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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

El presidente que presumía de Historia y la despreciaba

Roza el sacrilegio hablar de fútbol  cuando se disputa el Tour, pero el domingo mientras los ciclistas trataban de superar la rampa final de la Contrarreloj por Equipos sin que el quinto corredor –el que marca el tiempo en la línea de meta- perdiera contacto con sus compañeros, alguna extraña similitud provocó que Ramiro recordara porqué se había hecho seguidor de ‘su’ equipo de fútbol.


Sucedió mientras Nicolás Roche abría la boca estirando las comisuras al límite con el objetivo de captar la cantidad máxima de oxígeno para trasladarla a sus pulmones y lograr así que sus piernas continuaran pedaleando al ritmo de las de sus compañeros del SKY. Entonces le vino a la meta la idea de ‘Nunca rendirse’.


El era del Madrid porque nunca se rendía y aquel espíritu no lo había descubierto en los tiempos del pago por visión, sino mucho tiempo atrás, en la era del transistor. Cuando Ramiro aún vestía pantalón corto los partidos de Copa de Europa tan sólo los disputaban los campeones de Liga y no todo quisqui y, por supuesto, no los retransmitían por televisión. Los periódicos deportivos hablaban de los equipos y no de los records que batían los galácticos, que aún no habían sido inventados en una agencia de marketing. La mayoría de las eliminatorias era preciso escucharlas por la radio. Fue así como Ramiro se hizo del Madrid con la radio entre la oreja y la almohada y la luz de la habitación apagada. A oscuras la imaginación funciona mejor. Así escuchó el relato de las remontadas imposibles de su equipo frente al Borusia y el Anderlech. Nunca se rendían.


Tiempo después –ya por la tele- volvió a disfrutar de similares sensaciones en un partido de la Quinta en Copa de Europa contra el Oporto y en una Liga que parecía inalcanzable y que al final conquistaron Raúl, Van Nistelroy, Casillas e Higuain. La última vez fue en Lisboa hace un año gracias al cabezazo de Ramos, pero entonces ya lo que había sido un equipo años atrás se asemejaba más a una multinacional cotizada en bolsa.


Es imposible –se repite una y otra vez Ramiro- que alguien que ha hecho fortuna desde una corporación empresarial y que tiene el suelo como su único objetivo entienda los valores del deporte. Siempre ha dado la impresión de que para Florentino los jugadores tan sólo son metros cuadrados urbanizables. Sifuera presidente del eurogrupo el actual concepto de solidaridad no variaría.


Ramiro cree que si Florentino decidiera comprara un equipo ciclista tan sólo duraría un instante dentro del deporte de la bicicleta. Nunca comprendería nada. Trataría de fichar para su equipo a cada corredor que lograra vencer una etapa escapado o al sprint o una gran Vuelta, pero nunca entendería que a la temporada siguiente surgieran otros ciclistas que osaran desafiar la hegemonía impuesta por su chequera. Año tras año reventaría el mercado, soltaría cien millones por aquí y otros ochenta por allá… pero seguiría sin hacer equipo.


Ramiro está convencido de que Florentino es incapaz de reflexionar y mirar siquiera hacia dentro, hacia las cosas bien hechas en su propio club como la sección del Madrid de Baloncesto. Un equipo formado por jugadores que se sienten madridistas y con los que la afición se identifica. Un equipo, el de basket, construido poco a poco.


Florentino ha decido prescindir ahora de Casillas y se ha enamorado de Degea, su amor de verano, de éste verano. El año pasado las mariposas en el estómago le llevaron a comprar a James y el anterior a Bale. Florentino es un tío enamoradizo y no tiene reparos en tirar de billetera para obtener el sí quiero. Corre el riesgo de que los jugadores se enamoren de él y no del Madrid… y es que da la impresión de que a los madridistas los repudia, se llamen Redondo, Del Bosque, Higuain, Hierro, Raúl, Casillas o incluso Míchel, en su etapa de entrenador de la cantera. Quizá por ese motivo, Ramos sabe lo que le espera.


Ramiro recuerda que hace unos días le contaron que en su despacho Florentino tiene un enorme espejo al que le pregunta sobre cada uno de los jugadores: “¿A quién quiere más, al Madrid o a mí?” No termina de creérselo, perio llegados a este punto... quien sabe.


Ramiro reconoce que al principio quedó prendado de la iniciativa del presidente, pero que la magia se truncó el día que Florentino desdeñó los valores básicos del Madrid. Nunca le perdonó que cuando el entrenador del equipo le metió el dedo en el ojo durante un partido al entrenador rival, Florentino fuera incapaz de bajar al vestuario y destituirle de inmediato, en ese mismo instante. Quizá, esa sea la diferencia entre presidir un club deportivo y una gran corporación empresarial. Es de hipócritas repetir hasta la saciedad que el Madrid es el mejor equipo de la Historia y después pasarse la Historia por el arco del triunfo…


… pero bueno, hoy regresa el deporte tras la jornada de descanso. Toca disfrutar de la ascensión a La Pierre Saint Martin… es un sacrilegio hablar de fútbol cuando se disputa el Tour./Javi Muro



Autor: Javier Muro

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