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{ENTREVISTAS}

'No busco la fotografía perfecta, quiero contar y sugerir'

La norteamericana Joanna Epstein expone sus imágenes en Trapería DeKlaus

Las fotografías de Joanna Epstein son diferentes más allá de la particular mirada de su autora. La norteamericana trabaja con película y con procesos de revelado alternativos. Procesos de impresión propios del siglo XIX como la placa de colodión húmedo, el marrón de Van Dyke o alternativos y experimentales como el empleo del vino tinto o el café como emulsión. Técnicas en las que Joanna se adentra en un intento de transmitir con mayor intensidad la naturaleza efímera de las escenas que fotografía.


Joanna llegó a Logroño desde Nueva York, tras pasar algunos años en Columbus (Ohio), Chicago, y Montclair, en New Jersey. En la capital riojana reside desde hace cuatro años y nunca, ya fuera al otro lado del Atlático o por tierras riojanas, sale de casa sin su cámara de fotos. “Ser fotógrafa –dice- es más que una afición”.

 

Joanna descubrió la fotografía siendo una niña. Su primera cámara la construyó con una caja de cereales. “Fue –recuerda- uno de los trabajos que realizábamos en clase en el colegio. La fotografía es mi vida desde los diez años”.
  A la creación de sus propias cámaras de fotos regresaría años más tarde, cuando las necesidades creativas le pedían un tipo de máquina y el presupuesto le advertía que debía acudir a su imaginación. Mientras, después de las imágenes tomadas a través de los corn flakes, a las manos de Joanna llegó una agfamatic 508 de bolsillo.


De la fotografía le gustaba no sólo encuadrar y disparar, sino también –y especialmente- “su magia, la química y los procesos”. Una atracción que continúa y que le lleva a buscar continuamente nuevas opciones a la hora de enfrentarse a los revelados y obtener así matices y transmitir sensaciones sorprendentes.

 

En su periplo por Ohio adquirió una Minolta. “Recuerdo –apunta- que me costó 30 dólares. Aquella cámara la estuve utilizando durante muchos años. Fue una época en la que realicé reportajes dentro del mundo cultural, especialmente de grupos de música. Trabajé en una compañía discográfica y aunque no estaba contratada como fotógrafa, en ocasiones pude mostrar mi forma de trabajar”.

  A Joanna Epstein no le convence la fotografía digital y los programas para tratamiento de imágenes, “la gente concede más importancia al equipo que a la fotografía”. La norteamericana se inclina por la filosofía de “más arte y menos instrumento”. Quizá por eso, sigue obsesionada por las polaroid y las cámaras de gran formato.
Fue la casualidad la que le llevó a encontrar una de esas cámaras que tanto ansiaba. Paseaba por Logroño cuando descubrió Trapería DeKlaus. Allí encontró una cámara de gran formato con la que continúa su trabajo, sin abandonar las cámaras que ella misma crea con cajas de madera.


 También, en Trapería DeKlaus expone hasta el 18 de noviembre Joanna sus fotografías. Imágenes en las que las reconoce que busca algo más que lo que se ve, “quiero que sean una invitación a ver más”.


No renuncia al color, pero siente predilección por el blanco y negro. “No preparo mucho las fotos –describe- pero sí persigo lugares especiales y específicos que den rienda suelta a la imaginación y la creatividad”.


Después llega la magia del laboratorio donde utiliza sus emulsiones especiales y peculiares, ya sea el café instantáneo, la vitamina C o el washing soda, que los combina con papeles de diferentes composiciones o incluso cristales. “En estos procesos –señala- hay que estar más pendiente y el revelado lleva más tiempo”. Joanna Epstein entiende que haya gente que busque la foto perfecta, pero ese no es su objetivo, “quiero contar y sugerir; la realidad es algo que puedes ver con los ojos”./Javi Muro

 

*Trapería DeKlaus. C/Somosierra 7.



Autor: Javier Muro

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