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{CULTURA / EXPOSICIONES}

Jacobs transforma en experiencia hipnótica a los Lumiere

El Museo Guggenheim Bilbao presenta 'Los Invitados', con la firma del investigador del videoarte

“El mundo sería diferente si nuestros ojos fueran diferentes”. Con estas palabras expresaba Ken Jacobs el principal objetivo de su trabajo: incentivar al espectador a cuestionar no sólo la verdad y la veracidad de las imágenes cinematográficas sino también su propia manera de experimentar la tridimensionalidad del mundo.  Hasta el 19 de noviembre de 2017, el Museo Guggenheim Bilbao presenta por primera vez en España de la obra de Ken Jacobs ‘Los invitados’ (The G uests, 2013). La muestra es, tal y como recuerda el catálogo, la undécima pieza que programa la sala Film & Video del museo desde que esta se inaugurara en 2014 para albergar obras clave del videoarte, la videoinstalación y la imagen en movimiento como medio artístico.  

 

Ken Jacobs (Nueva York, 1933) creó Los invitados junto a su esposa y compañera profesional Florence Jacobs, reutilizando una filmación original de los hermanos Lumière, padres de la cinematografía, realizada en 1897 con ocasión de la boda de la hija de uno de ellos. En esta breve cinta, la cámara captura desde el interior de la iglesia la llegada de los invitados subiendo en procesión por las escaleras de acceso al templo.  

 

Ken Jacobs distorsiona la estructura de la película de los hermanos Lumière y manipula deliberadamente el tiempo de la misma, convirtiéndola en un hipnótico montaje de 74 minutos. Asimismo altera la ilusión de profundidad y genera en el espectador una sensación de indeterminación dramática y de tiempo suspendido. “Este estado de paralización del contenido del film así como del realismo cinematográfico se asocia al concepto de ‘Eternalismo’, acuñado en los setenta por el artista en el contexto de su trabajo experimental”. 

 

Para conseguir este efecto, Ken Jacobs contó con la ayuda de su esposa y colaboradora habitual, Florence Jacobs; “diseccionó la cinta original y separó los fotogramas pares e impares, colocándolos en diapositivas para proyectarlas a la vez en dos carruseles diferentes y superponiendo cada fotograma al anterior. No hay imagen duplicada sino más bien dos fotogramas distintos, es decir dos instantes, superpuestos. Esto le permitió establecer qué ojo vería el primer fotograma y reconstruir la película original estereoscópicamente, convirtiéndola en 3D”. Así las distintas partes del cuerpo de los personajes avanzan y retroceden de una manera que parece independiente al movimiento lógico de la imagen.  “La lentitud impuesta a la acción, la densidad recobrada de un espacio histórico e inaccesible, llevan el material de los Lumière a un plano que va más allá del documento cinematográfico para convertirse en experiencia directa e hipnótica del misterio de la imagen”. Con su intervención, Ken Jacobs logra que el documento cinematográfico de los Lumière se ralentice hasta convertirse en una experiencia a la vez analítica e hipnótica.   

Ken Jacobs es una figura clave para entender la escena experimental que cobró vida en Nueva York a partir de los años sesenta e influyó decisivamente en la cultura de las décadas posteriores. Formado como pintor bajo la tutela de Hans Hoffmann, Jacobs realiza sus primeros filmes a partir de 1960 y toma parte en legendarios colectivos como el Film-Makers’ Cooperative y The Bleecker Street Cinema. Tras fundar con Florence Jacobs, su esposa y colaboradora habitual, el Millennium Film Workshop en 1966 y dirigir su primera obra de referencia (Tom, Tom, The Piper’s Son, 1969), Jacobs llevó sus investigaciones hacia un campo progresivamente abstracto, dominado por la ilusión de profundidad y los modos en que esta es manipulada a través del cine.  

 

Experimentador infatigable y prolífico, buscador de sensaciones que acercan el acto de ver a la performance, Jacobs desarrolló el concepto de ‘eternalismo’ a partir de los años setenta y creó dispositivos de proyección como el ‘sistema nervioso’ y, a partir de 2000, la ‘linterna mágica nerviosa’. Explorando la capacidad de un solo ojo para captar la tridimensionalidad, Jacobs manipula la luz y la velocidad en imágenes de la vida cotidiana obtenidas de manera espontánea y crea una infinidad de clips. La selección que muestra el monitor en la antesala de la galería incluye seis obras recientes en que las experiencias ordinarias (caminar por una calle, ver la televisión, ir en coche) son ‘eternalizadas’ y atrapadas en un bucle psicodélico./SPOONFUL 

 

 

 

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