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{ENTREVISTAS}

'El ciclismo es, junto al boxeo, el deporte más literario y periodístico que existe'

Nacho Labarga ha escrito 'Samuel, el ciclista de oro', un recorrido por la carrera de Samuel Sánchez

Para su estreno literario, el periodista Nacho Labarga (Logroño, 1988) ha recorrido la carrera deportiva de uno de los mejores ciclistas españoles de los últimos tiempos. 'Samuel, el ciclista de oro', relata la vida de Samuel Sánchez, desde sus inicios hasta su fichaje por el equipo nortamericano BMC, pasando por sus triunfos con el maillot del Eukatel Euskadi y, por supuesto, la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín. Labarga admiraba la forma de correr de Samu y le atrajo su historia, "nunca fui -resalta- de los grandes campeones, de los que lo ganan todo". Nacho Labarga escribe en Marca.com desde el año 2009, es editor de Marca Plus, revista interactiva y multimedia y tertuliano de varias emisoras de radio. Además, ejerce como consultor en The Queen y como profesor en la Universidad CEU San Pablo. Para Nacho el ciclismo es épica, superación, historia.../Javi Muro

 

SPOONFUL.- ¿Por qué un libro sobre Samuel Sánchez?

La respuesta es sencilla: Samuel es el corredor español de la época por el que siempre mostré más simpatía como aficionado. He sido un enamorado del ciclismo desde pequeño, cuando veía con mi padre el Tour de Francia en esas eternas tardes de verano en la casita de la playa de los tíos. De Samuel admiraba su forma de correr. Nunca fui de grandes campeones, de los que lo ganan todo. Por eso me ponía del lado del asturiano, un campeón por mercecimiento. Desde 2009, cuando tuve la oportunidad de entrar en MARCA, fue estrechando una relación más cordial con el protagonista gracias al medio profesional. Es lo bueno que tenemos los periodistas, que nos deja acercarnos al deporte que amamos sin tener que morir sobre la bicicleta. Tras decenas de entrevistas o perfiles, y después de haber coincidido en varias carreras, le propuse hacer un libro biográfico. Él se entusiasmó con la idea. En aquella época, en 2011, casi no existían libros sobre ciclismo. No habían nacido las editoriales ‘Cultura Ciclista’ o ‘Libros de Ruta’. Le gustaba la idea de ser el primer ciclista moderno que tuviera uno. Aunque después se nos adelantarían la de Freire o Contador. A ambos nos gustaba la idea de plasmar sobre papel todas aquellas anécdotas que nos habíamos contado durante seis años. Para mí, escribir la obra de Samu, significaba adentrarme definitivamente en la vida de ese ciclista que me alegraba las tardes de verano con sus actuaciones en el Tour.


S.- ¿Qué es lo que te lleva a escribir sobre ciclismo? ¿Qué te atrae de este deporte? No es sólo por la figura de Samuel Sánchez como deportista, ¿no?

El ciclismo es, junto al boxeo, el deporte más literario y periodístico que existe. A mi parecer, ninguna disciplina puede venderse mejor en los medios de comunicación. El ciclismo es épica, superación, historia… Un deporte único que, pese a los golpes que le ha dado el dopaje, sigue enamorando a miles de personas. Algo que se demuestra en cada carrera, cuando los seguidores llenan las cunetas. Creo que es un deporte que o lo amas o lo odias, no tiene término medio. Tengo la suerte de ser amigo de muchos ciclistas. Y, cuanto más me acerco a este mundo, más me enamoro. Tienen un mérito terrible siempre teniendo en cuenta los errores que se han cometido y que son injustificables.


S.- ¿Qué crees que diferencia al ciclismo de otros deportes? ¿Por qué crees que a pesar de los varapalos que ha sufrido las cunetas siguen rebosando de aficionados y parece que repuntan las audiencias en televisión?

La épica, la emoción de ver a esos esforzados de la ruta retorciéndose sobre sus manillares. También los paisajes que deja, no es lo mismo ver a unos tipos sudando en un pabellón que a una serpiente multicolor atravesando las montañas más bonitas del continente. Pienso también en esa imagen que da de extraordinario. Todo el mundo piensa que es imposible aguantar. Lo contaba el periodista Juan Tallón este verano en una columna en ‘El País’: el Tour de Francia es una carrera inaccesible que se corre cada verano. Ese el ruido de los helicópteros, las caras de cansancio, los ataques en las cuestas más empinadas… Un deporte casi inhumano que logra enganchar a la gente por su crudeza.


S.- ¿Qué destacas de Samuel como ciclista?

Es un ciclista que destaca en todos los terrenos. Sube muy bien la montaña, pero también se defiende contra el crono. A sus 37 años ha logrado rendir con los mejores en el Tour. Es un profesional al extremo. Tanto que él mismo se hace el pan en su casa con una panificadora. Es ciclista las 24 horas del día. No piensa en otra cosa. Ese ese amor a su deporte lo que le permite seguir entre los elegidos a su elevada edad. Además, ha renovado a los 38 años. Pocos pueden mantener la motivación y la forma como lo está haciendo él. Además, es (o ha sido) un líder generoso, que ha cuidado de los gregarios como si fuera uno más. No es como algunos otros, que son más déspotas.


S.- El mejor bajador del momento –junto a Nibali- ganó la clasificación de la montaña y un final en alto mítico, como es Luz Ardiden, en el Tour de 2011.

Lo de los descensos tiene una explicación. El comenzó a trastear con las motos desde chiquitín porque su padre trabajaba en un equipo de competición. Viajaba con él a las carreras y logró montar en motos antes que en la bici. También creo que tiene que ver con su lugar de nacimiento: Asturias. Allí el tiempo siempre es bastante lluvioso y le ha permitido entrenarse al máximo en terrenos donde otros tocarían con más facilidad el freno.


S.- Y tres años antes, el oro en los Juegos Olímpicos de Pekín… Precisamente, ese es el título del libro ‘Samuel, el ciclista de oro’…

Sin duda ha sido su mayor éxito. Todo el mundo lo recuerda por su medalla de oro en Pekín, que además significó la primera presea dorada de un ciclista nacional en una prueba en ruta de unos Juegos. Aquél ataque seco ante Cancellara y Rebellin fue épico, casi tanto como sus lágrimas en el podio. En aquellos Juegos sucedió una anécdota curiosa que se cuenta en el libro. Tanto él como Contador casi no llegan a disputar la prueba de crono que se celebró días después de la de la ruta. El conductor del bus se perdió y, ante el nerviosismo de los corredores, pudo darse cuenta a tiempo para llegar justos a la línea de salida. Pekín fue muy importante en la carrera de Samu y eso hoy sigue vigente tanto en los ribetes dorados que le acompañan en su maillot de BMC, como en el tatuaje de los aros que lleva en la espalda después de perder una puesta con Joan Llaneras.


S.- ¿Desde el punto de vista del mundo del ciclismo que victorias son más relevantes, el oro olímpico o Luz Ardiden y el maillot de lunares del Tour?

Samu siempre dice que los Juegos, aunque en mi opinión son diferentes. Pienso que no hay nada como subir al podio del Tour. Él lo pudo hacer con el maillot de la ‘sevillana’, acompañado por sus hijos. Esa foto es muy especial. También figura en otro podio, pero por la descalificación de Menchov y Contador. Ése de 2010 no lo pudo disfrutar ‘in situ’. La victoria de Luz Ardiden es única, en un terreno muy especial para dentro de la ‘Grande Boucle’ como para el extinto Euskaltel, ya que es ahí donde 10 años atrás había ganado Laiseka por primera vez (2001). Siempre recuerdo las lágrimas que derramó Samu tras esa etapa. Todos los triunfos son más importantes. El de los Juegos tuvo mayor repercusión, pero para mí no hay nada como vencer en el Tour de Francia.


S.- A veces da la impresión que ciclistas como Samuel –incluso Valverde- no cuentan con el reconocimiento, especialmente de los medios de comunicación, que merecen por sus palmarés. ¿Lo ves así?

Estoy completamente de acuerdo. Al final el ciclismo es un deporte casi minoritario. Las audiencias lo ponen como el tercero o cuarto, por detrás del fútbol, el motor y el tenis. Es triste ver como en Asturias, por ejemplo, se habla antes del Marino Luanco (equipo que deambula por Segunda B o Tercera) antes que de la victoria de un ciclista en una prueba de Primera. Otro ejemplo es que a Samuel le aclaman como a un ídolo en Bélgica o Italia y en España puede pasar desapercibido por la calle. Es cuestión de cultura deportiva. Se nota la diferencia incluso entre Asturias y País Vasco, donde le cuidan mucho más por el tema de que en Euskadi son unos apasionados del ciclismo. En el caso de Alejandro es más exagerado todavía. El año pasado fue el número uno del mundo y casi ni se sabe. Es algo que, cuando esta generación de oro se vaya, lo valoraremos y lo echaremos en falta. Por tanto, creo que los ciclistas no tienen la repercusión que merecen.


S.- ¿No crees que para los medios de comunicación generalistas tan sólo existen las tres grandes vueltas e ignoran el resto de la temporada?

Cierto, pero también lo entiendo. Para mí, los medios de comunicación privados pueden hacer lo que crean más conveniente. Al final son empresas y tienen que ser rentables para poder pagar a sus trabajadores. Entiendo que si el fútbol genera más dinero, des más fútbol. Pero en el caso de la televisión pública, que tiene que ofrecer un servicio a los españoles, sí que debería ofrecer mayor cobertura de las pruebas ciclistas. Este año, por ejemplo, además de las tres grandes creo que sólo van a dar la Clásica de San Sebastián y Vuelta a Burgos. Además, el Giro se dio porque fue Alberto Contador, si sólo estuviera Mikel Landa no lo hubieran ofrecido.
S.- Samuel ejerció el papel de líder del Euskatel Euskadi, tras la época de Mayo, Zubeldía, Laiseka o David Etxebarria-, pero era ya una época diferente, ¿no?

Los inicios de Samuel en Euskaltel fueron más discretos. Además, coincidieron en el tiempo con la muerte de su madre Amparo. Lo bueno que ha tenido Samu, como recuerda su padre Cándido en el libro, es que en Euskaltel (exceptuando la última temporada en 2013) sólo acudía a una gran vuelta. Eso le permitía estar más fresco y poder pelear por objetivos ambiciosos. El resto de nombres que has citado fueron muy importantes en Euskaltel, pero sin duda alguna Samuel fue el más relevante en la historia del clásico conjunto naranja.


S.- De líder a ayudante de lujo primero para Cadel Evans y después para Tejay Van Garderen y Phillipe Gilbert, al que ayudó a ganar la Amstel Glod Race y el Tour de Pekín.

Imagino que no tiene que ser fácil pasar de ser líder a gregario, pero en su caso lo ha llevado muy bien. Siempre ha sido un hombre de equipo y eso se está viendo en esta época en BMC. Además, sigue ejerciendo de líder en una gran ronda como la Vuelta a España, donde el curso pasado fue sexto sólo por detrás de los hombres que ‘juegan en otra liga’. Para él es un placer poder ayudar a corredores de la categoría de Evans, con quien guarda una gran amistad, Van Garderen o Gilbert. El año que viene, en 2016, hará lo mismo con Porte. El ciclismo actual, debido a su extenso calendario, da oportunidades para todos.


S.- En el libro has hablado con las personas que le rodean, compañeros, técnicos, familiares. ¿Tenías claro que era la mejor forma de acercarse a la figura de Samuel?

Así es. Tengo más de 200 horas de grabación tanto con Samuel como con su entorno. El libro se hizo durante tres años, con más de cinco viajes a Asturias, al País Vasco… También le acompañé a concentraciones con el equipo. Una vez puestos, la idea era que saliera lo más trabajo posible. Todas las partes nos involucramos al máximo. Creo que la salsa de la obra lo aportan otras personas como sus compañeros de la infancia, directores de otras épocas. Para hacer la ‘radiografía’ a una persona hay que conocer a su gente, su tierra, su historia… Casi puedo decir que ahora mismo sé yo más de él que el propio Samu. Lo solemos contar entre risas, porque sé de muchos detalles de su infancia que por ejemplo él ya no se acuerda. Realizar este libro ha sido una labor gratificante y a la vez muy dura. Creo que como la de un ciclista, que sufre mucho sobre la bici pero tiene ese placer dentro del sufrimiento. Yo he borrado, corregido, cambiado muchas cosas. Pero al final pienso que ha quedado una obra redonda gracias al trabajo de Eneko Gárate (editor), Javier Brizuela y David García (correctores).


S.- La impresión que desprende Samuel es la de una persona sencilla, un tío normal y corriente –si alguien que corre carreras como el Tour puede considerarse corriente-, ¿es así?

Él suele decir que todo el dinero que ha ganado, que ha sido mucho, lo ha invertido. Sólo se ha comprado una gran casa, un coche y poco más. No es de los que se lo gastan en caprichos. Es una persona bastante humilde que se ha hecho así misma después de sufrir mucho en su infancia. Sabe muy bien todo el esfuerzo que ha tenido que hacer hasta llegar hasta donde está, por eso valora lo conseguido y no mira a nadie por encima del hombro. Si la gente de su entorno habla todo el mundo bien de él, será por algo. Es cierto que, si no lo conoces, pueda parecer –como todo aquel deportista exitoso- algo ‘chulo’, pero si te acercas unos metros te das cuenta de que no es así. Además, tiene la suerte de ser un gran comunicador, cualidad que falta en algunos deportistas y que el maneja como se puede comprobar en algunas colaboraciones a medios de comunicación como Cope o La Nueva España.


S.- También, al constatar su palmarés, se echan en falta, quizá, un mayor número de éxitos. Sin que dos podios en la Vuelta, uno en el Tour, una victoria de etapa en el Tour y maillot de la montaña, cinco etapas en la Vuelta, el oro olímpico y la Vuelta al País Vasco de 2012, sean poca cosa. Pero por su forma de correr y por su presencia en toda carrera que participa tenemos la percepción que ha ganado aún más, ¿no?

Ha sido un corredor que le ha dado muchas veces al poste. Con un poco más de fortuna podría tener casi el doble de triunfos. Pero esto es ciclismo y solo ganan los elegidos. Es cierto que sólo lucen las victorias y nadie se acuerda de un segundo puesto pero, con todo, Samuel tiene un palmarés envidiable por el que cualquier ciclista suspiraría. Lógicamente no está a la altura del de Contador o Indurain, pero él ha sido uno de los grandes corredores que ha formado parte junto a Sastre, Purito, Freire o Valverde de la ‘edad de oro del ciclismo español’.



Autor: Javier Muro

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