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{ENTREVISTAS}

'Ir, ver y contar, eso han sido los reportajes de 'La Rioja de Cabo a Rabo'

Pío García y Justo Rodríguez visitaron los 174 pueblos riojanos por los 125 años de Diario La Rioja

El periodista Pío García y el fotógrafo Justo Rodríguez realizaron el pasado año un viaje ‘de cabo a rabo’ por La Rioja. Un recorrido que tenía como objetivo conmemorar el 125 aniversario del periódico La Rioja. La fecha merecía una celebración singular y ahí surgió la propuesta de reeditar la travesía, que 38 antes habían realizado Roberto Iglesias y Pablo Herce y que dio forma a aquel primer ‘La Rioja de Cabo a Rabo’. Pío y Justo han recorrido de nuevo la región y sus 174 municipios a lo largo de 80 reportajes, que fueron publicados durante 2014 en Diario La Rioja y, posteriormente, editados en formato libro. Una visión personal –su visión, su ir, ver y contar- de ‘La Rioja de Cabo a Rabo’. “Viajamos en días laborables, sin avisar de nuestra llegada –describen- como turistas curiosos y despistados”./Javi Muro


S.- ¿Qué es ‘La Rioja de Cabo a Rabo’, los reportajes y la edición del libro?

Pío.- La idea surge porque en 2014 se celebraba el 125 aniversario de Diario La Rioja. Buscábamos realizar algo especial y se nos ocurrió recuperar el viaje inicial que hicieron Roberto Iglesias y el fotógrafo Pablo Herce hace cuarenta años; un viaje en el que recorrieron todos los pueblos de La Rioja. Aquello tuvo en su época mucho impacto. Recuerdo que en mi casa se guardaban los reportajes y la recopilación que se hizo; recuerdo que mi abuela tenía el librito siempre en la estantería. Nos planteamos, ¿por qué no repetir ese viaje treinta y ocho años después? Teniendo en cuenta que todo había cambiado mucho. La idea era reeditar el viaje pero no hacerlo igual.


S.- El enfoque que habéis adoptado es muy diferente, ¿no?

Pío.- Aunque nuestro proyecto estaba pensado para publicarlo en papel, tanto en el periódico como en la recopilación del libro, no podíamos escribirlo ni fotografiar ése viaje ajenos a la realidad de internet. No tenía mucho sentido visitar un pueblo y, por ejemplo, contar las características de su iglesia, porque cualquiera en internet con un click tiene toda la información detallada. Por eso, propusimos realizar un recorrido más personal, casi más narrativo que descriptivo, aportando los brochazos que nos parecieran más esenciales. Por internet, uno puede conocer las características de un pueblo, su población, etc, pero no puede saber a qué huele un determinado lugar, qué se encuentra cuando llega o incluso qué no se encuentra, sensaciones, emociones… cuestiones forzosamente personales.


S.- Buscabais una mirada propia…

Pío.- Un viaje personal. A mí hay una cosa que me pone muy nervioso al hablar de periodismo y es la objetividad, prefiero hablar de honestidad. Honestidad es contar lo que uno ve, teniendo en cuenta que uno es uno y la carga de subjetividad existe.


Justo.- En cuanto a las fotografías el discurso que elegimos es el mismo. No se trataba de realizar fotos catastrales o de cada uno de los edificios sino a buscar imágenes con una luz bonita, que provoquen que el señor de Pazuengos quiera ir a conocer Muro de Aguas.


S.- Vuestros reportajes demuestran que se puede hacer buen periodismo fuera de las ruedas de prensa, ¿no?

Pío.- Sí, no sólo es posible sino que el periodismo es lo que sucede al margen de las ruedas de prensa. Y eso es algo que los periodistas olvidamos con demasiada frecuencia. El otro día leí una máxima de Ciudadano Kane, de Hearst, del auténtico ciudadano Kane, que venía a decir algo así como que “periodismo es lo que la gente no quiere que cuentes, el resto es publicidad”. Bueno, en este caso no se trata tanto de lo que la gente no quiere que cuentes, sino de ir a los sitios y contar lo que ves. Es esa frontera muy borrosa que a veces existe entre periodismo y literatura –necesariamente borrosa-, pero al final periodismo es eso, ir contar lo que se encuentra uno en los sitios, con más o menos carga crítica o con más o menos fuentes consultadas, pero esa es la raíz del periodismo. ‘La Rioja de cabo a rabo’ puede parecer un trabajo al margen del periodismo, defiendo que es puramente periodístico.


Justo.- Esa honestidad de la que habla Pío ha estado también presente en el trabajo fotográfico. A través de las imágenes he pretendido mostrar los pueblos ‘chulos’, atractivos, pese al día que nos hiciera –lluvia, niebla o sol- y las condiciones que tuviéramos. Una forma de invitar a los riojanos a acercarse a los pueblos que no conocen.


S.- Al final, salirse de la agenda tiene que resultar enriquecedor, ¿no?

Pío.- No sólo enriquecedor, es que si acabamos encerrados en la agenda terminamos siendo meros altavoces. Casi me gusta más la palabra que utilizan en Sudamérica, terminamos siendo voceros de lo que los políticos, sindicatos, o cualquiera quiera contarnos. Hay que salirse de los márgenes establecidos y, sobre todo, dar voz a aquellas personas que no suelen tenerla, a aquellos sitios que no suelen tenerla, en los que no reparamos porque no dan –entre comillas- ‘noticias’, pero que están siempre ahí y también merece la pena que les escuchemos.


Justo.- Así es, por eso en estos reportajes nos hemos acercado a los pueblos y lugares más pequeños, hemos tratado de llegar a los sitios más inhóspitos, con menos habitantes. Hemos estado en pueblos con muy poca gente y, en uno concretamente en el que no había nadie. Fue en Hornillos de Cameros.


Pío.- Es en el único que nos ha pasado. Hay que tener en cuenta que nosotros realizamos todos los reportajes a lo largo de un año. Comenzamos en noviembre de 2013 y terminamos en noviembre de 2014. Comenzamos en Aguilar de Río Alhama y concluimos en Foncea. Buscábamos siempre días entre semana porque queríamos conocer la vida de los pueblos tal cual era, no en los fines de semana. Es cierto que en algunos casos llegamos en verano y había más gente, pero forma parte del propio viaje. Buscábamos encontrar esa naturalidad que define a cada pueblo y en Hornillos de Cameros no había nadie cuando lo visitamos. En otros, por ejemplo en Valdemadera, no veíamos a nadie tras dar unas vueltas por el pueblo pero Justo, que tiene el ojo muy entrenado, observó unos visillos que se movían. Llamamos a la puerta y estuvimos hablando con un señor muy amable; 89 años, pero muy bien conservado.


S.- Corregidme si me equivoco, 174 pueblos, 80 reportajes. Un proyecto ambicioso…

Pío.- ¿Ambicioso? Se nos hizo duro en determinados momentos. Uno comienza con mucho entusiasmo, pero recuerdo a la hora del reportaje número 8, cuando nos quedaba aún todo el meollo, preguntarnos ¿cómo llegamos hasta el final? Hay que tener en cuenta que el saco de los sinónimos se agota al tercer reportaje, ya no puedes decir que algo es imponente, hermoso o bello, ya tienes que pensar en otras cosas para no repetirte. Al final, la opción que tomé al comprobar que tenía que repensar la forma de abordar los reportajes fue volver a leer ‘Viaje a la Alcarria’, que me había gustado mucho. También algunos otros libros de viajes de Llamazares. Desde ahí llegué a la conclusión de que tenía que realizar un viaje más narrativo que descriptivo. Así, conseguía dar una mayor variedad a los reportajes y trataba de encontrar algo singular en cada pueblo, que fuera el leitmotiv.


Justo.- Es muy fácil hacer fotos bonistas de San Vicente de la Sonsierra, pero en otros lugares hay que buscar ese algo especial que los define y ahí es importante ese concepto narrativo que también inspira desde el punto de vista gráfico, de la imagen.


Pío.- Hay pueblos que se te descubren muy fácilmente y otros que necesitas dedicarles mucho tiempo. Ha habido localidades que a fuerza de dar vueltas por sus calles conseguimos descubrir historias curiosas… chimeneas, fuentes, materiales para la construcción de las casas peculiares, frontones, que acogen relatos curiosos. Al final, cuando uno se mete en los pueblos encuentra esos detallas singulares que cimentan el reportaje. Lo complicado era encontrar esa singularidad que hiciera al pueblo y al reportaje diferente, que lo distinguiera de los demás.


S.- Ir, ver y contar…

Pío.- Sí, sí. Para nosotros hubiera sido mucho más sencillo avisar al alcalde, que seguramente nos hubiera preparado un merendola extraordinaria junto a diez vecinos que hubieran bajado para la ocasión. Seguramente, nos hubieran contado historias maravillosas y hubiéramos paseado con ellos y visto el pueblo estupendamente, pero pensábamos que eso era traicionar la filosofía del proyecto.


Justo.- Nos presentábamos en los pueblos ‘a ver qué pasaba’. Por eso, nos ha pasado de todo.

 

Pío.- En un pueblo, un vecino vio a Justo haciendo fotos y nos dijo que no podíamos tomar fotografías, que no habíamos avisado al alcalde. “Aténganse a las consecuencias”, nos decía. Lo conté como sucedió, pero en el pueblo creían que dábamos una imagen poco hospitalaria. Creo que no es así, en los reportajes se cuentan las cosas con cariño, pero se trataba de contar las cosas que nos pasaban.
S.- En ningún momento teníais la idea de elaborar una guía turística…

Pío.- No. Es cierto que podía ser la percepción inicial que la gente tenía al acercarse a los reportajes. Es un equívoco que podía surgir. Siempre procurábamos incluir una ficha con los elementos fundamentales y datos esenciales de cada pueblo, pero en ningún caso el objetivo era elaborar una guía turística como las que estamos acostumbrados a consultar. A mi gustaría que ‘La Rioja de Cabo A Rabo’ sirviera como guía turística pero desde la perspectiva que antes ha comentado Justo, que al abrirla incitara a conocer un determinado pueblo de los que hablamos, que despertara la curiosidad. De la guía al uso queríamos huir.


S.- ¿Habéis descubierto en vuestro viaje una Rioja diferente a la que conocíais?

Justo.- Sí. Por ejemplo, hemos constatado que esa teoría de que dice que La Rioja Alta es muy bonita y atractiva y La Rioja Baja no, no es cierta. La Rioja Alta es muy interesante y La Rioja Baja tiene lugares increíbles también, con sitios muy singulares y peculiares.


Pío.- Es un tópico, pero a veces los tópicos son verdad. Cuando se dice que La Rioja ofrece una gran variedad es absolutamente cierto. Es una región bastante más grande de lo que la gente se piensa. En cuanto al paisaje, por ejemplo, desde los hayedos de Tobía y los bosques de La Demanda hasta la vista casi de western, descarnado de Navajún y Valdemadera, en línea recta, no habrá más de treinta kilómetros. Me parece asombroso, es algo fascinante.


Justo.- Te da la sensación de que para contemplar un cambio de paisaje tan radical tienes que recorrer mil kilómetros y no, en La Rioja pasa.


Pío.- ¿Cosas descubiertas? A mí, personalmente, me subyuga el paisaje de la comarca del Alhama, ese que describía como casi de western. Es un paisaje casi abstracto, es una visión casi sobrecogedora; es una de los lugares que he descubierto en este viaje.


S.- Cuando habláis de vuestro viaje aparece en varias ocasiones la palabra ‘desvío’, ¿Cómo elegíais esos desvíos? ¿Cuáles sí y cuáles no?

Pío.- Seleccionábamos un camino, una senda o una carretera según nos parecía interesante o nos contaban algo en el pueblo. Nuestro único compromiso era recorrer los 174 municipios. En Anguiano, por ejemplo, nos contaron la historia de la fuente intermitente, que a veces mana y a veces no; un poco caprichosa. Vimos el cartel de desvío hacia la fuente desde la carretera –a poco dejamos el coche en ése camino, una especie de París-Dakar- y cogimos el desvío. Esos desvíos que coges surgen… lo decides en el momento.


S.- Los reportajes están reunidos ahora en formato libro. ¿Era ya la idea inicial cuándo comenzasteis esta aventura?

Pío.- La idea original era esa, pero bueno todos sabemos que esas ideas iniciales son azarosas porque es preciso un patrocinio. En este caso, contábamos con el patrocinio de Bankia y ha sido posible desarrollar el proyecto de una forma más eficaz, por así decirlo. Teníamos la idea en mente, pero nuestro primer cometido era concluir los ochenta reportajes y luego se vería.


S.- El último pueblo visitado fue Foncea. ¿Qué sensación tuvisteis al concluir el viaje?

Pío.- Tengo una buena sensación de Foncea. Me lo pasé muy bien ese día. Habíamos llegado al final. A mí, se me ha hecho mucho más duro de lo que la gente piensa y cuando llegamos a Foncea dije, “lo hemos terminado”. Fue además muy agradable porque paramos a grabar un vídeo de despedida en Foncea y mientras hablábamos a la cámara –con el fondo de un arco medieval muy bonito que hay en el pueblo- paró un coche. Resultó ser el alcalde, junto a un teniente alcalde, que nos preguntaron qué hacíamos grabando allí con el frío que hacía. Les contamos nuestro viaje y nos iluminaron la iglesia para que pudiéramos hacer fotografías. Luego estuvimos en el bar del pueblo, que lo abren a las siete de la tarde, celebrando el punto final y recordando que justo un año antes habíamos comenzado en Aguilar de Río Alhama y habíamos estado también en el bar del pueblo hablando con la gente de lo humano y lo divino. De bar a bar, un año después.

 

S.- Ahora, al ver el libro con los reportajes publicados, ¿qué sensaciones os transmite?

Pío.- Creo que el recorrido, el viaje, ha terminado con un punto de cierta melancolía. En el sentido de que quizá, si se repite este mismo recorrido dentro de diez años, el cuarenta por ciento de los pueblos que hemos visitado ya no existirá como tales. Existirán sólo como decorados de una obra que se representan el fin de semana. Eso va a pasar de aquí a muy pocos años. Es algo sobre lo que debiéramos reflexionar.


Justo.- Es cierto que también es complicado darle vida a los pueblos, darle vida laboral. Puede haber un ganadero, no media doce de ganaderos. En algunos pueblos nos contaban como antes estaban sembradas todas las laderas de los montes de alrededor. A nosotros nos parecía una heroicidad. Ahora, es algo anti económico. ¿Por qué? Porque antes podías sembrar porque ibas con el macho, con el burro, pero ahora con los tractores es imposible. Nos contaban cómo desde el Camero Viejo marchaban hasta el nuevo porque tenían allí las tierras. Hacían dos horas de camino en burro de ida, trabajaban y después de regreso. Así, que ahora tienen que buscar qué iniciativas laborales pueden dar vida al pueblo.


Pío.- Eso sí, nos decían que los pueblos ahora están mejor que nunca, cuentan con todas las comodidades que hace cincuenta años no tenían. Los pueblos ahora están muy cuidados, pero no hay gente…


S.- Vuestro viajes aporta también una detenida perspectiva social…

Pío.- Sí, en estos reportajes hay mucha chicha que sacar y no te digo nada del álbum fotográfico que ha confeccionado Justo.


Justo.- En total, hemos recopilado unas 2.600 fotografías.



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