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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

'Es esencial que en la fotografía, en el arte, el concepto venga reforzado por una estética'

Lidia Vives es fotógrafa

Lídia Vives (Lleida, 1991) es una fotógrafa con un estilo propio. En todos sus trabajos, ya sean proyectos personales, de moda o comerciales su forma de entender las imágenes rebela una impronta única. "Nunca dejo nada al azar", rebela Vives, quien prefiere definierse como artista visual. El autorretrato es habitual en su proceso creativo. "En el autorretrato -describe- como no hay un filtro todo queda mucho más claro; tu tienes una idea, el modelo como eres tú lo entiende al cien por cien, y sabes cómo expresarla. Es un trabajo que no está intoxicado". La visita a una exposición Henri Cartier-Bresson con su clase del instituto fue el primer flechazo con la fotografía; el siguiente llegó en una muestra de Gut Bourdin Annie Leibovitz. Entonces, eligió la cámara antes que los pinceles. Actualmente, reside en Barcelona. Ha publicado sus fotografías en Esquiere Magazine y Vogue Italia. Las imágenes de Lidia Vives son poderosas, sugentes, oníricas, desbordan fantasía./Javi Muro

 

SPOONFUL.-  Tus fotografías transmiten intensidad y provocan un sinfín de sensaciones en quién las observa. ¿Cuál es el secreto?

Supongo que es porque tengo un estilo bastante dramático y nunca dejo nada al azar. Todo, todas las fotografías están muy pensadas. De hecho, me resulta muy difícil hacer fotografías naturales; dejar que el modelo actúe por iniciativa propia sin decirle como tiene que posar o lo que tiene que expresar o sentir. Tampoco me gusta dejar los colores al azar, es algo que pienso muchísimo. Sucede lo mismo con las luces o dónde están colocadas las cosas, cada elemento que aparece en la fotografía. Al no dejar nada al azar guio bastante al espectador sobre lo que quiero transmitir.

 

S.- …y ahí surge ese dramatismo del que hablabas…

Me inspiro mucho en la pintura, sobre todo en la pintura más clásica, en el barroco y el renacimiento. Especialmente el barroco es muy dramático y al final, inevitablemente, termino trasladando esas referencias a mi trabajo.

 

S.- ¿Qué es para ti la fotografía? ¿Crees que tiene que ver con la estética, con la búsqueda de la belleza, con contar algo?

Para mí, en el arte contemporáneo está imperando transmitir una idea y se está perdiendo la importancia de la estética. Y para mí, la fotografía, el arte, son las dos cosas. Creo que la estética no hay que olvidarla nunca porque si la perdemos deja de ser arte y queda un planteamiento filosófico. Para mí la fotografía es una combinación de la estética y del concepto. Creo esencial que el concepto venga reforzado por una estética. No soy muy partidaria de explicar las obras de arte, se tienen que entender por sí solas.

 

S.- ¿Siempre quisiste ser fotógrafa?

La verdad es que no, lo que quería ser era pintora. Ha sido algo bastante progresivo, pero a partir de los 16 años, que fui a una exposición de Henri Cartier-Bresson con el instituto, cambió mi forma de ver la fotografía. Siempre la había considerado con una manera de capturar recuerdos, hacer fotos a familiares o a los amigos, en esa exposición vi que podía hacer algo artístico y que podía ser mucho más rápido que la pintura. La fotografía me llevaba menos tiempo… y como soy muy impaciente, me terminó atrapando.


S.- Impaciente, dices; pero diseñar, preparar y realizar, cada una de tus fotografías, no parece que sea simplemente disparar la cámara, ¿no?

De hecho, plantear y preparar una fotografía me puede llevar meses y lo que es el retoque… hasta quince horas. Si me pasa esto con una foto, imagina pintando. Menos mal que he cambiado de disciplina. 

 

S.- Te defines como fotógrafa, pero también como artista visual…

No me gusta mucho llamarme a mí misma fotógrafa porque es verdad que sé utilizar una cámara y trabajar con la luz, pero no soy ninguna experta. Sé utilizar la cámara para lo que yo hago. A veces me preguntan “¿qué cámara debería comprar?” o “¿Qué características tiene esta otra cámara?, pues no lo sé, sigo descubriendo muchas cosas. No soy una persona que venda cámaras, soy una persona que hace fotos, por eso me cuesta mucho usar la palabra fotógrafa.

 

S.- ¿Cuándo descubriste que la fotografía o el arte visual era lo que te interesaba realmente?

Cuando decidí dedicarme a la fotografía tendría 18 o 19 años y fue a raíz de otras dos exposiciones, una de Guy Bourdin y Annie Leibovitz. Entonces fue cuando dije quiero intentarlo más seriamente y dedicarme a esto.

 

S.- Tienes un estilo muy definido; un estilo propio muy reconocible, algo muy complicado de crear en cualquier disciplina artística. ¿Cómo se llega a tener un estilo propio?

Es algo que me preguntan mucho y realmente no es tan complicado. El problema es soltarlo, tiene que ser algo que te salga sólo. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene una personalidad y todo el mundo tiene unos gustos. A todo el mundo le atraen más unos colores, le atraen más unos temas, ciertas composiciones, se trata de escucharse a uno mismo y proyectarlo en tu trabajo. Creo que algo que me ha ayudado mucho es, además de escucharme a mí misma, tener diversas referencias y que no todas fueran fotográficas. En el momento en que amplías un poco tu imaginario o empiezas a tener más cultura artística se refuerza tu trabajo. Si como referencias tienes siempre a los mismos fotógrafos y no sigues a pintores, escultores…, puede parecer que no tienen nada que ver con la fotografía, pero al final compruebas que sí, y que esa cultura artística te ayuda muchísimo. Todos nos copiamos, pero si tienes unas referencias más amplias, de alguna manera, copias a más gente y en ese proceso creas algo nuevo. Si siempre tienes las mismas referencias haces lo mismo que hacen esos artistas y no te distingues.

 

S.- Una de tus exposiciones ‘Wonderland’ -la primera o una de las primeras- fue importante en el devenir de tu carrera, ¿no?

Sí, mi primera exposición fue realmente ‘Wonderland’ y fue también un golpe de suerte porque me expusieron en un museo de mi ciudad natal, en Lleida. Aquella muestra la movieron mucho, hubo muchas notas de prensa y eso facilitó que la gente me conociera. La exposición además se movió por otras ciudades y gracias también a las redes sociales mi trabajo se fue conociendo más. La verdad es que no sé si hubiera llegado a donde estoy si no hubiera sido por esa exposición.

S.- Y a la hora de abordar tu trabajo, ¿te gusta más trabajar en series de fotografías o en fotografías individuales?

En principio prefiero fotos individuales. En ese sentido, soy el típico estereotipo de artista que se cansa rápido, me cuesta mucho estar hablando siempre del mismo tema. Necesito ir variando. El problema de las series es que tienes que hacer fotos que se parezcan mucho entre sí. Puesdes no hacerlo, por supuesto, puedes hablar de un mismo tema y que las fotos vayan variando de formato, pero no es lo común. Normalmente tienes que seguir una línea y eso a mí me agota. Prefiero hacer fotos individuales. Tampoco me gusta hacer muchas fotos de una misma imagen para una obra única. Supongo que tiene que ver con venir del mundo de la pintura.

 

S.- ¿Cómo es tu proceso creativo?

Todo comienza a partir de una idea que puede surgir de diversas formas; bien por un objeto que me ha interesado, a veces una palabra, un concepto, o, incluso, un color. A veces es una prenda de ropa; también depende de si es un proyecto personal o es un cliente, que entonces la inspiración, lógicamente, será el producto. Lo que hago es buscar referencias, a veces surge la idea sola, pero también me gusta investigar… revisar artistas, pinturas, obras de las que me gustan elementos. De ese proceso termina surgiendo algo nuevo y no quedarme con algo que ya se ha hecho. Suelo anotar y realizar bocetos, voy buscando todo lo que necesito para la sesión. Después toca hacer las fotos y la postproducción. 

 

S.- ¿Autorretratos o trabajo con modelos?

Las dos cosas. Preferir, prefiero el autorretrato porque es más íntimo y es más sincero. En el autorretrato como no hay un filtro todo queda mucho más claro; tu tienes una idea, el modelo como eres tú lo entiende al cien por cien, y sabes cómo expresarlo. Es un trabajo que no está intoxicado, pero sí que es verdad que cada vez me estoy apartando más del autorretrato porque creo que es algo que tengo que dejar, que no quiero hacerlo siempre. Estoy tratando de trabajar con otras personas, pero siendo sincera como me siento más cómoda es el autorretrato.

 

S.- Has mencionado referencias pictóricas, del barroco, del renacimiento, pero ¿te influyen otras disciplinas artísticas?

Sí, sí, el cine mucho, últimamente bastante. También la música me ayuda mucho; imaginarme un videoclip. Por ejemplo, una serie como ‘Gambito de dama’ me inspiró mucho visualmente.

 

S.- ¿Recuerdas cuál fue tu primera cámara?

No sé decirte el modelo, pero fue una Fuji. Me la regalaron; era una bridge.

 

S.- Ahora, ¿con qué cámara trabajas?

Trabajo con un Pentax K1.

S.- ¿Ha llegado ya el momento de desvelar el secreto de la abeja?

¿Lo que significa la abeja? Nació porque yo quería tener un símbolo, me parecía muy importante; me interesaba tener algo que fuera mío. Precisamente en la exposición ‘Wonderland’ la fotografía más simbólica, la que se utilizó para los carteles, es una imagen en la salgo con una abeja en la boca. Es una fotografía inspirada en una obra de Irving Penn. A partir de ahí me pareció interesante que fuera una abeja el símbolo. Además, las abejas son un animal que me resulta fascinante. Son muy pequeñas, pero la gente les tiene mucho miedo porque les preocupa que les piquen, pero las abejas no te pican sino les haces nada, sólo defienden. Igualmente, me parece esencial la idea de que sin las abejas se acaba el mundo. Estoy muy concienciada con el cambio climático, es un tema que me interesa mucho. Las abejas son muy simbólicas en este sentido. Y también fueron el símbolo de la familia Barberini, que fueron grandes mecenas del Barroco, así que fueron juntándose cosas que tienen un significado importante para mí…

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