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{ENTREVISTAS}

'Las tiendas de discos eran espacios culturales con un valor social importante'

Sergio Andrés y Javier Castro recorren los locales que acogieron tiendas de música en la ciudad

Hubo un tiempo en que Doctores Castroviejo era conocida como la calle de las tiendas de discos. En tan sólo unos metros de distancia convivían Discóbolo, Disco Club, La Miscelánea y Santos Ochoa. Además, en Logroño podías encontrar otros establecimientos dedicados a la música distribuidos por diferentes zonas de la ciudad; la tienda ubicada en los bajos del edificio Robinsón, Erviti, La Traviata, y Tipo, por citar algunas. Hoy no resiste ninguna de ellas. El cierre paulatino de las tiendas de discos no es un infortunio exclusivo de la capital riojana o de otras ciudades españolas. La crisis ha afectado también a míticos establecimientos de Londres o Nueva York, que se han visto obligados a cerrar sus puertas.


Coinciden sus propietarios al apuntar los motivos que la piratería ha sido la causa principal del destrozo. La piratería, internet y las descargas masivas, que comenzaron apretando y, al final, ahogaron. La paradoja rodea a la industria, ya que el hecho de que las tiendas deban echar el candado no significa que la música no tenga el mayor mercado del planeta. Aseguran quienes han estudiado el fenómeno que, simplemente, el negocio se ha trasladado.


Sergio Andrés y Javier Castro disfrutan de la música, de escuchar música y de hablar de música. Así que con el fin de satisfacer su hambre de paladear las canciones de sus grupos favoritos, de descubrir nuevos sonidos y, por supuesto, compartir sus experiencias pusieron en marcha el blog ‘Los Restos del Concierto’ y, poco después, comenzaron a escribir en SPOONFUL reportajes, críticas y sus opiniones sobre cada disco que cae en sus manos.


Hemos quedado en la calle Doctores Castroviejo. El local que acogió Disco Club aún mantiene el gigantesco luminoso con las letras en rojo y negro. A través de los cristales de la puerta, entre carteles de inmobiliarias, puede apreciarse una superficie diáfana donde antes se ubicaban un sinfín de cajoneras y estanterías repletas de cassettes, vinilos y cds. Sergio y Javi no disimulan cierta nostalgia al ascender la escalinata que lleva hasta la puerta del local. “Las tiendas de discos –describe Sergio- eran espacios que acogían unos objetos culturales, que eran los discos, que se fueron universalizando y que, lógicamente, tenían un valor cultural y social importante. Era un objeto de consumo que contaba con un valor simbólico”.


No sin cierta añoranza, Sergio recuerda que “hace treinta años entrabas en una tienda de discos y tenías una visión especial, similar a como sucede en una librería, son lugares especiales”. Javi Castro asiente y apunta que “se trataba de lugares que ofrecían un material cultural; no podemos olvidar que estamos hablando de hace veinte o treinta años y entonces poder comprar un disco lo veías también como algo complicado”.


Nos hemos situado en una época en que Sergio y Javi comenzaban a introducirse en el mundo de la música. “Antes –señala Sergio- comprar un disco estaba al alcance de equis personas, después ya las posibilidades se fueron universalizando. Surgió la clase media y se comenzaron a comprar objetos culturales, el disco, el libro. Aquel paso tuvo un valor importante y un relevante significado social”.


Hablamos de un momento en que los adolescentes y jóvenes ahorraban dinero para comprar el disco que les gustaba. Se adentraban en las tiendas y buscaban los que más les atraían hasta que se decidían por uno. “Estabas horas dentro de la tienda –rememora Javi-; primero pasabas un buen rato mirando el escaparate y luego ya entrabas. En aquellos años tampoco teníamos tanta información como ahora sobre las novedades, sobre los grupos…”.


Al tiempo vivido en el interior de las tiendas de discos, Sergio añade el efecto sugerente que generaban las portadas. “Descubrir las portadas era una sensación increíble. Yo no he sido de vinilos, nunca tuve un tocadiscos. He sido de cassette y CD, y como dice Javi teníamos menos información que ahora y las portadas eran esenciales”.

 

Reitera Sergio que más de una vez lo ha hablado con su compañero en 'Los Restos del Concierto'. “Echamos de menos ir de tiendas a mirar discos. Somos aficionados a la música y compramos discos, pero echo de menos ir a la tienda a ver los discos físicamente. Es algo que hace un tiempo hacíamos de forma cotidiana. Íbamos a Tipo, a Disco Club, a Santos Ochoa… Cuando viajamos a ciudades donde perviven tiendas de discos, aunque sean grandes cadenas, entramos y pasamos allí un buen rato. A mí me dejas en la FNAC y soy feliz durante un buen rato”.
  A diferencia de otras ciudades –grandes ciudades-, en Logroño las tiendas de discos no estaban especialmente dedicadas a un estilo musical específico. “Había –comenta Javi- alguna que se decantaba por algún estilo más concreto, pero eran bastante generalistas. En el edificio Robinsón había una tienda que tenía buenas colecciones de jazz”.


Sergio confirma la falta de especialización, “La Traviata, en la calle Vitoria, tenía rock y clásica, pero también era muy generalista. Cuando abrió Tipo, en la plaza Primero de Mayo, se decantó más por el rock and roll e incluso el rock duro. Tipo llegó en el 98, pero lo cierto es que la mayoría de las tiendas eran muy generalistas. En Logroño, el punto de inflexión se produjo con la apertura del centro comercial Alcampo, que incorporó una sección de música que con el tiempo creció muchísimo”.


A partir de ese momento, las tiendas de discos iniciaron un lento declive. ¿La existencia de melómanos no era suficiente para mantener los establecimientos abiertos? “No –sentencia Sergio-, no era un grupo tan numeroso”. “Antes –interviene Javi- no existía otra opción. Si querías escuchar música tenías que acudir a las tiendas y comprar un disco. Ahora ya no”.


Sergio apunta el instante en que todo cambio. “En el momento que es posible copiar un CD es cuando se hunde todo; esa circunstancia resultó fundamental. La calidad que ofrecía grabar una cassette desde otra cassette no era muy buena. Hablamos de un país como España en el que había gente que vendía un millón de discos. Era una barbaridad de ventas. La capacidad de realizar una copia de calidad lo cambia todo”.


Mientras Sergio trata de recordar el anuncio del primer grabador de CD –“era de Sonny o de Panasonic y decía algo como ‘en tus fiestas, tu música’ o algo así…”-, Javi añade que "afectó el hecho de la calidad de la grabación, pero también la facilidad de grabar”.


La puntilla a las tiendas de discos tradicionales llegó de la mano de internet y de lo que algunos denominan ‘la gramola mágica’. “Aunque hubiera gente muy melómana –reflexiona Sergio- era imposible mantener la industria discográfica. Una ciudad como Logroño, años 90, en pleno auge del consumo de música y cuando todo el mundo se pasa al CD, en esta calle había cuatro tiendas de discos y otras tres en otros lugares de la ciudad, a las que hay que añadir el centro comercial… Ahora lo piensas… teníamos todo eso y podían vivir y convivir”.


A las causas tecnológicas, Sergio –sociólogo de profesión- añade también “el valor que le damos a las cosas. La gente se ríe de nosotros porque compramos discos. ¿Cómo compras discos si se pueden grabar?, nos dicen”.


Javi asiente y defiende su afición. “Los que continuamos comprando música lo hacemos casi como un acto romántico… y los actos románticos no suelen ofrecer demasiados beneficios. Creo que hoy, tal y como están las cosas, en Logroño no funcionaría una tienda de música”. Al hilo de posible éxito de tal iniciativa, Sergio recuerda que “ya ni Alcampo mantiene la sección como antaño. Hubo un momento en que ofrecía una colección de series medias extraordinaria. Recuerdo haber comprado muchos discos allí. No es algo que suceda sólo en Logroño, en la FNAC de Callao, en Madrid, también ha decaído la sección de música. Además, ha surgido un enemigo importante, Amazon”.
Javi refrenda la opinión de su compañero en ‘Los Restos del Concierto’. “Amazon ha supuesto un golpe importante porque además ofrece unos precios muy competitivos”.


Sin duda, la irrupción del gigante de las ventas por internet ha sido determinante, pero las tiendas de discos cerraron antes de que apareciera Amazon, ¿no? “Sí, es cierto. No sé cuanta gente compra discos en Logroño –dice Sergio-, sólo conozco a Javi, pero estoy convencido que hoy una tienda de discos no resistiría. Se habla mucho de la vuelta del vinilo, ¡pero si los compran cuatro!”.


En el análisis sobre las causas que han llevado a la desaparición de las tiendas de discos tradicionales aparece también la evolución sobre la forma de escuchar música. “Las nuevas generaciones –señala Sergio- no tienen el concepto valor del disco que teníamos nosotros. No sienten la necesidad de tener el disco de One Direction, sino de descargarse las canciones que les gustan de internet. Nosotros teníamos una idea del valor del disco, un valor social. Yo me quedaba embobado en Simago mirando los discos”.

 

Surge una duda al constatar la escasa, casi nula, atención que los medios de comunicación prestan a la música. ¿Cuándo se habla de algo y se promociona no tiene una mayor visibilidad? “Sí, pero creo que en el caso de la música el planteamiento no es cierto, creo que el resultado sería el mismo aunque apareciese en los medios”, difiere Sergio. “El problema se encuentra –continúa- en la dimensión social, ¿qué valor se le da al disco como objeto? Ahora mismo en España si te compras un disco te consideran un tonto porque te lo puedes descargar. La piratería ha hecho mucho daño. Vale que los discos son caros, pagar 18 euros por un disco da mal rollo, pero creo que por mucho que se promocione la música ya no hay vuelta atrás porque el disco ha perdido valor. Es lo que comentaba antes Javi, comprar un disco es un acto romántico, a diferencia del libro, que aún resiste”.
Javi Castro apunta a una percepción diferente de la música, “las nuevas generaciones escuchan música de otra manera. Nosotros continuamos con la manía de escuchar el CD, pero la gente ahora escucha la canción. Un CD tiene su librillo, su producción, pero eso ya no se valora de la misma manera”.


Los disqueros, los responsables de las tienda de discos que aún subsisten, aseguran que no es lo mismo música que industria musical. “Claro –dice Sergio- vivismos un momento en que tenemos acceso a toda la música del mundo, pero, al mismo tiempo, no concedemos valor a la música”.


También crece el número de músicos que se auto editan y auto producen, tratando de llegar directamente a su público. “Sí –reitera Sergio- existe un proceso de democratización de la música, pero los canales de distribución para la mayoría continúan siendo los mismos”.


Recuerda Javi el concierto de The Kleejoss Band en el Stereo –un local logroñés que programa música en directo- al que asistieron hace unas semanas. “The Kleejoss Band se auto producen, están fuera de los canales, el concierto fue extraordinario, pero estábamos treinta. Los canales siguen siendo los mismos. O estás en la FNAC o estás en Amazon o en las radios o no estás, sigue existiendo un filtro. Grupos como The Kleejoss Band se auto editan pero su mercado es muy reducido y no pueden vivir de la música”. Señala Sergio Andrés que aun así se han dado casos excepcionales como Artic Mokeys o Pablo Alborán, “pero son excepciones, al final los canales de siempre siguen ahí”.


Apuntan Sergio y Javi otro condicionante que define el cómo acercarse a la música hoy en día. “Hoy todo es tan rápido –coinciden- que se convierte en superficial. Hay mucha información y vamos acelerados. Sólo hay que ver la cantidad de discos sobre los que hemos hablados en ‘Los Restos del Concierto’ y en SPOONFUL en los últimos meses, por una parte es maravilloso, pero también tiene algo de demoledor”.


Y es que los chicos de ‘Los Restos del Concierto’ apuntan un época no tan lejana en que la oferta musical era limitada. “Ahora no –resalta Sergio-, ahora en un instante, en un click, llegas a un grupo de cualquier lugar del mundo del que te han hablado. Buscas en Amazon y te haces con el disco, aunque se trate de un grupo de un pequeño pueblecito perdido del Estado de Wisconsin”.


La evolución a la hora de comprar música también la han notado Javi y Sergio. “Antes los discos que comprábamos procedían casi todos de las grandes discográficas, de las ‘majors’ –describe Javi Castro-, ahora, a través de la red y de Amazon, predominan las discográficas independientes. Ahora, las discográficas independientes tienen una mayor importancia. Los aficionados a la música son más fieles y buscan otra música que no la encuentran en las ‘majors’”.


Lo que sí hemos perdido es la relación con esas personas –con los responsables de las tiendas-, tipos como el Rob Gordon, interpretado por John Cusack en ‘Alta Fidelidad’. Personas que te recomendaban, que entendían de música y novedades, y te aconsejaban. “En Logroño –repasa Sergio- había gente en las tiendas de discos muy cultivada, además te conocían y sabían tus gustos y qué disco te podían aconsejar. Creo que en Logroño había más facilitadores que prescriptores”. Lo corrobora Javi: “No recuerdo un disquero que me aconsejara, sí que me informará sobre lo que iba a salir”.


Si persistimos en la busca de las causas que han llevado al actual estado de la industria musical, Javi Castro encuentra también un condicionante generacional. “Nuestros padres no tuvieron un acceso fácil a la música, ni desde el punto de vista económico, ni en cuanto a la oferta cultural existente. Se puede decir que la música rock y pop no se asentó en España hasta finales de los 70 y los años 80, no había tenido tiempo de establecerse”. Para Sergio, además es preciso tener en cuenta que “la música ha sido siempre algo muy secundario en España”.


Aun así, Sergio no niega su sorpresa por la velocidad con la que ha pasado todo. “Lo alucinante es lo rápido que ha sucedido, ha sido una industria que en menos de una década se ha ido a pique, en cinco años. En el momento que el CD se pudo copiar surgió el top manta y después ya las copias personales y finalmente las descargas y las tiendas de discos desaparecieron”.


Javi Castro insiste en cómo ha cambiado la forma de entender la música. “Antes, con veinte años te marcaba mucho más la música que escuchabas, ahora los jóvenes son mucho más eclécticos”.


Sergio y Javi pierden la mirada a través del escaparate de lo que fue Disco Club. “Nosotros –dicen- nos consolamos cada vez que llega el paquete de discos de Amazon; nosotros dos solos estamos financiando a Jeff Bezos –bromean. Nos divertimos muchos escuchando música y hablando de música, por eso pusimos en marcha el blog y por eso escribimos en SPOONFUL”./Javi Muro



Autor: Javier Muro

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