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{CULTURA / CINE}

Welles, un estanco en una esquina y la ciudad que imaginamos

El COAR reflexiona sobre el espacio público en su ciclo Encuentros

El cine es una excusa para hablar de la ciudad. Desde esa convicción, cada dos años el Colegio de Arquitectos de La Rioja organiza su ciclo ‘CineCoar’ bajo el epígrafe ‘Encuentro. Cine y arquitectura. Ahora, al cumplirse la décima edición –la segunda que organizan en colaboración con la Filmoteca Rafael Azcona- pretenden reflexionar sobre el espacio público a través de las sugerencias que transmiten las proyecciones de ‘El Proceso’, ‘Smoke’ y ‘Amèlie’.


El planteamiento del ciclo parte de la premisa de que las ciudades no son sus edificios, sino lo que queda entre ellos. “Aquellos lugares –describe Martín Sáez, coordinador del certamen- que sirven para el encuentro y donde las relaciones personales se pueden desarrollar”. Así, el espacio público se presenta como el hogar común de todos, como aquél espacio que nos pertenece y que nos representa. “Buscamos –detalla Sáez-  establecer un lugar común desde donde poder preguntarnos, “cuál es el espacio público que queremos, cuál es el que soñamos y cuál es el que nos merecemos…”.


Para el coordinador de CineCoar, lo verdaderamente importante de cualquier ciudad no habita en su postal, sino en sus habitantes; en sus relaciones y en sus espacios públicos, “que muchas veces actúan como catalizadores de experiencias colectivas que finalmente son las que construyen  nuestra ciudad”.


Las calles, las plazas y las esquinas cobran verdadero relieve en las tres películas programadas en el ciclo. “Son un camino que nos hace reflexionar sobre lo mínimo, sobre la mirada del detalle, sobre la vida diaria, el barrio o el vecino como una manera de rescatar la esencia de todo espacio compartido”.


CineCoar se adentra en la reflexión sobre las ciudades partir del encuentro pactado o azaroso que muchas veces hacen que nuestros destinos se modifiquen. “Este ciclo –explica Martín Sáez- pretende combatir las soledades urbanas, planteando otra manera de entender la realidad, a partir de una mirada más pausada; más reflexiva y sobretodo temporal para que a través de la visión de los diferentes personajes podamos encontrar otras maneras de enfrentarnos a nuestro día a día”.


En definitiva –apunta el arquitecto- pretendemos regalarnos un instante para poder reflexionar hasta qué punto la construcción del espacio público realizado bajo una mirada determinada puede llegar a provocar que nosotros, habitantes actuales de la ciudad, nos acerquemos o nos alejemos cada vez más de nosotros mismos”.


Ahí surge la pregunta. ¿Cumplen la misma función los espacios públicos consolidados que los que surgen en los nuevos barrios y sectores urbanizables”. Martín Sáez lo tiene claro: “El espacio público no es un lugar, o no solamente un lugar, tiene que tener vida. No es tan sólo el terreno sin construir entre manzanas de edificios; es el espacio y lo que lo compone”.

 

Y al hilo una cuestión más. ¿Los centros comerciales se convierten en modernos espacios públicos? Tampoco tienen dudas al respecto el coordinador de CineCoar. “No –explica-, primero porque eso es doble engaño, ya que no es público y lo que encontramos en sus pasillos paisajes naturales o representaciones de ciudad son imitaciones”.
La selección de ‘El Proceso’ tiene que ver, tal y como relata Martín Sáez, con “encontrar lo inesperado”. Y es que la ciudad del Proceso es más que una ciudad, es un sueño sobre el espacio urbano.


El personaje tiene que intentar encontrar durante todo el film la respuesta a una pregunta. Esto hará que se adentre en un vagabundeo constante y eterno por un sinfín de espacios y lugares que lo irán trasladando poco a poco al interior de una experiencia de ensoñación y de extrañamiento.


El Proceso’ posee la particularidad de utilizar edificios y espacios de la arquitectura real para construir una ciudad y unos escenarios de ficción estructurados en una idea de pesadilla que hace que estos edificios verdaderos se transformen y aparezcan en pantalla con otra función de la que realmente poseen”.


La película dirigida por Orson Welles en 1962, “nos presenta una ciudad laberinto donde lo público se confunde con lo privado y donde el personaje no deja de recorrer unos espacios fragmentarios, potentes y extrañamente construidos. Los descampados, los pasajes estrechos y los interiores más diáfanos desembocan por sorpresa los unos en los otros conformando una estructura urbana donde las plazas, centros de reunión y vías de comunicación se van interconectando mediante la lógica de pesadilla anteriormente citada”.

 

La ciudad laberinto de ’El Proceso’ hace que los espectadores se adentren en otra dimensión, en otros espacios, ofreciendo la posibilidad de poder encontrar unas nuevas maneras de percibir la arquitectura.
En la elección de ‘Smoke’, la película escrita por Paul Auster y dirigida por Wayne Wang en 1995, lo que ha primado para los programadores de CineCoar es la condición de “ciudad que encuentra sin buscar”.


La ciudad de Nueva York es el escenario donde transcurre el pequeño relato que es ‘Smoke’. Una ciudad inmersa en una época donde todavía nada había cambiado es representada a partir de una esquina. Una esquina donde hay un estanco, y un estanco donde pasan sus días una serie de personajes solitarios que solo pueden existir en esta ciudad, en esta época y en este contexto urbano.


La esquina funciona –reseña Sáez- como un pequeño fragmento de la ciudad que sirve para plantear, como si de una espiral se tratase, la idea de todo el film”. En ‘Smoke’, todas las mañanas a la misma hora, de todos los meses y de todos los años, el dueño del estanco se dedica a tomar una fotografía de su esquina con el único objetivo de elaborar una singular colección de imágenes, que a primera vista, son idénticas, pero que al someterlas a una segunda mirada, abandonan esta condición para volverse completamente únicas.


Imágenes de un mismo lugar con infinitas pequeñas alteraciones como la luz, la gente, el movimiento diario o el del fin de semana actúan como cualidades de ese momento mágico del click, “permitiéndonos encontrar aquellos pequeños detalles del día a día que a simple vista somos incapaces de percibir”.

 

Asegura el coordinador de CineCoar que la ciudad de ‘Smoke’ es la ciudad que requiere de una observación más minuciosa, aquella mirada más detenida, más reflexiva, que pone en evidencia que las cosas muchas veces, no son lo que parecen, o lo que nos quieren hacer creer. “En definitiva, la ciudad de esta película funciona como el espacio ideal para que las almas solitarias se encuentren estableciendo unas nuevas conexiones que cambiarán sus destinos”.
Y en ‘Amèlie’ es la ciudad la que encuentra a la propia ciudad. “París encuentra a París. Amèlie vive en Paris; pero no en el Paris que todos conocemos; sino en el que todos imaginamos”. La ciudad de esta historia aparece como una construcción onírica que hace que todo el espacio urbano pueda verse a través de una mirada diferente. “Es aquella mirada de la primera vez, de lo que sorprende, de lo que nada pasa desapercibido, en definitiva, de lo novedoso”.


Toda la atmósfera del film se va construyendo a partir de la sumatoria de pequeños espacios privados, espacios semipúblicos y grandes lugares emblemáticos de la ciudad. Los pequeños apartamentos, las escaleras que conducen a ellos, algunas esquinas como la del bar donde trabaja o la de la pequeña verdulería a la que acude sólo para hundir su mano en las lentejas actúan como los fragmentos necesarios que permiten ir describiendo esta ciudad  tan particular.


Unos espacios –recuerda Martín- que se plantean desde las cosas pequeñas e imperceptibles y nos trasladan a una atmósfera de cuento optimista que funciona como un gran tablero de juego donde el personaje va a realizar sus maravillosos encuentros, no solo con la ciudad, sino también con diversos personajes que harán cambiar de una manera casi imperceptible todo su destino”.


Sáez entiende que Amélie no vive en Paris, “sino en una ciudad que se le parece, donde la gente se conoce, se relaciona, se mira, se escucha, se pelea o se ama, y donde los artilugios tecnológicos aún no existen como barreras interpersonales. El Paris que nos ofrece Amelie, en definitiva, es un espacio colorido, optimista y musical, preparado para todo tipo de encuentros azarosos que nos hace creer que otra realidad es posible, y que esta realidad es algo que con mucho esfuerzo debemos encontrar…”.


El Colegio de Arquitectos propone un proceso de búsqueda a través del cine y la arquitectura, desde la complejidad, pasando por la mirada tranquila, y alcanzando la luminosidad. Un ciclo optimista en tiempos oscuros y difíciles./Javi Muro


EL PROCESO Martes 2 de diciembre a las 20:15 hs.

Pais: Francia
Año: 1962
Duración: 118 minutos.
Dirección: Orson Welles
Guión: Orson Welles (Novela: Franz Kafka)
Intérpretes: Anthony Perkins, Romy Schneider, Jeanne Moreau, Orson Welles, Elsa Martinelli
Fotografía: Edmond Richard (B&W)
Música: Jean Ledrut


SMOKE. Martes 9 de diciembre a las 20:15 hs.

Pais: Estados Unidos
Año:1995
Duración: 112 minutos
Dirección: Wayne Wang
Guión: Paul Auster
Intérpretes: Harvey Keitel, William Hurt, Stockard Channing, Forest Whitaker, Harold Perrineau Jr., Ashley Judd
Fotografía: Adam Holender
Música: Rachel Portman


AMELIE. Miércoles 16 de diciembre 20:15 hs.

Pais: Francia, Alemania.
Año: 2001
Duración: 120 minutos.
Dirección: Jean-Pierre Jeunet
Guión: Guillaume Laurant, Jean-Pierre Jeunet
Intérpretes: Audrey Tautou, Mathieu Kassovitz, Rufus, Lorella Cravotta, Serge Merlin, Jamel Debbouze, Claire Maurier, Clotilde Mollet, Isabelle Nanty, Dominique Pinon
Fotografía: Bruno Delbonnel
Música: Yann Tiersen





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