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{CULTURA / EXPOSICIONES}

Henry Moore está en la ciudad

La Plaza del Mercado de Logroño acoge seis bronces monumetales del escultor inglés

Henry Moore está en la ciudad. Ocupa la plaza del Mercado y quizá, como decía el artista inglés, “si todo pudiera explicarse mediante la palabra, tarde o temprano acabaríamos con el mundo”. Así que, aunque esté reportaje añada aún unas líneas más al relato, lo mejor que pueden hacer es detener la lectura en este punto y acercarse a las esculturas que envuelven la concatedral e impregnarán de optimismo el despertar de los vecinos a lo largo de los próximos dos meses. Porque, sin duda, levantar la persiana cada mañana y encontrarse frente uno de los bronces de Moore tiene que ser algo muy parecido a un extraordinario chute de energía para afrontar la jornada.


Henry Moore está en la ciudad aunque falleciera en 1986. Cuando la obra de un artista trasciende se cumple la máxima que el propio escultor recordaba una y otra vez: “El arte es una forma de vida y como tal no tiene fin”. Henry Moore  se presentado en  Logroño a través de la exposición ‘Arte en la calle’ y de la mano de la Obra Social La Caixa, en colaboración con la Fundación Henry Moore y el Ayuntamiento de Logroño.


Seis bronces monumentales componen la muestra. Seis obras que fueron creadas por el escultor en la cúspide de su carrera, entre los años 1960 y 1982. Representan algunos de los motivos principales de la obra de Moore, que sentía fascinación por las figuras reclinadas y la relación madre e hijo. Sentía la necesidad de explorar la relación entre la figura humana y el paisaje tanto urbano como rural y, al mismo tiempo, bucear en la tensión entre lo natural y lo abstracto. En su proceso creativo indagaba en la transformación de los objetos naturales en formas escultóricas.

 

‘Arte en la calle’ sigue la filosofía del artista inglés de exponer sus obras en espacios exteriores. Museos a cielo abierto que siguen la tradición ya revelada en la antigüedad de situar grandes esculturas a modo de guardianes junto a murallas, templos y edificios sagrados. “En este caso –describe Hannah Higham, conservadora de la Fundación Henry Moore- las monumentales piezas del artista dialogan con el entorno por afinidad o por contraste, provocando un sorprendente impacto en quien las observa”. Una percepción que coincide con los principios que regían la creatividad de Moore y que defendía cuando aseguraba que “existe un tamaño físico para cada idea”.
Henry Moore nació en el pequeño pueblo minero de Castleford, en el condado de Yorkshire, en 1898 y ya desde muy joven tenía claro que quería dedicarse a la creación artística. A veces los sueños tienen que esperar. Su padre decidió que era mejor que siguiera los pasos de su hermana y se dedicara a la enseñanza. Así que fue profesor hasta que fue reclutado por el ejército durante la Primera Guerra Mundial. Al regresar, reanudó su labor docente pero ya tenía claro que aquello no era la suyo. Aquel día comenzó su carrera uno de los grandes maestros de la escultura moderna.


La Plaza del Mercado de Logroño acoge ahora ‘Figura reclinada en dos piezas Nº 2’, ‘Gran Figura de pie: filo de cuchillo’, ‘Pieza de bloqueo’, ‘Óvalo con puntas’, ‘Formas conectadas reclinadas’ y Figura reclinada’. ‘Arte en la calle’ ha recorrido ya trece ciudades españolas. En 2016 se cumplen diez años de la última exposición de Moore en España. Fue en el Caixa Forum Barcelona, años atrás, en 1981, la Fundación Miró y el Palacio de Velázquez de Madrid organizaron dos importantes muestras.

 

Henry Moore visitó España en el verano de 1984 mientras disfrutaba de unas vacaciones en motocicleta y, según detalla Hannah Higham, quedó prendado del arte español, a lo que contribuyó su relación con Picasso –en cuyo estudio de París pudo contemplar la evolución del Guernica- y Chillida. Al igual que otros artistas de su generación, el escultor contempló con horror el desarrollo de la Guerra Civil en España y firmó el manifiesto por que se solicitaba el fin de la política de no intervención en España.

  El escultor partía del convencimiento de que para saber de algo, es preciso conocer lo opuesto. Aseguraba que “la disciplina en el arte supone una lucha fundamental para entender a uno mismo y, al mismo tiempo, entender lo que uno está dibujando o esculpiendo”. Y es que Moore defendía que “La diferencia entre la belleza de expresión y el poder de la expresión es la función. La primera aspira a complacer los sentidos; la segunda tiene la vitalidad espiritual que es mucho más conmovedora y va más allá de los sentidos”.


Para los que descubrimos a Henry Moore a través de una pequeña estatuilla en una película protagonizada por John MalKovicj y Andie MacDowell, ‘Arte en la calle’ confirma que existe un tamaño físico para cada idea y como aseveraba el escultor: “no existe ninguna buena obra de arte que no tenga misterio”. Bronces que son objetos de seducción./Javi Muro                                             

 

* Plaza del Mercado de Logroño hasta el 23 de enero de 2017.

 

Las esculturas:

Figura reclinada en dos piezas núm. 2, 1960
Edición en bronce de 7 + 1
Fundación Henry Moore: donación del artista en 1977 © The Henry Moore Foundation – Photo: Michel Muller


 
Realizada en dos formas separadas, esta escultura no es solo una representación de una figura reclinada, sino que se convierte en una fusión del cuerpo humano con las formas rocosas y con el paisaje. Moore se dio cuenta de la ventaja de la composición en dos piezas para explorar la relación de las figuras con el entorno: abandonando la expectativa de una representación naturalista de la forma humana, convirtió las rodillas y los pechos en montañas, creando así nuevas y sorprendentes visiones.

Gran figura de pie: filo de cuchillo, 1976
Edición en bronce de 6 + 2
Fundación Henry Moore: adquirida en 1987 © The Henry Moore Foundation – Photo: Jonty Wilde

 

Esta obra, que evoca la famosa Victoria alada de Samotracia, fue concebida utilizando uno de los métodos preferidos de Moore: la creación de una obra monumental partiendo de un fragmento de material natural. En este caso, se limitó a añadir una base y una cabeza de plastilina a un trozo de hueso de pájaro, y después aumentó la maqueta resultante en tres fases. Gran figura de pie: filo de cuchillo emana una sensación etérea de ingravidez y de verticalidad flotante. La perspectiva cambia a medida que el espectador se mueve a su alrededor, alternando sus bordes afilados con la solidez terrenal de las formas redondas y planas.
Pieza de bloqueo, 1963-1964
Edición en bronce de 3 + 1
Fundación Henry Moore: adquirida en 1978 © The Henry Moore Foundation – Photo: Anita Feldman

 

Moore explicó así lo que le inspiró esta escultura: «Una vez, estaba jugando con un par de piedrecitas que había recogido, porque en los campos de detrás de mi casa hay una gravera con piedras de miles de formas y contornos distintos. Solo hay que ir allí para encontrar veinte nuevas ideas. En resumen, estaba jugando con dos piedrecillas que encontré y que, de un modo u otro, estaban unidas y no podía separar. Así que me pregunté cómo habían podido adoptar esa posición, como un puño fuertemente cerrado […]. Finalmente lo logré [separarlas], y, girándolas e inclinándolas, las dos piezas se separaron. Eso me dio la idea de crear dos formas que pudieran hacer algo similar, y que después llamé así porque estaban bloqueadas juntas».
Óvalo con puntas, 1968-1970
Edición en bronce de 6 + 1
Fundación Henry Moore: donación del artista en 1977 © The Henry Moore Foundation – Photo: Anita Feldman

 

Pertenece a un grupo de obras cuyo tema central es la combinación de elementos antropomórficos con formas procedentes de la naturaleza en un lenguaje prácticamente abstracto. Combina formas llenas y redondeadas, y puntos afilados enfrentados entre sí pero que nunca llegan a encontrarse. La idea inicial procedía de una pequeña piedra que se encontraba en el estudio de Moore, con dos puntas en contacto en medio de una forma hundida. A partir de ahí, el escultor modeló primero una maqueta de yeso que después amplió de tamaño para crear un modelo de trabajo en bronce, hasta llegar a esta versión monumental.  
Formas conectadas reclinadas, 1969
Edición en bronce de 9 + 1
Fundación Henry Moore: donación del artista en 1977 © The Henry Moore Foundation – Photo: Michel Muller

 

Esta obra prosigue la exploración de uno de los temas favoritos de Moore: una forma exterior protege o encierra a otra interior. Esta idea, con sus asociaciones de protección y delimitación, también está estrechamente relacionada con obras más figurativas, como las de madre e hijo. En palabras de Moore: «La armadura es una concha exterior, como la concha de un caracol, que está ahí para proteger las formas interiores más vulnerables, igual que en la armadura humana, que es dura y está ahí para proteger el cuerpo blando. En ocasiones, esto ha dado lugar a la idea de madre e hijo, donde la forma externa, la madre, protege la forma interna, el hijo, como una madre protege a su hijo».

Figura reclinada, 1982
Edición en bronce de 9 + 1
Fundación Henry Moore: adquirida en 1986 © The Henry Moore Foundation – Photo: Jonty Wilde × 2


El tema de la figura reclinada fue uno de los más importantes en la obra de Moore, al que regresó una y otra vez durante toda su vida. Le proporcionó un motivo con el que podía probar múltiples ideas escultóricas. Él mismo escribió: «La figura reclinada ofrece la máxima libertad de composición y de espacio. La figura sentada tiene que tener algo donde sentarse. No puedes moverla de su pedestal. Una figura reclinada puede reclinarse sobre cualquier superficie. Es libre y estable al mismo tiempo […] además, está en reposo, se adapta a mí». Realizada cuando Moore tenía 84 años, esta escultura es más alargada y sinuosa que algunas de sus primeras exploraciones sobre el tema.

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