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{CULTURA / CINE}

'La cultura aún tiene que encontrar su espacio tras el seísmo de internet'

Jaume Ripoll es director y socio fundador de Filmin, la plataforma de visionado de cine en internet

Jaume Ripoll es el director de Contenidos de Filmin, la plataforma de visionado de cine y series por internet referente en nuestro país. Es junto a Juan Carlos Tous y José Antonio de Luna, uno de los socios fundadores de la compañía. Filmin destaca por el detenido cuidado que dedican a la cada vez más amplia selección de títulos de su catálogo. Jaume asiste en Logroño a los Cursos de Verano de la Universidad de La Rioja e interviene dentro de la propuesta ‘La cultura bajo el resplandor de internet’. En la biblioteca de la Casa de las Ciencias charlamos de cultura, de cine, del valor que sé concede a la cultura, de la piratería y, por supuesto, del nuevo mundo que plantea internet. ¿En la red es oro todo lo que reluce?/Javi Muro


S.- ¿Qué espacio ocupa la cultura en la sociedad? ¿Se valora la cultura, se valoran los temas culturales?

Todos los que estamos implicados, de alguna manera, en la defensa de la cultura en este país nos sentimos remando en un mar de madera; es la sensación que hemos tenido en los últimos seis, siete, ocho años. Por un lado, es cierto que ha habido inacción de los políticos frente a iniciativas como la nuestra u otras que han existido. Es cierto que ha habido una manifiesta falta de voluntad por regular un mercado cuyos espacios mayoritarios son ilegales, son no autorizados, pero también es cierto que hay una enorme hambre por descubrir películas, descubrir nuevos directores, por llegar a películas por parte de los espectadores, películas a las que hace unos años era imposible acceder. Entonces, hay que valorar las dos cosas. Es el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos. Es la sensación que uno tiene cuando trabaja en internet.

 

S.- ... pero todo el mundo habla de un inmenso abanico de oportunidades...

Las posibilidades son el infinito, pero el cambio es tan brusco, tan radical diría, que lo que hay que hacer es definir esa situación, ese nuevo funcionamiento. No afecta sólo al cine, sino también al periodismo, a la música, a la literatura, en general las industrias culturales. Creo que no pasa sólo en España, aunque es cierto que estamos en un país en el que la relación con la cultura es peculiar, pero tampoco creo que sea mucho peor que lo que sucede en otros países.


S.- ¿Qué es Filmin?

Filmin es una plataforma de cine en internet y por internet no entendemos tan sólo la página web per se, sino también las televisiones conectadas a la red, consolas, IPhone… Es una plataforma que lanzamos en 2008, aunque la compañía la creamos en 2006. La creamos con la ayuda y el apoyo de productores y distribuidores del cine español. A mí cuando alguien afirma que el cine español o la industria han dado la espalada a internet les recuerdo que fueron algunas compañías de cine españolas las que dijeron renunciamos a este dinero y lo invertimos en una iniciativa como Filmin. Y hay que tener en cuenta que en su momento, al principio, parecía una cosa de locos. Ni siquiera existía Netflix, estamos hablando de hace ocho años.

 

S.- ¿Cómo han sido estos años de poner en marcha un proyecto tan novedoso?

A lo largo de este periplo nos hemos equivocado muchas veces, hemos reaccionado muchas más, y hoy gracias al apoyo de mucha gente –nacional e internacional- y al apoyo de la Unión Europea a través del Programa Media y de muchos espectadores en España que se suscriben y pagan por ver películas tenemos una compañía con un pasado importante y un gran futuro, vamos creciendo cada vez más. Vemos que al final del túnel no hay un tren que viene en dirección contraria, sino que la oscuridad del principio va desapareciendo.


S.- ¿Cómo decidís poner en marcha Filmin? ¿Cuál fue la chispa que desencadenó el proyecto?

Desde Cameo estábamos distribuyendo películas de cine independiente. Cuando Juan Carlos Tous fundó Cameo no existía una compañía de cine independiente en España. Había películas independientes que las producían diferentes compañías. Cameo estaba dirigida a un público que le gustaba ese tipo de cine, al menos de una forma general. Teníamos esa inquietud. Estábamos viendo lo que estaba pasando con la música y pensábamos qué si pasaba con la música, con el cine ocurriría lo mismo. Teníamos claro que era un error por nuestra parte no estar preparados para ese cambio. ¿Cómo podíamos adaptarnos a ese cambio? Bueno, había varias maneras y una de ellas era ser parte del cambio. Bajo ese planteamiento decidimos crear un portal de cine. Obviamente, al principio se cometen errores. Todo es una jungla y tienes que ser tú el que vaya con el machete abriendo camino. A veces te encuentras acantilados y te caes por ellos, pero gracias al apoyo y la confianza de los socios y de la Unión Europea pudimos superar esos problemas iniciales y poner en marcha la versión 2.0 de Filmin que mejoraba de forma importante la original. Una versión radicalmente nueva que era la primera que ofrecía en España servicio en tarifa plana de cine en internet, que es uno de los baluartes de la plataforma. Fuimos la primera compañía de Europa en tener una aplicación Iphone y la primera también en ofrecer cine en alta definición. Y hay que tener en cuenta que empezamos en 2008, son cuatro años, son muy pocos para la vida de uno olivo pero una eternidad para un proyecto en internet.


S.- Una vez asentados, ¿cuál es el planteamiento de futuro?

El primer año el catálogo era de mil películas y ya es de 7.400, incorporamos cine en televisión, tenemos más de cien cortometrajes. Ese es el planteamiento, ir creciendo. Ofreciendo las películas en versión original subtitulada y también castellano. Si no hay doblaje no pasa nada, pero siempre en versión original subtitulada; eso es importantísimo. Y tratando de ofrecer las películas en cuantos más dispositivos sea posible y a un precio razonable; buscando, de alguna manera, conectar con cierto público que creemos que se ha perdido por el camino.


S.- ¿Había una afición por el cine de origen en vosotros?

Sí, claro. Los tres nos hemos pasado la vida en el cine; yo, por ejemplo, soy licenciado en la Escuela de Cine de Barcelona en Dirección. He realizado documentales. Quiero decir que siempre ha habido vocación. Cuando se plantea el lanzamiento de Cameo por Juan Carlos y después el de Filmin por nuestra parte la vocación es ésa, hay un cine que amamos. Un cine independiente, un cine que te saca de la zona de confort, un cine que puede estar en peligro. Es necesario que exista un contrapeso a las películas que tiene una vocación comercial, de evasión y de entretenimiento, un cine que lleve a la reflexión, sin que eso signifique que sea sesudo, aburrido. Hay muchos tipos de cine en el cine independiente y de autor. Puede ser ‘Los chicos del coro’, ‘El secreto de tus ojos’ o una película de Kiarostami. Nuestra misión, como gente que creemos en ese tipo de cine, que amamos este cine, es seducir a los espectadores para que vuelvan los que han dejado de verlo y para que se interesen los que nunca se han interesado.


S.- El título del curso de la Universidad de La Rioja en el que has participado es ‘La cultura bajo el resplandor de internet’, pero tiene un subtítulo: ‘No es oro todo lo que reluce’. ¿No es oro todo lo que reluce?

Es un poco lo que hablábamos antes. Con la revolución digital hoy es más fácil hacer películas y es más sencillo distribuirlas a todos los países del mundo. Uno puede rodar una película con poco dinero o con menos dinero. Eso es incuestionable, es cierto. También que la puede distribuir a través de los canales de internet y eso antes no era posible. ¿Qué es lo que sucede? Pues que tienes que encontrar tu público y no sólo lo haces tú, si la producción es más sencilla la creación también se multiplica. ¿Cuál es el problema que tenemos ahora siendo reduccionista? Sobran películas y faltan espectadores. En un mundo en el que hay más directores que espectadores hay que encontrar el equilibrio y de momento no hemos encontrado el equilibrio. Estamos en el momento que decíamos antes, en el resplandor, nos da el sol en los ojos, pero aún no hemos acostumbrado la vista a esta intensidad que ha generado la revolución digital.
S.- ¿Cómo se puede conseguir ese equilibrio? ¿Cómo los creadores pueden conseguir su público?

Habrá una selección natural. Antes se escribían libros y algunos nunca llegaban a publicarse. Ahora eso no sucede, ahora todo lo que se escribe se publica, la novela ya no se queda un cajón sino en una estantería llamada internet porque ahí caben todas las novelas. Y cuando hablo de novelas, hablo de películas o de cortos. Lo tenemos todo. Somos la primera generación de la Historia que tenemos todas las obras, libros, cuadros, música, cómics y las películas, pero nos sucede lo mismo que a todas las generaciones anteriores… sólo tenemos una vida para leer o ver. ¿Qué pasa? Pues que ahora tenemos un conflicto que nadie hasta este momento en la Historia de la Humanidad había tenido… el saber que no tendremos tiempo para disfrutar de todo aquello que tenemos al alcance. Hasta hace poco esto no pasaba; la abundancia es otro de los conflictos que tenemos en internet.

 

S.- Al hilo de lo que planteas y observándolo desde el punto de vista de las cifras de espectadores en las salas. ¿Es una cuestión de precio de la entrada? Cuando se han bajado los precios ha habido respuesta…

No, no creo que sea una cuestión de precio. La bajada de las entradas fue una novedad y el impacto es indiscutible que existió, pero no deja de ser una novedad. El impacto ahora de la reducción en los miércoles actuales es mucho menor, por ejemplo. El precio es uno de los factores por los que la gente ha dejado de ir al cine pero hay otros que no están vinculados al coste de la entrada. El divorcio que hay en este país entre el público y la sala de cine no es aplicable al resto del mundo, donde las cifras de espectadores en salas aumentan. Así que el divorcio es real, pero las soluciones no son tan simples como la gente plantea.


S.- En vuestro planteamiento en Filmin no os posicionáis frente a las salas de tradicionales de cine, sino todo lo contrario, ¿no? Incluso películas que se han proyectado primero en Filmin después se han estrenado en Salas.

Sí, es un conflicto artificial. La Sala de cine e internet son complementarios. Es cierto que algunas salas de cine han culpado a Filmin de avalar algún tipo de revolución… En absoluto, nosotros no somos revolucionarios sino que el cambio ha existido en internet, no hemos sido nosotros. Desde Filmin lo único que queremos es introducir normalidad en un panorama que ahora es salvaje. Apostamos porque la gente pague por aquel contenido que quiere ver. A las Salas no les queda otro remedio que convivir con internet, con internet legal. La mejor experiencia –y eso lo he dicho siempre- para ver una película es una sala de cine, eso es incuestionable. En una buena sala de cine el diálogo entre la narración cinematogrñafica y el espectador es perfecto. Pero qué sucede, pues que el mundo ha cambiado, que cada vez hay más películas y que hay buscar la manera de combinar. ¿Alguien piensa que por ver una película aquí en la Filmoteca o en Filmin va a cambiar la situación de las salas? Si Filmin tuviera cinco millones de espectadores igual, pero no es el caso. Hay público suficiente que puede convivir entre salas e internet y los números lo demuestran. Al final coges las taquillas de las películas que han convivido en salas e internet y se demuestra que no son enemigos.


S.- ¿Se ha dado, como te decía, el caso de películas que habéis proyectado primero vosotros y luego se han estrenado en salas?

Sí. Y luego además el resultado es bueno. Es que además no hay que se hipócritas porque muchas de las películas que llegan a las salas ya están en internet y las salas de cine no se niegan a estrenar esas películas. La única diferencia es que si están de forma legal la gente está pagando por verlas, pero si están de forma ilegal nadie paga.


S.- ¿La cultura tiene que adaptarse a la tecnología o la tecnología a la cultura?

Hay un mundo nuevo y hay que aprender a convivir con él. La cultura aún tiene que encontrar su espacio después del seísmo o, al menos, reformular ciertas cosas. Eso no quiere decir que la poesía cambie, la literatura cambie, no tiene porque cambiar el concepto narrativo de un largometraje por proyectarse en internet, aunque es cierto que internet ha cambiado capacidad de concentración del ser humano, hoy la gente es impaciente. Hay un déficit de atención bastante importante. Entonces, ¿el cine debe cambiar el estilo narrativo para mantener el interés? ¿Hay que convertirlo todo en series de televisión y seguir un poco las novelas del siglo XIX con sus siete climax cada 45 minutos? No necesariamente. Estoy convencido que después de este resplandor habrá gente que querrá deshacer el camino. Cuando aparecieron los grandes almacenes la gente decía que el pequeño comercio desaparecería; con el automóvil era el tren el que iba a desaparecer; con el cine y la televisión, el teatro decían que tenía los días contados… sigue habiendo teatro, ferrocarriles y pequeño comercio. Tenemos que dejar distancia…


S.- ¿Contemplar internet como un medio más?

Sí, claro.
S.- Amazón aparece siempre como el ogro contra la cultura, ¿lo veis así desde Filmin?

Sobre el comportamiento empresarial de Amazon no tengo nada que decir porque no tengo conocimiento. Sobre el papel como dinamizador cultural creo que en España es hoy una empresa más que puede aportar y entregar cultura a quien lo demande a través de un servicio ágil de envíos. No tengo mucho más conocimiento sobre Amazon.


S.- Te lo preguntaba porque también tiene su plataforma de cine…

Sí, tiene su plataforma de cine en Reino Unido y Estados Unidos, Netflix, y probablemente la tendrá en España dentro de unos años, pero sigo pensando que hay espectadores suficientes para convivir. Lo que no podemos pretender es que todo sea controlado por tres o cuatro compañías o por dos. Quiero creer que en un país como el nuestro tenemos pequeñas librerías y tenemos el Corte Inglés y FNAC, tenemos periódicos nacionales y periódicos locales, no podemos pretender que de repente todo eso vaya a desaparecer y vamos a confluir en tres o cuatro pilares de información y contenidos y esos son los que van a ilustrar a todos los demás. No, no creo que sea así.


S.- … ¿Y la piratería? ¿Parece algo aceptado socialmente?

Sí, es extraño porque este es un país donde cierta gente defiende el consumo ilegal de películas, incluso figuras públicas. Eso es lo que más me desconcierta, que periodistas y opinadores lo defiendan, se ha normalizado como algo aceptado por la sociedad. Profesores, padres, alumnos y políticos, incluso… eso hay que cambiarlo, no hay más, tenemos que regularlo. Las Administraciones Públicas se tienen que implicar para que esas personas que se están lucrando con algo que no es suyo paguen por ello. Debe de estar regulado y el usuario debe entender que tener tarifa plana de internet no significa que no deba pagar por contenidos. Yo siempre he tenido electricidad y eso no significa que no pague la tarifa de la televisión digital.


S.- ¿La crisis ha incrementado la piratería? Mencionabas la televisión digital. Puede ser que familias que seguían sus series o películas a través de esa plataforma hayan tenido que recortar ese gasto…

Hay varios factores que han influido. La crisis es uno por la reducción de los ingresos familiares, pero si atendemos a los datos y estadísticas del consumo ilegal la piratería data de antes del inicio de la crisis. Antes del crepúsculo o del fin de la euforia en España ya estaba allí por lo tanto no es algo que haya cambiado radicalmente el panorama. Esos espacios ilegales provocan que compitamos en condiciones de inferioridad.


S.- ¿Qué propuestas tenéis para acabar con la pirateria o, al menos, reducirla?

Seducir al espectador. Tenemos tarifa plana por ocho o diez euros y eso te permite acceso a 6.500 películas y eso te permite descubrir muchos títulos que no conocías, revisar clásicos, ver series que igual no hubieras visto de otra manera. Entendemos que el consumo ha cambiado y por eso ofrecemos una manera diferente de ver cine y series a través de internet. El público ha cambiado y la manera de ver cine ha cambiado y lo tenemos que entender. Además, otro aspecto a tener en cuenta es que hay muchas películas que no llegan a España y la única manera que tengo yo como cinéfilo de verlas es descargarlas de forma ilegal. Nuestra obligación es hablar con esos propietarios de derechos de esas películas de todo el mundo para que nos las cedan a un coste bajo y ofrecérselas a todos esos cinéfilos con hambre, que hasta ahora sólo tenían un canal, el ilegal. Y lo mismo sucede con los jóvenes creadores españoles, Filmin les permite tener un canal para que puedan hacer llegar su cine al público. Tenemos también que invertir en tecnología para que a partir del diseño, de la navegación, los cinéfilos encuentren atractiva una plataforma como la nuestra.


S.- Si se legislara contra la piratería, contra esas plataformas ilegales, todas esas personas que ven cine o series ahí serían potenciales espectadores vuestros…

Sí, pero no quiero jugar al condicional porque uno siempre termina perdiendo. En la ecuación de la empresa no trabajamos con la idea de que se van a cerrar o no. Trabajamos para seducir al espectador a través de contenidos, tecnología, comunicación…  que lo que le ofrecemos le resulte atractivo, lo demás no forma parte de nuestro trabajo.



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