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{ENTREVISTAS}

''No es un ansia de prosperar o perdurar, pero si siento la necesidad contar las cosas a través de mi fotografía'

David A. Pérez es fotógrafo y dirige Estudio 22

David A. Pérez (Logroño, 1970) se dedica a la fotografía desde 1987. Licenciado en Bellas Artes, en la especialidad de Imagen, por la Universidad de Barcelona, en 1998 creó Estudio 22 -Calle Múgica 22, Logroño-, un espacio privado e independiente dedicado al arte contemporáneo y a la fotografía de autor. Un centro también de formación en el que fotógrafo logroñés imparte los cursos de forma indivdualizada. Resalta en su web que "el arte, la fotografía, son para mí una necesidad vital, un medio de expresión, una forma de cuestionar y de cuestionarme, de construir mi pensamiento y mi imaginaria, de observar, de emocionarme.... Mis Fotografías hablan de lo que pienso, de lo que veo, de mi inquietud hacia el paso del tiempo, la memoria, el vacío, de lo que aparentemente no es bello o importante, de lo oculto, de lo más personal, de mi entorno, ...". Esudio 22 camina ya por su año veintiuno. David A. Pérez asegura que la fotografía lo es todo para él, "un modo de vida y una necesidad"./Javi Muro/Fotografías: Minerva del Valle

 

SPOONFUL.- Superados ya los veinte años de Estudio 22…

Sí, el aniversario fue el año pasado. El 1 de octubre de 2019 es el veintiún cumpleaños, desde que se abrió al público. Antes hubo una etapa de preparación y de formación previa. Y desde entonces todos los días, levantando las persianas siguiendo una rutina a veces monótona.

 

S.- … una monotonía que es como un ritual para abrir el estudio, después el trabajo siempre es creativo…

Claro, efectivamente. Eso es lo bueno, el estudio no es una oficina. Las mañanas las tengo un poco más abiertas y las tardes más dirigidas a la atención a la gente. Mi trabajo me gusta muchísimo, es vocacional.

 

S.- ¿Y por qué Estudio 22? ¿Por qué 22?

No quería poner mi nombre porque desde el primer momento quería que fuera un proyecto en el que entraran artistas y abierto a exposiciones. Curiosamente, he mostrado más el trabajo de los demás que el mismo propio. Desde esa perspectiva era preciso ponerle un nombre que no fuera el mío. Me gustaba la idea del estudio, que tenía una acepción más profesional, más creativo, más de taller. 22 porque es el número en el que se encuentra en la calle y porque es un diafragma, en las cámaras de gran formato con las que trabajo, que más optimiza la calidad. Estudio 22. Todo tiene su porqué.

 

S.- ¿Y cómo llegas a la fotografía?

Estoy en la fotografía desde el 87. Me regalaron una cámara. Era una cámara réflex mecánica. Todas las fotos me salían desenfocadas porque no entendía los mecanismos fundamentales. Hice un pequeño curso en su momento con la Agrupación Fotográfica de La Rioja, cuando se encontraba en la calle Calvo Sotelo, en un cuarto piso sin ascensor. Aquel curso básico fue un poco el detonante. A esa edad, con 17 años, comencé a hacer algo que me gustaba. Tener profesores es fundamental. Recuerdo que en ese momento en la asignatura de Historia del Arte tuve una profesora en el Instituto Delhuyar, María Ángeles de las Heras, que nos hacía vivir la Historia del Arte con sus proyecciones de filminas. Me sirvió de mucho, viví aquellas clases. 

 

Por otro lado, al terminar COU había que tomar una decisión. Tenía que salir fuera porque en Logroño no había nada que me interesara. Me fui a estudiar Bellas Artes a Barcelona. Entonces me gustaba el trabajo de un fotógrafo, Robert Mapplethorpe -un cartel preside una de las paredes del estudio de David Pérez-. Conocía que además de ser fotógrafo. Mapplethorpe estaba relacionado con el arte y eso también me influyó. Esas tres cosas son los detonantes de que arrancara en el mundo de la fotografía.

 

S.- ¿Te recuerdas como un niño creativo?

Sí, creo que sí. Mi madre, que se llama Mari Luz -siendo yo fotógrafo no se podía llamar de otra manera- siempre fue muy creativa también. Recuerdo que con 11 años gané un concurso de dibujo en el Paseo del Espolón del Hogar Catalán. Estaba con mi abuelo paseando me preguntaron que si quería concursar. Me puse a dibujar y me dieron un premio.

 

S.- ¿Y recuerdas tu primera cámara?

Un réflex Praktica MTL3 de la antigua Alemania del Este, con un objetivo Carl Zeiss Jena 50 mm f2.8. Era un ladrillo. Totalmente mecánica.

 

S.- ¿La conservas?

No. ¿por qué? Porque tengo muchísimas cámaras. En ese momento lo pensé y tuve una idea muy clara. Hay que vender la primera cámara que es con la que tienes el mayor vínculo porque así ya no tienes un compromiso con las demás. He comprado y vendido. Tengo un montón de ‘cacharros’, los llamo ‘cacharros’.

 

S.- ¿Cuándo percibes que vas en serio con la fotografía?

Cuando sales fuera a estudiar. Cuando estoy en Barcelona ya lo tengo claro. Probé diferentes disciplinas, pintura, conoces todo, la manera de trabajar y los procesos que son fundamentales, pero tenía claro que quería volver a casa, a Logroño, y dedicarme a la fotografía. Tenía a mi familia aquí y eso me une mucho.

 

S.- ¿Y la decisión de poner en marcha Estudio 22 fue inmediata?

No, no fue inmediata. Realicé la objeción de conciencia. Qué ironía, en aquella época si te negabas a realizar la mili y la objeción ibas a la cárcel. Yo no me negué y fui a la cárcel como profesor del Centro Penitenciario para realizar la prestación social sustitutoria. La cárcel es otro mundo, como otros mundos que no conocemos.

 

S.- ¿Qué es para ti la fotografía?

La fotografía es todo, es un modo de vida. Es también una necesidad. Es la vida. No es un ansia de prosperar o perdurar en el tiempo, pero si siento la necesidad de contar las cosas y contarlas a través de mi fotografía.

 

S.- ¿Haces fotografías todos los días?

No, no todos los días. No soy de llevar la cámara conmigo todos los días, no. Es cierto que todos llevamos un teléfono que tiene una cámara y a veces la uso, pero no. Creo que fotografía es más un ritual, tienes que tener la fotografía antes en la cabeza. Hay otro tipo de fotógrafos que van por la calle y los que les llaman la atención lo fotografían, sienten esa necesidad. No es mi caso, yo prefiero pensar la fotografía, valorar si la he visto antes, pienso en ideas que se asocian ellas solas y cuando ya lo tengo claro voy a por ello. Es ‘ir a por ello’, más que ‘a ver qué pasa’.

 

S.- ¿Y caminas por la calle encuadrando fotos mentalmente o eso sólo les ocurre a los fotógrafos cuando están comenzando?

Seguimos haciendo ese tipo de fotografía con la mente todo tiempo. Para hacer fotografía no se necesita cámara, con la mente puedes encuadrar y grabar, Obviamente, cuando uno empieza aún tiene mucha más ansia de fotografiar todo lo que ande, corra o vuele… Es una fotografía con una Leica, una cámara que está asociada a realizar fotografía inmediata en la calle de todo lo que observas y de todo lo que eres testigo en la calle. No tengo esa sensación, quizá la tenía con aquella Praktica que era un ladrillo.


S.- Hablas de una fotografía de calle qué resulta complicada de realizar hoy, ¿no?

Sí, es posible, pero que sería de la fotografía sin las imágenes tomadas por fotógrafos como Henri Cartier Bresson, por ejemplo. Sin él no se entendería la fotografía. Existen muchas fotografías, no sólo la de la inmediatez de la calle, pero si percibo en algunos alumnos míos cuando empiezan la percepción de que no hay más que esa fotografía. Aún no se les ha hecho ver qué si se detienen un momento, si maduran la idea, no tienen que estar todo el rato persiguiendo lo que sucede en la calle. Comprenden que deben realizar un proceso mental para saber qué es lo que quieren. Deben encontrar su discurso. En la fotografía ocurre como en cualquier otra disciplina, un músico, un director de cine, todos dan a sus obras un sentido. La fotografía es un medio de expresión, estás contando cosas a los demás.

 

S.- ¿Qué es lo relevante en una fotografía para ti, la belleza, que cuente algo…?

Para mí es más importante que cuente algo. La belleza puede estar en lo no bello. 

 

S.- … no sé de quién es la frase… “Lo bello no tienen por qué ser bonito”.

Por supuesto, es que mi trabajo va de eso precisamente. Las cosas bonitas, el canon que todo el mundo tiene de las cosas bonitas no me interesa. Me interesa la cara B de las cosas. Tampoco se me ocurriría fotografiar a una persona en la calle pidiendo, pero sí existen espacios que no son bellos por bonitos pero que si tienen belleza no perfecta.

 

S.- … lo imprescindible es que cuente…

Sí, efectivamente. Alberto Sommer, fotógrafo que falleció hace ya cuatro años, fue muy amigo mío y usaba la palabra ‘bonito’ para señalar siempre algo que le parecía especial.

 

S.- ¿Una buena fotografía debe de ser perfecta técnicamente?

No. Creo que creatividad y técnica deben de ir de la mano. Una imagen que técnicamente puede ser perfecta y realizada con la mejor cámara que pueda haber en el mercado, si no cuenta nada es una castaña. Si con una caja estenopeica cuentas algo, la fotografía que realizas será una buena fotografía. En la imperfección está la belleza muchas veces.

 

S.- ¿Diferencias el trabajo comercial del personal?

Con la llegada de la fotografía digital el cambio ha sido desastroso desde el punto de vista de la fotografía comercial. Hay mucha gente que piensa que con tener una cara digital suplen el trabajo del fotógrafo. Eso antes no pasaba, debían pasar por el proceso del laboratorio, porque el proceso químico es bastante más complicado. Al menos, creo que así lo entiende la mayoría de la gente. Cuando abrí el estudio si que dediqué una parte a la fotografía de arquitectura, siempre me ha gustado. No he realizado tanto retrato como espacio urbano, que a mí me ha interesado mucho más. Fotografiar personas siempre me ha llamado menos la atención que los espacios o los objetos. Creo que la gente está en los objetos y está en los lugares. Hubo, como decía, una parte más comercial, con fotografía de producto, pero ahora ha pasado a un segundo plano porque el trabajo personal y el docente con alumnos es lo primordial para mí. Ahora, la fotografía de autor ocupa la mayor parte de mi tiempo.

 

S.- ¿Qué te inspira?

Todo lo que existe en mi entorno. Todo lo que está vinculado al entorno más cercano, pero siempre no con una intención local sino con una idea más universal. Hay conceptos que se encuentran en cosas personales, pero son universales.

S.- ¿Qué referentes fotográficos tienes?

Alberto Schommer fue además de amigo una referencia como alguien que ha vivido vinculado a la fotografía. Su trabajo tenía una parte de experimentación, de calidad, e incluso de saber llegar al público. Otros fotógrafos, por ejemplo, Eugene Atget, que en la fotografía de arquitectura me ha interesado mucho su trabajo. Tampoco es que tenga unos fotógrafos de cabecera. Quizá me interesa más otra gente, como el propio Tapies. O muchos de los que han pasado por el espacio expositivo de Estudio 22 -que parten de una selección personal- cuyo trabajo me ha llegado. He tenido el privilegio de conocer la obra de algunos artistas y poder traerlas al estudio. 

 

S.- Tiene que suponer una enorme satisfacción, ¿no?

Totalmente. Es una lástima que la gente no sea propensa a este tipo de propuestas. Como decía La2 dice: “para una inmensa minoría”. Pero mis mismos alumnos realizan también un trabajo estupendo. En Estudio 22 viene un poco de todo, gente que se forma como fotógrafo y gente que quiere saber cómo manejar la cámara y no quiere más. Como todos me esfuerzo al máximo y tratos de exprimirlos como si fueran una naranja. Por ejemplo, en la exposición ‘En Tránsito’ de alumnos a los que he podido exprimir un poquito. Son seis de los últimos alumnos y pueden prosperar. Incluso alumnos que han pasado por aquí, como Alejandro Cuadra, ahora ha comenzado Bellas Artes.

 

S.- …disfrutas enseñando…

Si, mucho. Suelo decir que a veces se siempre y las semillas caen en piedra, pero otras veces si germina. Hace poco, a través de Facebook, me contactó una pareja que fueron alumnos mías casi veinte años atrás y se seguían acordando. Eso es una gozada. Ahora viven en Córdoba. Hay alumnos de Estudio 22 que están haciendo cosas importantes por ahí. Tenemos a Luisma Barrios que está ganando muchísimos premios de fotografía. Viaja por el mundo y se presenta a todos los concursos.

 

S.- ¿Y en la sala de exposiciones de Estudios 22 qué criterios expositivos sigues? ¿Lo que te gusta? ¿Lo que te proponen?

Lo que me proponen rara vez; lo que me proponen posiblemente no me interese. Me interesa gente que no necesariamente sea fotógrafa -gente del teatro, de la escultura, de otras disciplinas artísticas- que asumen el reto de trabajar con la fotografía. Sobre todo, me interesa la fotografía menos convencional. Selecciono a gente que me gusta su trabajo y si son jóvenes mejor; pero si el trabajo es bueno me da igual. Me da igual la procedencia y que sea quién sea, el criterio es que el trabajo sea bueno. 

 

S.- ¿La exposición de los alumnos es como una fiesta fin de curso?

No, no. Además, no hay un curso como tal que empiece un día y finalice otro y, por otro lado, las clases son individuales. Los alumnos exponen porque ya tienen un nivel, no están en la exposición por participar en los cursos. Siempre les exijo buscar el máximo nivel para que estén a la altura de los artistas que han expuesto en la sala. Aquí no expone cualquiera, esa es la idea. Los seis alumnos de ‘En Tránsito’ cumplen ese requisito. Son aún jóvenes fotógrafos, están ‘en tránsito’. Se encuentran en ese proceso de haber roto el huevo y comenzar a indagar en lo que les interesa en la fotografía. Comienzan a realizar cosas interesantes. No es una fiesta fin de curso, exponen por méritos propios.

 

S.- ¿Al exponer sus fotografías los alumnos asumen una responsabilidad?

Por supuesto. Ahora se van a ver frente al espectador. Hasta ahora no han rendido cuentas a nadie. Tan sólo con las personas más cercanas que lo más probables es que siempre les dijeran “que bonitas, que bonitas”. Sobre eso también les advierto, que sólo se dejen llevar por los críticos de verdad. El trabajo tiene que hablar por sí mismo.

 

S.- ¿Si pudieras quedarte a vivir en una fotografía en cuál sería?

En todas las mías; creo que en mis fotografías estoy. Es lo que tiene de bueno lo que hacemos, somos un grano de arena en el desierto, pero creo que mientras dura la obra dura también el artista. Las fotografías de los demás son casas ajenas.

 

 

 

 



Autor: Javier Muro

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