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{CULTURA / CINE}

De 'Asalto y robo de un tren' a 'Bailando con lobos'

El primer western de la historia del cine se rodó en 1903 y dura once minutos

Son tan sólo once minutos, pero ‘Asalto y robo de un tren’ se ha convertido en una película legendaria, el film que plasmó, por vez primera en la gran pantalla, un nuevo género cinematográfico. Aquella historia dirigida por Edwin Stanton Porter en 1903 e interpretada por Gilber M. ‘Bronco Bill’, George Barnes y Mary Murray está considerada como el primer western de la historia del cine.


En ‘Asalto y robo de un tren’ cuatro bandidos reducen al telegrafista de la estación, atracan el tren y huyen a caballo perseguidos por los habitantes del pueblo, que han tenido que suspender el baile festivo para tratar de recuperar el dinero saqueado. Los ladrones son capturados en el momento en que se dividen el botín. La escena final muestra como uno de los bandidos saca su pistola y apunta a la cámara.


En blanco y negro y coloreada años después, ‘Asalto y robo de un tren’ fue rodada en Paterson (New Jersey), con Bronco Bill –personaje real- como protagonista que da vida al héroe solitario y valiente. La película está basada en un hecho real y con un presupuesto de 150 dólares no sólo está considerada como el western iniciático, sino también uno de los primeros ejemplos de distribución cinematográfica, ya que se vendieron centenares de copias.


En el film de Stanton Porter ya se dejan ver las claves de lo que será uno de los géneros más longevos de la industria. La inspiración de las películas del oeste se encuentra en la literatura de Owen Wister y Zane Grey; en la pintura de Frederic Reminntong y Charles Russell, y en las fotografías de Edward Curtis y Tomothy O’Sullivan, así como en el folclore de muchos Estados americanos. También, por supuesto, en la peculiar política que se desarrollaba en un país situado entre el Missisippi y el Pacífico, entre Alaska y Méjico.

 

Desde esa primera incursión del western en el cine las tramas aparecen inalterables, con unos códigos sencillos y transparentes. El género alcanza su efervescencia entre los años 40 y 60, pero si hay que precisar un trabajo que ejerciera de impulso irrefrenable, ese fue ‘La Diligencia’, la película dirigida por John Ford en 1939.
‘La Diligencia’ representa un cambio espectacular en la historia del western. Marcó un salto de calidad respecto al cine del Oeste que se filmaba en los años 20 y 30, cuando los personajes eran sencillos y se apoyaban en proyectos de bajo coste; eran películas realizadas en serie, inspirados en muchas ocasiones en los horse opera, cuentos populares a caballo. En cambio, con ‘La Diligencia’ se asientan las bases del western maduro. El género vivirá su gran esplendor a partir de 1945 con directores como Howard Hawks, Raoul Walsh, Anthony Mann o el mismo John Ford, quien en más de una ocasión dijo: “Yo hago películas del oeste".


Así, aparece el héroe del western, un personaje complejo psicológicamente que tiene como desafío la conquista o defensa, ya sea de tierras, oro, familia, amigos, o de un pueblo. Un reto que, por lo general, le supondrá un camino difícil y complicado, que representa un duro trayecto personal. Además, las películas del oeste se sitúan en una sociedad sin reglas escritas, marcada por grandes dosis de anarquía y violencia. Ahí aparecen protagonistas esenciales de estos relatos cinematográficos, los indios, los personajes que emplean la fuerza para imponerse y la naturaleza.


Los western cuentan aventuras localizadas, en la mayoría de las ocasiones, en grandes espacios naturales, proponiendo imágenes con un gran impacto visual y estético. De alguna manera, fue con las películas del oeste y con los escenarios que proponían como se popularizaron nuevas tecnologías el Tecnicolor y las pantallas panorámicas.


La frontera –violenta, nostálgica, crepuscular- es otro de los elementos que condimentan el género, junto a iconos fácilmente reconocibles como el caballo, el duelo, el salón, la barbería, la oficina del sheriff, el cementerio, el hotel, los indios, el vaquero o la tierra. También, la idea de la conquista del oeste, los hombres de Ley y los forajidos, la fiebre del oro, las diligencias, el caballo de hierro o las ciudades y pueblos. Y es que como dice Carleton Young, el personaje interpretado por Maxwell Scott en ‘El hombre que mató a Liberty Balance' (John Ford 1962): “En el oeste, cuando la leyenda se convierte en realidad, vence la leyenda”.


El western relata la época –siglo XIX- en que América comienza a transformarse en Estados Unidos. Es el siglo de la conquista del oeste. Películas como ‘La caravana de Oregón' (James Cruze 1923), ‘El gran combate’ (Raoul Walsh 1930), ‘Buffalo Bill’ (C. B. De Mille 1936), ‘Caravana de Paz’, (John Ford 1950) o ‘La puerta del cielo’ (Michale Cimino 1980) relatan el viaje de los pioneros hacia una nueva tierra.


Ahí aparecen los indios, en un primer momento bajo el estereotipo de los ‘malos’, aunque poco a poco el western comenzó a mostrarlos como perseguidos, generando un sentimiento de simpatía. Alrededor la figura de los indios se mezcla la realidad con la ficción. Los grandes guerreros indios como Toro Sentado, que venció en la batalla de ‘Little Big Horn’ al ejército estadounidense y que, posteriormente fue asesinado por un guardia estando ya en la reserva, o Gerónimo, considerado uno de los más grandes guerreros, capaz –dicen- de controlar a los tropas americanas con tan sólo 36 hombres, se convierten en mitos en la gran pantalla. Junto a ellos, el hacha de guerra, el tomahavk, la cabellera o la pipa de la paz.

 

El vaquero es quizá el símbolo por excelencia de las películas del oeste. El cowboy es un icono del western. Un hombre –unos hombres-, que tal y como relata, por ejemplo, ‘Río Rojo’ (Howard Hawks 1948) completa su camino superando todos los obstáculos que la naturaleza interpone frente a su objetivo. Los vaqueros disfrutan de un código de honor propio; no son violentos sino es necesario. A menudo, su figura se inspira en personajes reales como Tom Mix, Wyatt Earp, Búfalo Bill o Bronco Bill.
Por otro lado, los relatos que aborda el western rara vez dibujan una línea diáfana entre el alma corrupta y violenta de los bandidos y el sentido de la Justicia de los hombres de la Ley. El propio Jonh Ford –el director que presumía de filmar películas del oeste- aseguró: “Nos hemos equivocado al transformar en héroes a bandoleros como Billy El Niño, que era una persona increíblemente feroz y brutal; aunque es cierto que la Ley y el Orden fueron impuestos por delincuentes resabiados a los que se nombró sheriff”.


En ese combate real y moral entre la moral, el bien y el mal, los pacíficos y los violentos, surgen películas extraordinarias como ‘Pat Garret y Billy El Niño’; ‘Río Bravo’; ‘Sólo ante el peligro’; ‘El hombre que mató a Liberty Valance’; ‘Furia Salvaje’’; ‘La banda de Jesse James’ o ‘Dos hombres y un destino’.


De igual manera, en esa batalla entre el bien el mal, el mal en muchos de aquellos films se personificaba en los indios. Y en ese punto se repite la escena en que los comanches, o los apaches, o los sioux, tienen rodeados a un grupo de norteamericanos –ya sean pioneros en busca del Dorado, vaqueros trasladando el ganado o una avanzadilla del ejército-, cuando se escucha: “Ya vienen los nuestros”. Una frase que implica la llegada del Séptimo de Caballería al rescate y que cinematográficamente representa el triunfo del bien sobre el mal. Es la antesale de la carga que en el último instante y como final de la narración ssalva a los hombres blancos de los indios. ‘La historia del general Custer’ (Raoul Walsh 1942) o la trilogía de John Ford –‘Río Bravo (1950) y ‘Fort Apache’ y ‘La legión invencible’ (1949), son un buen ejemplo y exaltan el papel del fuerte -acuartelamiento- y de la caballería. Detalles similares aparecen en ‘Murieron con las botas puestas’ (también de Raoul Walsh 1941), en la que se narra la famosa batalla de Little Big Horn, en la que Toro Sentado derrotó al ejército americano del general Custer.

 

Aunque el western ahonda en las amistades masculinas, en las hazañas de los héroes, en los hombre de la Ley y los bandidos, también deja un hueco, aunque hay que reconocer que pequeño, para la mujer. La mujer aparece en las películas del oeste junto al pionero (‘Cimarrón’ 1931), el soldado o el vaquero (‘La balada de Cable Hogne’ 1970).
En el western aparecen mujeres inocentes, madres, prostitutas y futuras esposas. También mujeres con fuerte carácter como Marlene Dietrich en ‘La reina del lejano oeste’; Jane Russel, en ‘El Forajido’; Jenifer Jones, en ‘Duelo al Sol’; Joan Crawford, en ‘Johny Guitar’ o Barbara Stanwyk, en ‘Cuarenta pistolas’.


Otro de los argumentos que han dado lustre al western es la fiebre del oro. El descubrimiento del precioso metal supuso una etapa esencial en la conquista del oeste y el cine no desaprovecho el filón. El oro es, por ejemplo, el tema elegido en uno de los primeros western rodados, ‘La vida de Dorotea’ (W. Griffih 1908). También de otros films como ‘Los usurpadores’ (1942); ‘El oro de MacKenna’ (1969); ‘Veracruz’ (1952); ‘Duelo en la alta sierra’ (1962) o ‘El jinete pálido’ (1985).


Ya en el primer western –en ‘Asalto y robo de un tren’- aparece el ferrocarril como elemento determinante en las comunicaciones a través del oeste. El tren para unos es el símbolo de progreso y para otros un paso más en la colonización, estos últimos hablan del caballo de hierro. Alguien dijo que “Hay más poesía en trayecto de un tren a través de todo un continente que en la cruenta historia de Troya”. Quizá exageraba, ya que el romanticismo –si a eso se refería- está presente de una manera más intensa en los viajes en diligencia, el auténtico medio de comunicación del western. Ambos son uno de los atractivos preferidos de los bandidos.

 

La llegada del tren supuso, especialmente, un cambio de las costumbres impulsado por la idea de rentabilizar la búsqueda de oro. ‘La ciudad sin Ley’ (Michale Curtiz 1939); ‘Hasta que llegó su hora’ (Sergio Leone 1978); ‘Unión Pacífico’ (C. B. De Mille 1939); o ‘Dos hombres y un destino (George Roy Hill 1969) ofrecen extraordinarios relatos sobre este aspecto.
La evolución de la narración cinematográfica relacionada con el western experimento una pequeña gran revolución en los años 60. Se produce un antes y un después en las películas del oeste clásicas, que dejan paso a un estilo ‘western a la italiana’. Un western con personalidad propia que lidera Sergio Leone. El mito deja paso al ‘spagueti western’ y títulos legendarios como ‘Por un puñado de dólares’; ‘La muerte tenía un precio’ o ‘El bueno, el feo y le malo’, con el extraordinario duelo a tres en el cementerio entre ‘El Rubio’ (Clint Eastwood), ‘Sentencia’ (Lee Van Cleef) y ‘Tuco’ (Eli Wallach), escena que inspiró posteriormente a Tarantino en ‘Reservoir Dogs’.


El cambio en los gustos cinematográficos supone el eclipse del género en los años 70 y 80; aunque aún colean películas como ‘Silverado’, ‘El jinete pálido’ o ‘La puerta del cielo’. El western parece un recuerdo del pasado hasta que en los años noventa dos actores en el papel de directores firman dos obras maestras ‘Bailando con lobos’ (Kevin Costner) y ‘Sin perdón’ (Clint Eastwood). Son películas que no traicionan el género: personajes complejos, su aventura les lleva a vivir cambios personales; aparece la frontera, la inquietud, la sensibilidad y la necesidad de comprometerse con los más débiles./Javi Muro


Una media de valoración realizada entre los diferentes libros consultados para la elaboración de este reportaje –‘Películas clave del western’, ‘Western: el cine americano por excelencia’ y ‘Cine del Oeste de la A a la Z’- permite elaborar un listado de diez obras maestras del género: ‘Sólo ante el peligro’ (Fred Zinnermann 1952), ‘Raíces profundas’ (George Stevens 1953), ‘Johny Guitar’ (Nicolas Ray 1954), ‘El hombre de Laramie’ (Anthony Mann 1955), ‘Centauros del desierto’ (John Ford 1956), ‘Río Bravo (Howard Hawks 1959), ‘Hasta que llego su hora’ (Sergio Leone 1968’, ‘Grupo Salvaje’ (Sam peckimpah 1969), ‘La puerta del cielo’ (Michale Cimino 1980) y ‘Sin perdón’ (Clint Eastwood 1992).


Al hablar de los título imprescindibles el listado se amplía: ‘Cimarrón’, ‘La diligencia’, ‘Unión Pacífico’, ‘Murieron con las botas puestas’, ‘Duelo al sol’, ‘Pasión de los fuertes’, ‘Río Rojo’, ‘Fort Apache’, ‘Flecha rota’, ‘Río Grande’, ‘Winchester 73’, ‘Tambores lejanos’, ‘Horizontes lejanos’, ‘Juma’, ‘El hombre del oeste’, ‘Horizonte de gandeza’, ‘El árbol del ahorcado’, ‘El hombre de las pistolas de oro’, ‘El Álamo’, ‘Los siete magníficos’, ‘Dos cabalgan juntos’, ‘La conquista del oeste’, ‘Duelo en la alta sierra’, ‘El hombre que mató a Liberty Valance’, ‘Por un puñado de dólares’, ‘El Dorado’, ‘Dos hombres y un destino’, ‘Valor de Ley’, ‘Las aventuras de Jeremiah Johnson’, ‘Pat Garret y Billy El Niño’, ‘El jinete pálido’, ‘La muerte tenía un precio’, ‘El bueno, el feo y el malo’, ‘Silverado’, ‘Bailando con lobos’, ‘Gerónimo’ y ‘Missing Open Range’. Las últimas 'Django' y 'El llanero solitario'.


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