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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

Bartomeu, presidente gracias al establishment y al balón

Josep Maria Bartomeu ha sido elegido presidente del FC Barcelona en las elecciones celebradas el 18 de julio de 2015. El hecho de que haya conseguido la victoria de forma holgada respecto a sus rivales ha sorprendido a quienes viven desde la distancia al club catalán, si bien quienes conocen bien su idiosincrasia eran conscientes de que era lo más probable una vez logrado el triplete.


Bartomeu llegó a la presidencia de forma accidental. Los Estatutos del FC Barcelona permiten que un directivo elegido por la junta herede el cargo de un presidente dimisionario para resistir como interino hasta el final del mandato. Por tanto, es una situación que no plantea dudas desde el punto de vista legal, algo que no se puede decir desde el plano moral. La legalidad de esta situación no implica que se pueda plantear el debate sobre la legitimidad de la perpetuación en el cargo. De hecho, en los tres casos anteriores similares los inquilinos temporales de la poltrona habían convocado elecciones en un tiempo prudencial.


La lógica y la historia hacían pensar que en el caso de Bartomeu i Floreta, cuadragésimo presidente de la entidad, se repetiría el mismo procedimiento: un presidente que realizara una transición tranquila para que los socios volvieran a elegir el mandatario del club. Sin embargo, el nuevo máximo dirigente de la entidad se acogió a los Estatutos y desde su primera rueda de prensa dejó claro que su idea era permanecer en el cargo los dos años y medio que le quedaba a una presidencia que finalizaba el 30 de junio de 2016. Tras la pregunta de un periodista, Bartomeu afirmó: “No dimitiré ni daré un paso atrás si el juez me imputa en el juicio por el caso Neymar”.


Los enredos deportivos y judiciales fueron erosionando poco a poco a una directiva que tenía legitimidad estatutaria, pero no el respaldo de las urnas, por lo que cada decisión tomada era cuestionada por el público y los medios de comunicación, algo que se multiplicaba en las redes sociales. La tensión social contra la directiva de Bartomeu iba en una escalada imparable, solo comparable históricamente a la de su antecesor, Sandro Rosell y a la de Joan Gaspart. El débil liderazgo del mandatario provocó que el club no tuviera un patrón de gobierno y que conceptos tradicionalmente aplicados a la entidad como excelencia o transparencia brillaran por su ausencia.


La catarata de problemas terminó derivando en la destitución de Andoni Zubizarreta como secretario técnico, hasta el día anterior defendido por Bartomeu públicamente. La caída de la máxima autoridad en el campo deportivo llevó aparejada la de Carles Puyol, leyenda del club, que tras su retirada había pasado a ser ayudante de la secretaría técnica. Sin su mano derecha en lo deportivo y sin el símbolo del club en la estructura deportiva, el presidente barcelonista quedaba sin escudo para acometer los golpes que llegaban desde la oposición, prensa y aficionados. La crisis se extendió a todos los órdenes del club y se filtró la división dentro de la junta, con miembros de la misma como Toni Freixa o Javier Faus, que hicieron ver al presidente su falta de legitimidad para permanecer en el cargo y la necesidad de convocar elecciones. Acorralado ante el fuego amigo y enemigo y por la sucesión de conflictos, Josep Maria Bartomeu se vio obligado a adelantar las elecciones al verano de 2015, un año antes de la fecha para la que estaban previstas.


Al contrario que los anteriores presidentes accidentales, Bartomeu anunció su deseo de presentarse a las elecciones. Pidió fair play el mismo día que comenzó una desatada carrera por la presidencia que le ha llevado a multiplicar sus comparecencias públicas. Desde entonces multiplicó su presencia en los medios y la maquinaria propagandística se puso a su servicio. Durante esta etapa los problemas judiciales no han dejado de crecer para el antiguo jugador del Espanyol de basket, hasta llegar a la petición de dos años y tres meses de prisión por parte de la Fiscalía. El que fuera Sancho Panza de Rosell está ahora subido a Rocinante, y ve conspiraciones donde solo hay jueces.


Heredero natural del victimismo de sus referentes, Bartomeu y sus influyentes directivos encontraron el apoyo del establishment, un conglomerado de poder que tiene controlado el Barça desde tiempos inmemoriales. Especialmente destacado ha sido el apoyo del Grupo Godó, que a través de todos sus medios puso a funcionar la maquinaria para que Bartomeu pareciera la quintaesencia del seny. Hay que señalar que dentro del Grupo Godó hay algunas honrosas excepciones que honran al periodismo por su independencia, pero la maquinaria y línea editorial del mismo ha sido demoledora. Este apoyo mediático se vio respaldado de otra pata fundamental: el balón. El Barça, que parecía desahuciado en enero, ha logrado el triplete al final de temporada. En el fútbol actual, el equipo que tiene a Messi en su equipo tiene la llave hacia el éxito. Solo hizo falta que Luis Enrique se diera cuenta de que el argentino es intocable en el vestuario y que recuperara la cultura de trabajo perdida en los dos años anteriores.


Con el triplete y la propaganda, Bartomeu arrasó en las elecciones. El socio medio barcelonista no suele atender a la vida social del club. Normalmente, su preocupación es lo que pase con el primer equipo de fútbol cuando hay partidos. Si los resultados van bien, son conservadores, inmovilistas. Creen en muchos casos que los procesos judiciales e imputaciones al presidente y al club se deben a manos negras y justifican la presencia de publicidad de un estado dictatorial en el pecho de la camiseta. Una vez más, el establishment ha ganado. Lo raro sería lo contrario, ya que solo hubo una excepción en la que ganó alguien a quien no apoyaba. Fue en 2003. Será difícil que se vuelva a repetir./Ángel Iturriaga. Historiador y escritor. Autor de 'Diccionarios del FC Barcelona'. co-autor de 'Paulino, el primer crack de la Historia del Barsa', y recientemente 'El Barça, rey de Europa'.



Autor: Ángel Iturriaga

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