15271

{ENTREVISTAS}

'Una fotografía es un hipo, una pequeña muerte, un latido, un pestañeo'

Leila Amat, fotógrafa

Leila Amat es fotógrafa. Aunque estudió Filología Hispánica ha encontrado en la fotografía su camino para transformar e interpretar el mundo. Descubrimos la magia de sus imágenes en una cafetería del barrio madrileño de Malasaña, junto a la plaza del Dos de Mayo. Hasta allí hemos llegado de la mano de Irene Cruz, también fotógrafa. A veces, unas imágenes te conectan con otras y permiten dar continuidad a una forma de mirar. Leila nos cuenta la historia de unas calles que fueron protagonistas del levantamiento de 1808 contra los franceses. También de Manuela Malasaña, la joven costurera asesinada por las tropas napoleónicas durante la represión posterior. Que en sus fotografías construya mundos paralelos no implica que no le interese lo que sucede cada día en éste. Su trabajo desprende poesía. Leila te atrapa en su imágenes y, al mismo tiempo, al describir y contar qués y porqués. Asegura que imagina sus fotografías -surgen, dice, en su cabeza como relámpagos- en base a su vida y al contexto histórico que le ha tocado vivir. Para Leila, una buena fotografía es estética, mensaje y capacidad de desencadenar emociones./Javi Muro

 

SPOONFUL.- Al observar tus fotografías es como si recibieras un leve empujón y de pronto te encontrarás dentro de la imagen. Quizá no en el encuadre elegido, pero sí en un lateral, observando y con las pulsaciones aceleradas y en plena ascensión… ¿Cuál es el secreto para generar sensaciones tan intensas a través de una cámara de fotos?

Qué bonito eso que cuentas, ¡ojalá le pasara a más gente! Eso quiere decir que logras empatizar con mi trabajo, que te transmite, lo cual es de las cosas más bonitas que te pueden suceder cuando te dedicas a esto. Lo cierto es que a la hora de realizar una foto no tengo muy presente a mi público, sólo a mi y a mis circunstancias. Suena un poco egoísta, pero casi todo arte lo es. Son pequeñas reseñas que nacen de mi vida y experiencias. No obstante, cada vez veo más positivo el no dejarse influenciar por los demás a la hora de trabajar. Siendo yo misma, sin pensar en lo que dirán u opinarán los otros, me siento más libre. Pero sobre todo, me siento más feliz. Ata tanto el que guste mucho una foto, como el que no guste nada. Lo primero porque te ves forzada a superarla o anclada a ese tipo de imagen y lo segundo porque genera inseguridades. La clave está en disfrutar y vivir lo que uno hace, el resto es secundario.


S.- …porque, ¿qué es la fotografía para ti?

Una fotografía es un hipo, una pequeña muerte, un latido, un pestañeo. Se me antoja como algo muy pequeño y sutil de crucial importancia. La fotografía nos permite atrapar la realidad que somos, es una herramienta para transformar e interpretar el mundo, un instrumento para volcar lo muy únicos que somos y, por lo tanto, la perfecta oportunidad para plasmar algo diferente. Ser fotógrafo es una labor muy importante, no todos los días se levanta uno con la misión de aportar poesía y belleza al mundo, con la oportunidad de formular (y a veces responder) una pregunta a la existencia.


S.- ¿Crees que la fotografía tiene más que ver con la estética, con la búsqueda de la belleza o como una forma de expresión, de contar algo?

Hace nada hablaba este tema con mi amiga y fotógrafa Dara Scully y desde entonces no he podido parar de darle vueltas. Para mí una buena fotografía tiene que ver con todo eso que has planteado: ha de ser estética y con un mensaje potente, pero puestos a priorizar ¿qué es lo que tiene más importancia? ¿El mensaje o la estética? Una foto que es sólo estética tiene el peligro de quedarse vacía, hueca. Y una foto que es sólo mensaje puede ser un bodrio de imagen. De hecho, muchos concursos o becas se otorgan a personas que llevan un mensaje muy bonito, pero lo único que es bonito son las palabras que lo adornan porque la imagen no vale nada. Puestos a elegir en fotografía, me quedo con lo más cercano a lo fotográfico, es decir, con la estética. Pero una buena foto siempre será para mí una mezcla de estética, mensaje y capacidad para desencadenar historias, emociones y sentimientos.


S.- ¿Siempre quisiste ser fotógrafa?

¡No! -se ríe. Quise ser veterinaria, modelo, jueza y filológa. Y bueno, de esas cuatro profesiones, conseguí profesar la de filóloga (de hispánicas) y la de modelo.


S.- ¿Cuándo y cómo descubriste que la fotografía era lo que te gustaba realmente?

Tras una depresión que casi me manda al otro barrio. Insisto mucho en ello porque fue el motor que me hizo plantearme todo lo que soy, todo lo que había hecho hasta el momento. Y también insisto en contarlo por todas las miles de personas que están padeciendo o padecen depresiones: para 2020, será la primera causa de invalidez en occidente. La fotografía, junto a Guille -su marido- y un poquito de espíritu de lucha, me ayudan a ser una superviviente de mi misma.


6.- Hay en tus fotografías algo literario, ¿Qué te influye? ¿te influyen otras artes?

Puede ser que sea la carrera que estudié, Filología Hispánica. Todavía está pendiente que estudie Literatura comparada, ¡tiempo al tiempo! Creo que es el arte que más me influye a la hora de crear, seguido de la música, la pintura o el cine.
S.- Tus fotografías resaltan por un estilo muy personal y definido, algo complicado de lograr. ¿Has creado un mundo paralelo propio en tus imágenes?

Gracias por opinar eso, no todos lo creen. Así que si a una persona se lo transmite siempre es un motivo de alegría. A mí sí me gusta pensar que mi trabajo es un mundo paralelo en el que verme reflejada.


S.- ¿Has realizado tu propio viaje a través del espejo?

Es que es justamente ese viaje de Alicia lo que ¡positiva' su vida. Alicia sólo es el negativo de una realidad primigenia, que es la que visita. Mi tío, el pintor Jorge Camacho, decía que “no se pinta la realidad, se pinta el espejismo de una realidad reflejada por un espejo. El espejo es el creador de la imagen”. Y mi profesor de Teoría de la literatura, Fernando Gómez Redondo, decía que “la ficción es lo único que existe”, en el sentido de que somos incapaces de interpretar la realidad de manera objetiva, todo está contaminado por nuestras experiencias, forma de pensar, contexto social e histórico, etc. Necesito hacer fotos porque necesito positivar el constante negativo que es mi vida, darle una realidad que se pueda entender y explicar.


S.- Al observar tus imágenes tienes la sensación de que una fuerza misteriosa te atrapa y te propone que no te quedes en la primera mirada, que vayas más allá…

Una vez que lanzo una fotografía al plano visual y la expongo esta deja de ser en cierto modo mía. El público, a través de sus propias vidas o circunstancias, hará de mis imágenes algo suyo a nivel interpretativo. Y por qué negarlo, me gusta.


S.- ¿Existe una historia detrás de cada una de tus fotografías? Al observarlas tienes la sensación de que algo ha pasado o va a pasar…

Sí que existen historias detrás de cada foto, aunque a veces no sé ni yo misma cuáles son. A veces es el mismo tiempo el que me responde.


S.- ¿Cómo surgen tus fotografías? Da la impresión de que tus imágenes llevan adosadas un relato, como si estuvieran escritas en sueños. ¿Las sueñas, las imaginas, las planeas?

Pues imagino mis fotos en base a mi vida y el contexto histórico que me ha tocado vivir. Por ejemplo, lo que sucede en mi país o determinados acontecimientos en Europa o alrededores me afectan. La imagen aparece en mi cabeza como un relámpago. Supongo que la misma fotografía me las dicta.
S.- … en alguna ocasión también improvisas. Junto a una de tus fotografías he leído algo así como “…conocí el café ‘Las Horas’ en Valencia, un lugar extraordinario, Bebimos vino, nos desnudamos y realizamos la fotografía…"

.... -se ríe- sí, muchas veces mi entorno me inspira: los lugares, las personas… eso que describes fue un día con la fotógrafa Bárbara Traver. Es una persona muy sensible y mágica con la que me siento muy a gusto. No obstante, mis fotos en general  son muy muy meditadas.


S.- ¿Cómo es el proceso creativo? ¿Qué pasos das? ¿Cómo realizas tus fotos?

Primero me surgen, aparecen en mi mente. Eso es un auténtico privilegio, porque no fuerzo la creación, la creación fluye, lo cual es realmente cómodo. Visualizo una imagen mentalmente y hago todo lo posible por sacarla de mi y llevarla a un plano visual.


S.- ¿Ideas las fotografía como individualidades o como series?

Trabajo como en pintura, cada fotografía tiene sentido de manera independiente. En muy típico de las escuelas el que te fuercen a realizar proyectos, a trabajar en series, lo cual no me parece mal, pero yo no funciono así. Alguna serie tengo a medio terminar, pero una vez que hago tres o cuatro me aburro soberanamente, siento que me repito. Eso de trabajar en series en fotografía puede deberse a la inmediatez del propio acto fotográfico, que necesita colmarse en una sucesión de imágenes de temática y estética semejante. Pero es que incluso unas horas de exposición es poco tiempo comparado al tiempo de realización de muchísimos cuadros. Mis fotos tardan una semana en gestarse, desde que me nacen en la mente hasta que las llevo a un plano visual, a veces pasa un año o dos.


S.- El cuerpo humano –principalmente el de la mujer, aunque también el del hombre- es protagonista en tus fotografías, pero siempre en conexión con la naturaleza, o con lugares habitables, íntimos quizás…

Realmente, todavía no consigo descifrar qué relación tiene el cuerpo (como tal) en el entorno. Pero sí los personajes con su entorno. Los exteriores son casi siempre la libertad y los interiores me generan la ansiedad del psiquiátrico. Pero poco a poco me voy reconciliando con todos los espacios. No obstante, salir al campo, a sus llanos, bosques y ríos me llena de vida.


Sí hay una cosa que quería señalar. Mi universo es femenino porque aparezco yo y da la casualidad de que soy mujer, pero mi fotografía no gira en torno a mi condición femenina. Es un error de análisis que cometen muchos de los que intentan desentrañar mi obra. Quisiera que se me viera como persona, más allá de ser vista como mujer. Mis personajes suelen ser seres queridos y muy cercanos a mí, es la única condición que pongo para posar en mi trabajo.


S.- En muchas ocasiones eres la fotógrafa y la modelo al mismo tiempo. ¿Sientes pudor ante el desnudo y verte expuesta en tus imágenes?

¿Pudor? ¿Eso se come? -se ríe-, fuera de bromas, no, no siento nada de pudor, es mi cuerpo, mi piel y no siento vergüenza de mis carnes, con sus cosas bonitas o menos bonitas. Tampoco tengo miedo a que me juzguen, pero ha sido un entrenamiento de muchos años. Soy tan libre como mis imágenes.
S.- Corrígeme si me equivoco… surge la idea de despojarse de la ropa –como si de una atadura se tratara- e integrarse en la naturaleza…

Que en una foto haya un desnudo no depende de mí  ni de nadie, lo pide la propia fotografía. Existen fotos con desnudos forzados, que no encajan y existen fotos que piden un desnudo a gritos y se tapan con absurdas telas. Yo soy una mandada del resultado final de la foto. Aparezco desnuda en muchas de mis fotos porque la misma naturaleza se me presenta desnuda ante mis ojos.


S.- ¿… es la idea de libertad o liberación la que preside tus fotos?

No siempre, depende de la foto. Soy una fotógrafa muy libre a la hora de trabajar, pero no es la temática que predomina en todas mis fotos. Creo.


S.- ¿Cuánto hay de ti en tus fotografías? Acompañas una de tus imágenes de la frase “De vez en cuando les planto cara, les miro a los ojos como un remedio para no volverlos a ver”.

A los miedos. Supongo que la mejor manera de superarlos es enfrentándote a ellos ¿no? En mi fotografía, de mí, hay todo.


S.- El agua o el ferrocarril –entre otros elementos- surgen a menudo en tus fotografías. “Territorio abandonado. En mi purgatorio personal”, apuntas junto a una imagen realizada en una antigua estación de tren… o… “…esperando a ver a donde me puede llevar mi tren”…

El agua para mí es un purgatorio, un limbo. El mismo líquido en el que flota un feto, ese ente que tampoco es un ser vivo, pero que tampoco está muerto. El agua nos da la vida, nos puede tender la mano, pero también es un hábitat imposible para el ser humano. Siempre ha tenido un doble filo, hasta en mis sueños. Y lo del tren… pues te lo confieso: las hago para participar en el concurso de “Caminos de hierro”. Ya van dos veces, pero no les gusto...


S.- Hay poesía en tus fotografías, pero también en los títulos y frases que buscas para acompañarlas, “Tengo flores cosidas en el asfalto”, ¿lo poético es importante para ti?

Pues sí. Soy muy lírica a veces. Supongo que el haber estudiado Filología Hispánica tenía que haberme afectado de un modo u otro.


S.- Como comenzaba esta conversación, es imposible resistirse a penetrar en tus fotografías cuando recibes ese empujón que te introduce en ellas. Ya dentro, observas a las protagonistas en una mezcla de sensualidad placentera en conexión con el bosque, los árboles, sus raíces, con el agua… tienen algo de hadas y tratas de no hacer ruido para no molestar…, pero al mismo tiempo, presientes que reflejan cierto temor… ¿Es así, hay temores en esos personajes, son temores de la propia fotógrafa?

 A veces quisiera que mi trabajo reflejara a una mujer fuerte y dura, pero no puedo evitar volcar todos mis temores en mi fotografía. Si voy cargando con una mochila de mierda no se me ocurre nada mejor que vaciarla en una foto, liberar esa carga en la fotografía. Me ayuda mucho trabajar así, es prácticamente una terapia. Hace años que tiendo a la melancolía. Casi todas mis fotos tienen un punto dramático. Termino con una cita de Jung que dice “Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de sus vidas fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido. Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma”.



Autor: Javier Muro

Suscripción a la Newsletter Enviar