6029

{ENTREVISTAS}

Desde el bunker feroz

Diego Sáinz expone en Planta Baja su pintura bajo el título de 'Lina Freeman. Aleluya y Amor'

Aseguran desde Planta Baja que aún dudan si colocar a la entrada de la Sala de Exposiciones un cartel que advierta de la presencia de una fiera suelta en el interior. La bestia creativa a la que se refieren Aurora y José Miguel León es Diego Sáinz, un artista sobre el que tan sólo la ausencia de cables conectados a la camiseta de los Sonic Youth  anula la sospecha de que pudiera estar enchufado a un generador eléctrico. Diego explica, reflexiona, señala detalles de sus obras, al tiempo que ordena los materiales empleados en el montaje de la exposición, y repasa el texto del catálogo. Todo al mismo tiempo y sin la mínima de huella de estrés. Quizá, vivir en Villoslada, en la Sierra de Cameros y en plena naturaleza, pueda ser el secreto de tanta energía positiva.


Las pinturas de Diego reflejan también ese carácter poderoso e intenso. Son potentes y rotundas; sugerentes y rebeldes. “Mi discurso plástico –describe Saínz- se apoya mucho en fragmentos y frases, se fundamenta en iconos y en cómo suenan las palabras”. La coincidencia entre simbolismo y musicalidad generó, de alguna manera el título de la muestra, ‘Lina Freeman. Aleluya y Amor’. Una mezcolanza entre Lina Morgan y Morgan Freeman que ha dado lugar incluso a una página en Facebook que reúne ya a 49.725 personas. “Creo que Lina Morgan tiene un hueco en la cultura del Estado, para mí es alguien entrañable que recuerdo a ver visto en películas en compañía de mis abuelos; por otro lado, Morgan Freeman es un persona rotunda y un extraordinario actor”. De la combinación surgió el nuevo personaje. “Lina Freeman es un nombre que me gusta cómo suena –la sonoridad como referente de nuevo- y además me recuerda a una luchadora por los derechos de la mujer”.


Trazos, signos, figuras, breves escritos y palabras solitarias, la pintura de Diego Sáinz surge de las tripas. “La creatividad artística tiene que ser pasional –destaca-, tiene que nacer de la autenticidad; a veces observo propuestas dentro del arte contemporáneo que me parecen simple pose”. Desde ese convencimiento, exponer y hacerlo en Planta Baja –“es un espacio increíble"- tiene sentido desde la idea de celebración. “Más si cabe –anuncia- cuando la inauguración coincide con mi cuarenta cumpleaños. De alguna manera, muestro mi obra y, al mismo tiempo, se produce un renacimiento”.

 

‘Lina Freeman. Aleluya y Amor’ propone un recorrido por obras realizadas entre finales del pasado año y 2015, tan sólo una de las pinturas es anterior, de 2013. “Es una forma de constatar también –detalla- el cambio que se ha producido mi forma de abordar el desarrollo pictórico, de una obra oscura y siniestra he evolucionado hacia cuadros más divertidos y amables, en las que tiene protagonismo la mancha de color y en las que está presente la simbología y las referencias al grafiti y el arte underground".

 

Apunta también Diego un dato que se muestra esencial. Desde hace un tiempo, sus hijos pequeños y algunos chavales del pueblo le acompañan en el estudio mientras trabaja. “Antes –recuerda- trabaja las obras en soledad y de noche; ahora, desarrollo el proceso creativo de día y, de alguna manera, la presencia de los niños, ha influido positivamente, ha generado fluidez”.
La relación con la divulgación y la invitación a la creación artística de los niños se ha convertido en otra de las actividades esenciales en la vida de Diego. Allí, en la sierra camerana, en Villoslada, puso en marcha en 2013 el proyecto Casa Singular. Una iniciativa que conjuga la residencia de artistas con un extraordinario programa de talleres para niños y jóvenes artistas. “Es cierto que Casa Singular me ha ocupado tiempo y alejado de mi propia obra. He dibujado algo, pero pintar, lo que se dice pintar, no lo he retomado hasta este año”. Tampoco es algo que le pene demasía, al contrario. “Tengo que reconocer que he crecido mucho a través de los talleres que he organizado, estar en contacto con el arte infantil es una maravilla”.


En la pintura de Diego conviven formas geométricas que ponen en movimiento sugerentes escenografías, en las que se entremezcla lo femenino y lo masculino a través de alegorías lineales. Está presente también la naturaleza con la que convive día a día y algunas reivindicaciones sociales. “Mi arte es comprometido –reconoce-, pero que nadie espere reconocer referencias a partidos políticos concretos, son algo que no me interesa por lo que se han convertido”. En cambio, si te detienes un instante ante los murales intuirás la contraposición de la asfixia que genera la soledad con la necesidad de amor que demanda la sociedad. “Son frases y palabras que llegan a mis obras desde los diferentes estados de ánimo que uno mismo atraviesa; no tienen que hablar exactamente de ti, sino que tienen un componente poético”.


Diego siempre ha dibujado y pintado e incluso participó en obras de teatro. La vena creativa comenzó a latir desde pequeño. Aún así, estudio Veterinaria en Zaragoza. La vocación triunfó sobre la razón y terminada la carrera decidió hacer caso al impulso artístico que seguía latente y comenzó a adentrarse en las técnicas del grabado y la litografía. Ahí, empezó a forjar su carrera. “Ahora, sigo en el arte porque es una necesidad, es algo romántico que me ayuda a perseguir el objetivo de la belleza”. Un camino que disfruta desde su taller en la sierra, al que ha bautizado como ‘Bunker feroz’… quizá, por que, tal y como advierten, Aurora y José Miguel, desde los bosques cameranos ha llegado a la ciudad un artista termonuclear… así que lean el cartel antes de acceder al interior de Planta Baja: ‘Disfruten, hay una fiera en la Sala’…/Javi Muro


* Espacio Planta Baja. C/Ciugüeña 10. Logroño. 'Lina Freeman. Aleluya y Amor'. Hasta el 29 de mayo.


 





Autor: Javier Muro

Suscripción a la Newsletter Enviar