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{ENTREVISTAS}

'Hinault es el ciclista que más me ha gustado, tenía un concepto del ciclismo de la épica'

Pedro Delgado ha escrito 'A golpe de micrófono', 20 años como comentarista deportivo

Pedro Delgado es una de las leyendas del deporte español. Ganador de un Tour y dos Vueltas, formó parte de aquel equipo Reynolds que en 1983 decidió regresar a la carrera francesa haciendo caso omiso de todos los agoreros que les metían miedo describiendo el Tour como ‘mata hombres’. Aquel año, Delgado –Perico- se ganó el apodo de ‘el loco de los Pirineos’, al protagonizar un descenso a tumba abierta; mientras que su compañero Ángel Arroyo a punto estuvo de ganar aquel Tour. Aquel año recuperaron la afición al ciclismo en España. Delgado continuó añadiendo victorias en su palmarés hasta que en 1994 decidió colgar la bicicleta e iniciar una nueva aventura como comentarista deportivo. Han sido veinte años analizando ciclismo a través de la televisión y la radio. Veinte años que ahora recoge en el libro ‘A golpe de micrófono’./Javi Muro


S.- ¿Qué nos vamos a encontrar en las páginas de ‘A golpe de micrófono?

Cuento mis vivencias desde que dejé de ser ciclista, desde el momento en que decido colgar la bicicleta y comienzo una parte de mi vida muy diferente, aunque sin olvidar el ciclismo. Cuento lo vivido durante veinte años en Televisión Española y la Cadena SER haciendo el seguimiento de las carreras ciclistas.


S.- ¿Cómo surgió la idea poner por escrito todas esas vivencias en ‘A Golpe de Micrófono?

Bueno, ya tenía la experiencia de haber escrito ‘A golpe de pedal’ y la verdad es que ya llevaba tiempo rondándome en la cabeza la idea de escribir un libro desde esta otra cara desde la que ahora estaba viviendo el ciclismo. Fui recopilando historias y anécdotas hasta que me decidí a ponerlo en marcha. El año pasado estuvo complicado seguir comentando las carreras por falta de patrocinador y me pareció que había acabado otra parte de mi vida, la de comentarista deportivo. Creí que era un buen momento para embarcarme en escribir el libro.


S.- Imagino que al poner por escrito todas estas vivencias habrán surgido comparaciones entre épocas ciclistas. ¿Ha cambiado mucho el ciclismo?

Sí, y de hecho es un tema que abordo en el libro. Han sido veinte años comentando ciclismo y desde que dejé de ser ciclista profesional hasta ahora ha cambiado muchísimo. Creo que pasa como en todos los géneros de la vida, la tecnología ha influido también en el ciclismo, en las carreras, en la forma de competir, en la forma de afrontarlas y en la forma de prepararlas. La tecnología ha influido en los cambios del ciclismo tanto para los corredores como desde el punto de vista del comentarista.


S.- Al hilo de lo que comentabas sobre la tecnología, ¿Cuál crees que es el cambio más importante que ha habido en el ciclismo profesional, pulsómetros, vatios, cascos, frenos, pedales automáticos?

Entre los que yo he vivido destacó dos que ayudan al corredor. Por un lado, los pedales automáticos y, por otro, los cambios situados junto a las manetas del freno. Suponen tener un control total sobre la bicicleta, no tener que soltarte de manos para cambiar piñones o platos, fue un cambio fundamental para el corredor desde el punto de vista de la seguridad. Y del mismo modo, los pedales automáticos, incrementan la seguridad y evitan muchas caídas, al no tener que soltar las manos para ajustar o soltar los rastrales. Evitan muchos momentos de peligro. Es cierto que han aparecido elementos tecnológicos como los pulsómetros y los vatios, pero están más dirigidos a la preparación específica del corredor, pero en cuanto a la práctica de la bicicleta eso dos ‘inventos’ que se dieron en mí época creo que son más importantes.


S.- ¿Qué fue más complicado, decidirte por ser ciclista o por ser comentarista de televisión?

… no me he marcado nunca ninguna meta, todo ha ido surgiendo en el camino. Me gustaba correr en bici y la gente decía que era muy bueno. Lo que para otros era un trabajo y un esfuerzo pasar a profesionales a mi me resultó fácil, nunca tuve ningún problema. Y a la hora de comenzar mi labor como comentarista sucedió igual. Fue un encuentro fortuito durante la disputa de la Volta a Cataluña. En un ascensor coincidí con Luis Miguel de Dios, que era subdirector de Deportes de Televisión Española –entonces TVE retransmitía muchas carreras ciclistas- y me sugirió ser comentarista. A mí ni se me había pasado por la cabeza, pero me lo planteé y acepté. Fueron cosas que surgieron. Siempre digo que para mí no fue difícil tomar la decisión, fueron opciones que aparecieron en el camino. Todo vino tan dado que no me dio tiempo a pensar si de esas decisiones me iba a arrepentir o no. Ser comentarista surgió, acepté y ahí sigo enganchado.


S.- Como comentarista te ha tocado vivir algunos momentos esenciales en la historia del ciclismo, pero la irrupción de Miguel Indurain la viviste desde las dos perspectivas, como corredor y compañero y, después ya, como comentarista. Indurain es, de alguna manera, el enlace entre tus dos grandes ocupaciones, ¿no?

Había corrido con Miguel, había sido gregario mío, fui gregario suyo, y sí es cierto que como comentarista lo que más me impacto fue el primer año. En la mayoría de las cosas, cuando se producen cambios tan grandes, sucede que estás sorprendido continuamente. Para mí poder vivir la carrera como comentarista me permitió seguir disfrutando de lo que más me gusta, del Tour de Francia y de otras carreras, sin sufrir, tan cómodo. Pasaba calor, pero no pasaba sed, pasaba frío, pero me podía abrigar. Lo que más impactó no fue que ganara Miguel Indurain, sino que ganaba un ciclista español y yo inmediatamente me identificaba con él. Cuando corría disfrutaba de las victorias de compañeros de equipo, porque te une una gran ligazón, y me alegraba de los triunfos de los corredores españoles, pero bueno, no eran de tu equipo, lo vives a más distancia. En cambio como comentarista descubrí la pasión de ver a los corredores españoles siendo protagonistas. Claro, me pasaba con Miguel, que lo había vivido de cerca, pero también con otros ciclistas que no habían estado encuadrados en lo que había sido mi equipo. Esa sensación me gustó mucho, me pareció maravilloso. Igual no ganaba uno de tu equipo –vamos a llamarle Banesto-, pero ganaba uno de la ONCE y lo disfrutabas igual. Como comentarista pierdes un poco los colores del equipo, pero ganas ese disfrute de ver a los corredores españoles triunfar.


S.- Comienzas tu labor como comentarista en un momento en que la rivalidad entre los equipos Banesto y ONCE era más que importante, ¿no?

Lo cuento en el libro. Empiezo a comentar las carreras y un día me encuentro con un auxiliar del equipo Banesto, que había sido compañero mío en el equipo, y me dice que parecía mentira que siendo yo de Banesto que poca cancha le daba al equipo y que sólo hablaba de la ONCE, de la ONCE y de la ONCE. Aquello me sorprendió porque no tenía la sensación de que fuese así. El caso es que al rato, me aborda un auxiliar de la ONCE y me dice que cómo se me ven los colores, que sólo hablo de Banesto, Banesto y Banesto. Esos dos encuentros me transmitieron tranquilidad sobre cómo estaba realizando mi labor como comentarista. Me dije, tan mal no lo estoy haciendo. Esos dos encuentros me ayudaron. Porque es normal que a unos espectadores les guste más o menos tu forma de comentar, pero eso son cosas que vas puliendo con el tiempo. En cambio, la sensación de imparcialidad es algo que te crear un cierto desasosiego, sobre todo cuando hay muchos ciclistas españoles luchando por el mismo triunfo y en condiciones muy parejas. Tratas de darles cariño y presencia a todos por igual.


S.- ¿Qué se siente al ver tu nombre todavía escrito sobre el asfalto cuando las carreteras se empinan?

Un honor. Siempre te hace mucha ilusión que la gente, que los aficionados se acuerden de ti; pero también es Ley de vida que vayan apareciendo los nombres de otros ciclistas.


S.- También te tocó vivir como comentarista el ‘caso Festina’, que en algún momento incluso parecía que era el golpe definitivo para el ciclismo.

Sí, dejó al ciclismo muy herido. Creo que hubo un antes y un después para el ciclismo tras el caso Festina. Creo que el corredor perdió entonces una oportunidad de oro para defender su trabajo. Los ciclistas perdieron entonces su capacidad de defender su profesión totalmente, el ciclista pasó a ser un títere y lo sigue siendo hoy en día. Para mí fue el peor Tour. Ver como trataban a ciclista como delincuentes, como indeseables, me parece que estaba muy lejos de la realidad. Podía haber malas prácticas, no digo que no. El ciclismo empezó a crecer, llegaron los médicos deportivos, la tecnología, creció en muchos aspectos y no había nadie que pusiese un límite. Creo, además, que el Tour de Francia –como organización- nunca fue consciente de la gravedad del caso y terminó realmente tocado aquel año, y con el Tour la imagen del ciclismo en general. Ahora, parece que se va recuperando, pero siempre hay un sector crítico que recuerda esos momentos. No se pasa página y ya está, es necesario un periodo de transición. Pero lo recuerdo como un Tour desagradable, el peor que he vivido.


S.- ¿Cuál es el Tour que más te ha gustado viviéndolo como comentarista?

También lo cuento en el libro, el Tour de 2006, el de Óscar Pereiro. Pasada la época de Indurain, parecía que el Tour era una carrera imposible para los ciclistas españoles. Aún no había llegado la época de dominio de Lance Armstrong. Aquella victoria final de Pereiro, conseguida tras una escapada que llegó con mucha ventaja, generó una carrera muy divertida. Fue un Tour en el que todos los días había mucha batalla. Fue muy divertido.


S.- Mencionabas a Lance Armstrong. De héroe a villano.

La verdad es que para mí fue una sorpresa muy desagradable. Creía en sus victorias y me provocó una gran desilusión. Sobre todo porque después del caso Festina, el ciclismo necesitaba nuevos campeones que ayudaran a recuperar este deporte. Así que descubrir la verdad fue una enorme desilusión.


S.- Las últimas temporadas no parece que haya surgido un corredor que domine las grandes carreras como en otras épocas.

De momento, no. El gran dominador podía ser Alberto Contador. Es el ciclista que aporta más frescura, el que más arriesga y el que más recuerda a ese ciclismo de la épica. Ahora, hay muchos ciclistas que controlan sus datos a través del pulsómetro, de los vatios, y eso le quita frescura a su actuación en carrera.
S.- Y teniendo en cuenta que hay muchos corredores que tan sólo preparan una o dos carreras como objetivo en la temporada, ¿alguien que compite y gana a lo largo de toda la temporada sería el mejor ciclista del mundo? ¿Es Alejandro Valverde el mejor ciclista del mundo?

¿Valverde? Creo que Alejandro Valverde es ahora –ahora no, desde hace ya muchos años- el ciclista más completo. Es un ciclista que puede subir como un escalador, que tiene velocidad como un sprinter, que puede realizar una contrarreloj casi como un auténtico especialista… y con esas características hay pocos. Quizá sea el único que puede hacer todas esas cosas. Es cierto que ahora ya está en la parte final de su carrera y ya no es el mismo de siempre. Sí, podría decirse que es el mejor corredor por esa capacidad polivalente que tiene. Valverde puede ganar todo tipo de carreras. Contador puede ganar una carrera de tres semanas, pero para ganar un clásica de un día se tienen que dar una serie de circunstancias. Valverde en su mejor época disputaba los esprines a los velocistas y en ocasiones les ganaba. No hay corredores así ahora, habría que remontarse –sin querer hacer comparaciones- a Eddy Merckx, que era capaz de ganar en todos los terrenos. El ciclismo no es sólo grandes vueltas, es también clásicas, carreras de una semana y otras muchas pruebas. El ciclismo tiene muchas más caras que las grandes vueltas.


S.- ¿Qué recuerdos tienes de aquella primera participación en el Tour de 1983? Recuperasteis la afición al ciclismo en España, ¿no?

Bueno, fuimos a correr y hacerlo lo mejor posible a una carrera que desconocíamos. Incluso nos metieron mucho miedo cuando íbamos a disputarla. Nos decían que el Tour era un mata hombres. De pronto nos encontramos una carrera en la que todo el mundo sufría, veías que tus rivales tampoco eran mucho mejores que tu. El hecho de estar a punto de ganar la carrera ese año supuso un cambio de mentalidad en el ciclista español y también de cara al aficionado, que de pronto volvía a recordar las épocas de dominio de Luis Ocaña y Bahamontes. Desde ese punto de vista fue un revulsivo para el ciclismo, para el público y también en los medios de comunicación.


S.- Y de tus rivales qué recuerdas…  de Bernard Hinault…

A mí es el ciclista que más me ha gustado, porque tenía un concepto del ciclismo de la épica. Buscaba las grandes etapas, ganar a lo grande y a mí ese carácter siempre me ha gustado. De los grandes corredores es el que más me ha gustado.


S.- Steven Rooks, tu principal rival en el Tour del 88…

Fue un gran rival. Tuve la suerte de ser un poco mejor que él en la montaña y un poco mejor en la contrarreloj, por eso pude ganar aquel Tour de Francia. Era un corredor muy fuerte y contaba con un equipo muy potente. Un equipo, el PDM, que yo conocía bien porque había corrido con ellos dos años. Sabía de su potencial y eso me ayudó a saber manejar la carrera para batirle.


S.- Stephen Roche… te ganó por muy poco el Tour del 87...

Era una especie de zorro, de zorrete. Solía meterse mucho en escapadas. Tuvo un año mágico (en 1987, ganó Giro y Tour) y ese año me toco sufrirle; fue una temporada en la que le salía todo de pie. Era muy listo, muy inteligente corriendo.


S.- Laurent Fignon…

De Fignon el orgullo era su gran cualidad. Era un gran corredor, pero destacaba sobre todo su gran mentalidad. Era combativo al máximo, nunca se conformaba con nada. Atacaba subiendo, bajando y hasta en los avituallamientos. Había que estar siempre cerca porque en carreras de tres semanas siempre terminaba liándote alguna emboscada.


S.- Greg Lemond…

Greg Lemond creo que es el corredor con más suerte. Creo que su palmarés con tres Tour no se lo merece. Los tres los ganó con algunas circunstancias que le fueron favorables. Era un corredor muy completo, gran contrarrelojista, sufría como un perro sobre la bicicleta y luego tenía la suerte de cara.


S.- Lucho Herrara…

Era un genio encima de la bicicleta. Era muy delgadito y con unas cualidades innatas para la escalada. Su problema era la mentalidad, estar fuera de casa le hacía perder concentración y eso le convertía en un rival vulnerable.


S.- y Robert Millar…

Es uno de esos rivales que recuerdo desde la época de aficionado. Un buen corredor, completo, pero fallaba mucho en la contrarreloj. Era diferente a todos porque fue el primer corredor que conocí que era vegetariano y que realizaba dietas específicas, algo que ahora está más extendido, pero que entonces era algo no vedoso. Tenía su propia filosofía deportiva.


Le pedimos a Pedro Delgado su pronóstico para la victoria final en la Vuelta 2014, pero las caídas consecutivas de Nairo Quintana, que le han obligado a retirarse invalidan el análisis realizado. El vencedor del Tour de 1988 apuntaba al colombiano, aunque tan sólo un poco por delante de Albeerto Contador. Al de Pinto le auguraba ir a más conforme avanzara la carrera y así está sucediendo. Parece que Perico entiende de dar pedales.





Autor: Javier Muro

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