5959

{ENTREVISTAS}

Realidades mínimas, fragmentos que susurran

Anita Veracruz expone 'El fragmento callado' dentro del festival 'Mujeres en el Arte en La Rioja'

El zaguán del Colegio de Arquitectos torna en sala de exposiciones y sobre sus baldosas de sillería se extiende, bajo el título de ‘El fragmento callado’, el paisaje imaginado por Anita Veracruz. Son piezas de cemento blanco rápido, plastilina, purpurina, cerámica, yeso, escayola o césped artificial; fracciones de elementos y vidas anteriores, modeladas en busca de una segunda oportunidad.


Anita Veracruz –alias de la artista logroñesa Ana Urbina- dirige la mirada en su proceso creativo hacia las cosas pequeñas, hacia a aquellas que pasan desapercibidas en lo cotidiano y que ocupan un lugar en el mundo discreto y silencioso. Apunta Cristina Fernández Crespo, comisaria de la muestra, que entre resquicios de realidad, a veces considerados, como ruina o desecho, “Anita plantea su obra como un ejercicio de atención a esas pequeñas cosas que ignoramos por su falta de valor productivo”.


Y es que para Anita Veracruz también existen realidades mínimas, “como puede ser un desconchó de pintura, un trozo de madera abandonado o, por ejemplo, un retal sobrante de césped artificial”. En el proceso creativo de la artista residente en Barcelona late la intencionalidad de conceder una segunda vida a las cosas. “Hoy en día parece que si no haces algo productivo no tiene sentido hacerlo”. Anita alude a los Beatles y a una canción de la que no recuerda el título pero que incidía en la idea de que ‘las cosas más bonitas son las más inútiles'. “Parece –reitera- que hoy en día todo lo que hagas tiene que reportarte un beneficio; mis obras plantean otra perspeciva”.


A lo largo del recorrido por las piezas, grabados y fotografías que componen ‘El fragmento callado’ surge la influencia del Arte Povera italiano en la artista. Una tendencia artística de finales de los sesenta, cuyos creadores emplean materiales considerados ‘pobres’ o de desecho y, por lo tanto, carentes de valor. “Me gusta el arte povera –señala-, creo que al final, tal y como describe Cristina en el texto del programa, el concepto que reside detrás de mis obras es volver a poner la vista en cosas como la ruina, el desecho, todo aquello a lo que no solemos darle importancia en el día a día”.

 

Reconoce que, en ocasiones, mientras trabaja le asaltan preguntas sobre por qué, siendo mujer y a los 24 años, no habla a través de sus obras de situaciones que están sucediendo hoy en día, del paro, de la Sanidad o la Educación, pone como ejemplos. “Al final –describe- lo que surge son estas piezas –piececitas, las llama cariñosamente-, que pueden parecer elementos aislados, pero que me gustan porque, a través de su color o materiales, también componen el día a día”.
Anita Veracruz resalta que existe, en su proceso creativo, “un componente estético bastante fuerte, me atraen mucho los materiales, el color en sí. Todo el proceso creativo es muy lúdico. Tiene mucho de ir probando, de ir experimentando. Es un proceso muy divertido, lo disfruto mucho. Después, tal y como sucede con ‘El fragmento callado’, intento que la instalación final se muestre como un pequeño paisaje, que entre todas las piezas generan un paisaje”.


De los elementos que recupera y a los que concede una segunda vida lo que le llama la atención es el color y las texturas. “También –añade- porque cuando cojo algo de desecho o lo genero, ya me lo imagino en la instalación en sí, ya imagino cómo va a dialogar con todas las demás piezas. He comprobado que estas pequeñas piezas aisladas no tienen sentido, lo cobran, tienen presencia, cuando están todas juntas”.


Los colores que discurren por las piezas de Anita Veracruz son contenidos, sin estridencias. “La paleta de colores que suelo utilizar -resalta- es bastante clarita, colores pastel. Pienso en los colores chillones y las obras de gran formato y creo que mi trabajo es todo lo contrario”. Hasta el punto de situar alguna pieza de sus instalaciones en los lugares más recónditos de las salas donde expone –¡atentos en la Sala del COAR! Persigue, de alguna manera, la complicidad y la curiosidad del visitante. “La grandilocuencia es como el paradigma del arte moderno. Un gran cuadro, con intensos colores no implica que sea mejor, sino que es más grande y entonces visualmente puede resultar más atractivo. A mí personalmente me gusta todo lo contrario. Los formatos pequeños me parecen mucho más íntimos”.

 

Llaman también la atención en ‘El fragmento callado’, la serie de bolsitas situadas a lo largo de la sala. “Contienen materiales, purpurinas, pigmentos. Las bolsitas las comencé a realizar en una exposición en la que me habían pedido unos cuadros y en vez de los cuadros, recogí toda la pintura sobrante de la paleta y la coloqué en bolsitas. Representa algo que está ahí contenido”.
Anita siempre ha trabajado el grabado –técnica también presente en la exposición-, así como la escultura. Encuentra una relación directa entre ambas disciplinas. También desarrolla sus ideas a través de la fotografía, aunque no es habitual que exponga las imágenes que toma. “En esta ocasión –la muestra contempla una serie de fotografías- las he incluido porque los fragmentos de cielo retratados mantenían relación con el conjunto de la instalación”.


Al analizar la respuesta del público al contemplar su obra, la artista ha constatado que al visitante le resulta más fácil acercarse a los grabados. “Al mirar las instalaciones –comenta- buscan un explicación. En esta ocasión, con ‘El fragmento callado’, el texto escrito por Cristina es muy acertado, ha dado con la esencia”.


Las líneas escritas por la comisaria de la exposición hablan de diálogo entre la artista y los fragmentos rescatados, que ahora forman parte de un acontecimiento artístico constituyendo una nueva realidad. “Ahora, el espectador puede leerlos como obras de arte, cuando antes los ignoraba”. Anti arquitectura en el Colegio de Arquitectos./Javi Muro




Autor: Javier Muro

Suscripción a la Newsletter Enviar