no significa que éstas no sean lo que deben ser. Nada más.


Ayer fue el debate sobre el Estado de la Nación y ejemplos de lo bueno y lo malo del periodismo, del intrusismo laboral o de cómo cada cual entiende la ética, hay a granel por doquier. Y no sé si la misión de 'The Newsroom' era civilizar. Tampoco si era la de Don Quijote y, mucho menos, si es la del periodista. Pero lo que sí sé es que un periodista no es sólo una cara bonita (con otros atributos igual de bonitos) dando las noticias; que opinión no es periodismo (yo, con esta entrada no pretendo hacerlo aun siendo periodista); que un rumor no es una noticia; que las fuentes hay que asegurarlas y comprobarlas, y que periodismo no es un vídeo de uno que pasaba por ahí. Todo eso no es periodismo. Es otra cosa.


¿Civilizar? Si sirviera para entender de verdad para qué sirve esta malograda y humillada profesión tomada por algunos como poco menos que un pasar el rato. Si sirviera para valorar que sin periodistas no hay periodismo porque será otra cosa pero no periodismo, adelante. Civilicemos./Verónica García Peña autora de 'De cómo Feliciano San Feliz quiso matar a sus vecinos'



Autor: Verónica García Peña

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