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{CULTURA / CINE}

Un Zinemaldia equilibrado, buen cine, estrellas internacionales y compromiso

San Sebastián se ha vestido de cine, otra vez. Las olas de la Concha y la Zurriola no solo reflejan la bella luz del final del verano, sino también nos traen el pulso inquieto de un certamen que no pierde su vocación de encuentro entre el arte cinematográfico y las preguntas que nos asedian como sociedad. A lo largo de estos días, la 73ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián está desplegando unas propuestas valientes, diversas y muy marcadas por un claro compromiso político y social. Aún nos encontramos en el ecuador de este gran evento, por lo tanto, la ciudad continuará respirando cine hasta el próximo sábado.

 

Una Sección oficial entre la intimidad, las causas sociales y la herida del mundo

Uno de los núcleos de esta edición ha sido, sin duda, la Sección Oficial, donde el cine español ha plantado cara con obras de una madurez estratosférica. Destaca el respeto y la sensibilidad de Alauda Ruiz de Azúa, que con Los domingos construye un drama delicado sobre fe, maternidades en duda y silencios enquistados con el trasfondo de la familia como eje conductor y desetsructurado.  Una adolescente quiere entrar en un convento, y la familia, laica, progresista, se tambalea. Ruiz de Azúa observa, no juzga, muestra, sugiere y nos interpela. El debate está en la mesa y los corrillos a la salida de un cine lleno hasta la bandera solo se dispersan por la lluvia intermitente que mojas las calles de San Sebastián durante las primeras jornadas.

Por su parte, los Moriarti, en esta ocasión de la mano de Goenaga y Arregi han vuelto a demostrar su potencia narrativa con Maspalomas, una historia audaz, desacomplejada y muy humana situada en la localidad canaria, epicentro del turismo gay. La actriz Nagore Aranburu, omnipresente en esta edición con 4 trabajos en distintas propuestas audiovisuales, se consolida como una de las voces más firmes del cine vasco contemporáneo junto a un José Ramón Soroiz descomunal que lleva el peso de la película de una forma majestuosa. Se postula como un más que probable ganador de la Concha a mejor actor, de la misma forma que la película.

 

Desde fuera, han llegado apuestas como Couture, de Alice Winocour, protagonizada por una Angelina Jolie que nos deslumbra en la forma pero no en el fondo en esta autoficción con crítica de trasfondo para el mundo de la moda. Y sí, la estrella ha brillado en Donosti, pero también ha escuchado ha hablado y se ha mostrado cercana a los que se agolpaban en la Alfombra roja para saludarle y mostrarle su cariño. En una edición marcada por el posicionamiento político, Jolie ha sido una de las figuras que no ha rehuido hablar sobre el tema de Gaza, respondiendo preguntas sobre el papel del arte en tiempos de barbarie de una manera honesta y comprometida.


Reivindicación en una alfombra roja con voz

El glamour está presente, pero no vació de sentido. Jennifer Lawrence, otra de las grandes estrellas que ha aterrizado en el Kursaal, recogerá en breve el Premio Donostia, al igual que Esther García, histórica productora de El Deseo, figura clave para entender el cine español de las últimas décadas. García, con su discreción habitual, se ha convertido en uno de los homenajes más celebrados y merecidos del festival.

 

Este año, el jurado de la Sección Oficial cuenta con figuras de peso como J.A. Bayona, que preside con  la personalidad y el rigor de quien ha triunfado fuera sin olvidar de dónde viene. Le acompañan, entre otros, Lali Espósito, Gia Coppola, nieta de Francis Ford Coppola y sobrina de Sophia y la cineasta gallega Laura Carreira, reflejo de una pluralidad y diversidad que constituyen un equipo equilibrado para reivindicar que estamos en un momento donde las voces distintas son más necesarias que nunca.

 

Fuera de la programación, pero dentro del corazón del festival, la protesta ha hecho acto de presencia. Las manifestaciones por Palestina han llegado hasta la alfombra roja. Actores, actrices, directores y técnicos se han unido en un gesto que conecta el cine con su dimensión ética. No es solo espectáculo, es mirada, es resistencia, es CONCIENCIA.

 

Perlas del mundo en las pantallas de Donosti

La sección Perlak ha reunido 16 títulos de lo mejor del cine internacional reciente que ha pasado con anterioridad por los mejores festivales del orbe. Ahí está Yorgos Lanthimos con Bugonia, el regreso de un cineasta impredecible que sigue investigando en lo absurdo y lo humano desde un punto surrealista y muy libre. También Richard Linklater, con Nouvelle Vague, regala un ejercicio de nostalgia y metacine en blanco y negro, bella en su estética y muy apegada al momento al que dedica un sentido homenaje.

Desde el cine político de Kaouther Ben Hania, con la desasosegarte y tristemente realista The Voice of Hind Rajab, hasta el romanticismo adulto y maduro de Joachim Trier en Valor sentimental, Perlas está ofrecido una suerte de atlas emocional que conmueve, despierta y nos obliga a reflexionar acercándonos a una especie de ventana caleidoscópica de nuestro presente como humanidad en el que la violencia, la guerra, la polarización y la salud mental son materias urgente que afrontar. Obras seleccionadas no solo por su calidad, sino por su capacidad para dialogar con el momento actual.

 

El Premio del Público Ciudad de Donostia, aún por decidir, es un termómetro emocional donde se premia no solo el virtuosismo técnico y el lenguaje cinematográfico, sino también la capacidad de conmover, dialogar con la sala e interpelarnos como ciudadania inmersos en un planeta global.

 

Una ciudad donde brilla un evento como conversación abierta

San Sebastián vuelve a demostrar que su festival no es una pasarela hueca, sino un espacio de cruce y de escucha. Entre estrellas, estrenos y alfombras, ha emergido con fuerza el hecho demostrable de que el cine, hoy más que nunca, es lugar de resistencia cultural, de reflexión crítica y de encuentro con el otro. Un espacio donde la polarización solo puede tomar forma en la diversidad de opiniones ante una propuesta en pantalla, donde la harmonía y el entendimiento se dan la mano entre un público de salas llenas que reconoce la potencia como medio para hacernos despertar y reaccionar. 

 

En sus mejores momentos, este Zinemaldia no ha buscado solo deslumbrar: ha querido, sobre todo, decir algo. Y está logrado que queramos escuchar./Isabel Ribote desde el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

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