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{ENTREVISTAS}

''Rosebud' es un homenaje a Welles y al sentido de la existencia, transcurrir, deslizarse'

José Luis Pérez Pastor habla de su último poemario publicado

'Rosebud' (Tres Fronteras 2015) es el título del último poemario de José Luis Pérez Pastor. Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de La Rioja, ha sido director General de Cultura del Gobierno de La Rioja (2011-2015) y diputado regional. Director Académico del Instituto de Estudios Riojanos (IER) en 2011, coordinó también la revista de cultura popular Belezos, que edita esa misma institución entre 2006 y 2011. Profesor de Lengua Castellana y Literatura de profesión, ha desarrollado su trabajo filológico, sobre todo, en el del estudio de la tradición clásica en la literatura española, ámbito en el que publicó el estudio, junto a María Ángeles Díez Coronado, 'Las elegías de Esteban Manuel de Villegas'. Como autor literario, Pérez Pastor ha publicado los libros de poesía 'Albada y engranaje', 'El lenguaje de las serpientes', junto al también poeta Enrique Cabezón', así como el cuento infantil 'Pablo es poeta', con ilustraciones de Daniel López. Ahora presenta 'Rosebud'./Javi Muro


SPOONFUL.- Rosebud… ¿connotaciones a Orson Welles y Ciudadano Kane?

Totales. El libro toma el título del primer poema, que se llama así –'Rosebud'– en homenaje a la película de Welles y al personaje de Charles Foster Kane que, desde lo más alto de su imperio, en el lecho de muerte su última palabra es precisamente esa, como un enigma que todos quieren desentrañar, cuando en realidad está referida a un recuerdo de la infancia, a un trineo que tenía escrito ese nombre y que, en el fondo, representa el más obvio sentido de la existencia: transcurrir, deslizarse.


S.- Si nos atenemos a la película Rosebud nos lleva desde los íntimo, desde la niñez, hasta lo megalómano, ¿no?

Sí, y al final de nuevo a la niñez, a la infancia, quintaesenciada en ese trineo infantil con nombre propio que a mí me vale para esbozar la idea del fluir de la vida y de la propuesta de una postura valiente y optimista como forma de encarar esa realidad, como una hipótesis de trabajo. Esa es una base común y recurrente para los poemas del libro.


S.- ¿Alguna influencia del paso por la política y la Administración Pública?

Sí, pero transmutada. Conmutada. Llevada a otros territorios. No es un libro de memorias.


S.- ¿Qué nos encontramos al adentrarnos en Rosebud?

Pues un conjunto de poemas muy variados en torno a la idea de que la vida es deslizarse, ensamblados en torno a motivos culturales también variados (la literatura, el cine, el cómic…) y en los que pueden observarse otros dos sub-bloques: uno de haikus tendientes al epigrama (en mi anterior libro de poemas también lo había) y otro de una serie de poemas que desarrollan algunas leyendas urbanas como la chica de la curva, la hipotética criogenización de Walt Disney, los cocodrilos de las alcantarillas de Nueva York, etc. Es difícil hacer una sinopsis de un libro de poesía, por eso lo mejor es invitar a su lectura.


S.- ¿Qué poesía escribe José Luis Pérez Pastor?

Creo que una poesía en diálogo continuo con la tradición occidental, con sus autores, con sus referencias culturales más variadas, en la que lo que se intenta generar un terreno compartido a partir del cual poder aportar un enfoque personal.
S.- ¿En Rosebud ha habido algún cambio, alguna evolución respecto a poemarios anteriores?

A nivel formal uso bastante más restringido de la rima y una preponderancia del endecasílabo blanco. En cuanto a los contenidos lo que puede encontrarse es una presencia mayor de la ficción como soporte del discurso poético. Aunque, como parte de una obra en evolución que es, seguimos encontrando un tono de afirmación vital, de celebración ante la vida, expresado mediante poemas muy variados como había en Albada y engranaje (CELYA, 2003), puesto que sigo pensando que cada idea pide su forma, como la estatua que espera en el interior de un bloque de piedra.


S.- ¿Qué te inspira a la hora de escribir?

La inspiración es parte de la respiración, ¿no? No hay nada concreto en mi caso. Son percepciones que uno va acumulando –a veces de forma inconsciente- tanto del mundo real y biográfico como de esa otra vida que es la lectura u otros ámbitos artísticos como la pintura, el cine, la música o los videojuegos. Luego llega un momento en que todo parece empezar a tomar forma y a aflorar como idea que puede ser desarrollada.


S.- ¿Por qué poeta? ¿por qué poesía y no prosa?

Los barruntos e intuiciones literarias que he venido teniendo normalmente me han pedido escribir poesía. Me gusta la concentración expresiva que exige el poema. Me llena más, pero también escribo prosa. Prosa funcionarial, prólogos, artículos, discursos… pero también narrativa, aunque menos. Hace bastante tiempo escribí una colección de cuentos y una obra de teatro, y desde hace años tengo una novela en marcha sobre la ciudad de Nápoles que no sé si terminaré alguna vez.


S.- ¿Recuerdas los primeros versos que escribiste?

Aparte de alguna sátira infantil que no viene al caso, claro que recuerdo los primeros versos. Tendría unos quince años y era un poema relativamente largo sobre la guerra de Troya. Aunque me sigue gustando el arrojo que había en ellos, empezaban con un hipérbaton totalmente dislocante, por lo que –por el bien del lector de Spoonful- no los traeré a colación aquí.


S.- ¿A escribir se llega leyendo? ¿A la poesía leyendo poesía?

A la verdadera poesía, sí. La poesía es un ámbito de expresión artística, un código que hay que pulir y aprender de la forma que uno estime conveniente, igual que la pintura o la música. El mero registro por escrito de un diario sentimental con líneas cortadas a modo de versos para singularizar expresiones concretas, aunque puede ser un principio, no suele dar como resultado algo que se pueda denominar 'poesía'.  Hay que leer para crecer como escritor, y a la par hay que recordar a Borges y su poema titulado 'Un lector', cuando dice “Que otros se jacten de las páginas que han escrito; / a mí me enorgullecen las que he leído”. El reto, supongo, está también en leer sin perder una cierta frescura, un punto de vista propio.


S.- ¿Qué les dirías a quienes dicen que leer poesía es complicado? ¿Es complicado, cuesta más esfuerzo que una novela?

Son amores distintos. El poeta Horacio dejó escrito aquello de “nulla dies sine linea”: ningún día sin una línea, aunque no especifica si escrita o borrada. Simplificando mucho podríamos decir que en la novela no puede pasar un día sin escribir una línea, puesto que el reto es construir por adición un relato coherente y más o menos complejo. Aplicado a poesía casi sería al revés: no puede pasar un día sin tachar un verso, puesto que el resultado que se busca –al menos el que yo busco- es algo concentrado, hecho a base de descartar y condensar, para que el poema sea más efectivo cuando irrumpa y se despliegue en la mente del lector.


S:- Imagino que lees poesía, ¿también novela?

Como decía Cervantes en El Quijote, leo hasta las hojas volanderas. En este sentido internet es la perdición, porque me paso las horas muertas leyendo cosas de la forma más anárquica posible. Saltando caprichosamente de una en otra. En lo tocante a la Literatura, sobre todo leo poesía pero, naturalmente, de la novela no se escapa nadie.


S.- ¿Qué recomendarías de lo que has leído últimamente en poesía y novela?

Ahora estoy leyendo una antología panorámica de la poesía portuguesa en edición bilingüe que me regalaron unos amigos y que recomiendo vivamente. Se titula Escribiré en el piano: 101 poemas portugueses (Pre-textos, 2015). Para conocer otras literaturas, este tipo de antologías son algo fantástico. En cuanto a novela, la noticia de la concesión del último Nobel de Literatura me ha llevado a Voces de Chernóbil (Siglo XXI, 2006), de Svetlana Aleksiévich, que propiamente es literatura de reportaje, y que también merece la pena leer.


S.- ¿Quiénes son tus poetas referentes?

Pues variados, aunque tiro a los clásicos. De aquí y de allá, de entonces y de ahora: Homero, el Beowulf, Lope, Juan de la Cruz, Góngora, Tennyson, Coleridge, Unamuno, Kavafis, Miguel Hernández, León Felipe, Borges, Gil de Biedma, Luis Alberto de Cuenca, Mesanza, José Mateos… De todos ellos hay un poco en Rosebud.


S.- ¿Qué necesitas para escribir? Ambiente, lugar, música…

Nada en especial, aunque sí que es cierto que las ideas suelen surgir de referencias de lo más variopinto que se cruzan con otras y dan lugar a momentos de hallazgo. Ahí se suele sentir una emoción seca, como de descubrimiento, mezclada a veces con un cierto dejà vu. Quien lo probó lo sabe.


S.- ¿Cuándo escribes? ¿Anotas ideas?

Ultimamente tomo notas de todo, porque la memoria no da para más, así que junto con los recados, los datos y la lista de la compra van las anotaciones de las ideas fugaces, quizá algún verso completo, que luego –lógicamente- hay que desarrollar con más calma, emborronando cuartillas a la antigua usanza, y en un ejercicio de introspección que se puede llevar medio madurado pero que hay que hacer. Luego viene otro de corrección del conjunto, que también tiene su tensión creativa.


S.- Un verso de 'Rosebud' para terminar la conversación…

Dos: "Recuerda cada vez que desfallezcas / por qué huimos, amor, del Paraíso".



Autor: Javier Muro
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