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{CULTURA / CINE}

Detrás del apellido maldito

'Victor Frankenstein' desempolva los antiguos miedos de la ciencia

Los británicos Daniel Radcliffe y James McAvoy protagonizan la película 'Victor Frankenstein', un dinámico giro a la consabida historia del monstruo despechado. Su electrizante puesta en escena refresca la clásica novela de Mary Shelley, cuyas infinitas interpretaciones se amplían ahora con otra del guionista estadounidense Max Landis, y quien se centra en la relación entre el fanático científico Victor Frankenstein y su peculiar ayudante, Igor Strausman.


Incluso se trata de la primera historia contada con el enfoque de Igor, que no era un personaje del libro original y que apenas apareció en las posteriores adaptaciones cinematográficas. En ésta, dirigida por el escocés Paul McGuigan, se presenta al histriónico doctor Frankenstein (su compatriota McAvoy) junto al calmado Igor (el inglés Radcliffe) compartiendo la noble visión de ayudar a la humanidad mediante investigaciones en busca de la inmortalidad.


Los experimentos de Victor comienzan bien, pero van demasiado lejos y su obsesión augura terribles consecuencias. Solo el brillante Igor puede hacer que su mentor recupere la cordura y salvarlo de su monstruosa creación, en un contexto de Revolución Industrial en ciernes. Es 1860 y hay acento anglosajón por cada rincón de Londres, una gran metrópoli que Paul McGuigan y su director de fotografía, Fabian Wagner, reflejan con rasgos contemporáneos.


Victor e Igor viven la ciencia como algo más que simple observación. Ambos creen que podría ser creativa y que podría transformar el mundo, así que la ambición les impide encerrarse en laboratorios o dar aburridos cursos en pizarras. El conocimiento de Igor sobre anatomía deja impresionado desde el primer momento al científico, quien lo acoge en su hogar. Y aunque Igor sea en muchos sentidos la primera creación de Victor, éste aprende mucho de su ayudante.


Igor llevaba toda su vida trabajando como payaso en el circo, donde el dueño y sus compañeros lo maltrataban. Sin embargo, eso no le impidió convertirse en un talentoso cirujano de artistas y animales, en su refugio mental de libros y recetas para tantas espeluznantes jornadas de trabajo. Victor acude un día a la feria en busca de miembros sueltos de animales... y de repente observa un procedimiento de emergencia sobre un compañero herido.


El doctor quiere identificar otras fuerzas de la naturaleza, dentro de su propio intelecto o en los progresos de su nuevo socio. Pero el vínculo entre ambos, que pretende ser equitativo, genera dudas en un Igor a quien Victor le endereza la joroba circense. Tal metáfora es el punto de partida de una película muy dinámica, que por fases recuerda al universo creado por Guy Ritchie para 'Sherlock Holmes' (2009) y su secuela, 'Sherlock Holmes: Juego de sombras' (2011).

 

Lo divertido de la Inglaterra victoriana pronto se vuelve obsesión y peligro. Bien lo sabe Robert Downey Jr. en esos films de Ritchie... Es un ambiente tan cargado que aquí Victor Frankenstein se declara sociópata mientras dibuja una fina línea entre luz y oscuridad, entre asombro y horror, entre vida y muerte. Y al igual que el doctor, Igor es un hombre de acción pero se siente abrumado, no halla el modo de responder a las preguntas fundamentales de todo ser humano.
Su indecisión contrasta con el gran detractor de Victor: el inspector Roderick Turpin (interpretado por Andrew Scott). De los más destacados en Scotland Yard, este policía investiga las actividades moralmente cuestionables de Frankenstein. La severa fe del inspector es un inconveniente para el científico, pero en realidad se parecen más de lo que ambos quisieran admitir. Los dos son maniáticos, están heridos por su pasado y llegarían al extremo para defender sus ideales.


El obstáculo de Turpin

Turpin está decidido a pararle los pies, cueste lo que cueste y se interponga quien se interponga. Los dos se adhieren a sus respectivas creencias, ya sea la religión cristiana o la prosperidad científica. Y de ello se aprovecha el personaje de Finnegan (interpretado por Freddie Fox), un rico estudiante de medicina y excompañero de Victor en el Royal College of Medicine. Él financiará los experimentos de resurrección para sus perversos objetivos propios.


Si hay verdadera maldad en 'Victor Frankenstein', está personificada en el personaje de Finnegan. Es un psicópata capaz de reconocer las debilidades de los demás y es tan ambicioso como Victor, pero no posee su talento médico. Así que invierte sus cualidades y ambiciones en manipular a su excompañero. Pese a todo, Finnegan no es más malvado que cualquiera de los demás personajes, cuyas manías personales no contagian al espectador mientras esté Lorelei en pantalla.


Trapecista en el circo londinense, está interpretada por la actriz Jessica Brown Findlay y es el secreto más profundo del antiguo payaso jorobado. Ella representa la dulzura ausente en el resto de personajes, además de despertar recelo en Frankenstein. Lorelei es el contrapunto de la peli para modular la intensidad en su trama, creciente hasta el lluvioso desenlace de Prometeo. Ya que este monstruo creado por Victor, Igor y Finnegan es tan real como sus respectivos antojos.


Hay temor de un recién nacido en edad adulta, temor de un adulto con caprichos adolescentes, temor de un policía que prefiere el castigo divino al jurídico, temor de un mecenas por fracasar en sus extravagancias y temor de una artista circense que solo pasaba por allí. Los 110 minutos de 'Victor Frankenstein' desempolvan miedos de una novela cuya escritura original cumple ahora 200 años. El titán engendrado por Mary Shelley está vivito y coleando./Daniel Cabornero

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