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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

'Una ciudad opina sobre ti, el bosque nunca opina'

Jesús Rocandio expone su serie de fotografías 'Naturaleza' en la Sala Amós Salvador de Logroño

Son laberintos de ramas y troncos sobre una alfombra de hojas siena, verdes y ocres. Son musgo y helechos que salpican pistas que conducen a una salida imposible. Huele a libertad y otoño mientras esperas que un basajaun –esos seres mitológicos que pueblan las novelas de Dolores Redondo- se deje contemplar, aunque tan sólo sea por un instante, camuflado tras uno de los árboles. Es la niebla que desciende desde las montañas hasta difuminar el bosque y crear un halo de incertidumbre. ¿Algo va a suceder? Son los glaciares y la nieve y la sensación de soledad; también de tranquilidad, de paz. Es la bruma que se escurre desde la cima de la colina y te invita a descubrir si realmente el mar baila en la ladera opuesta. Son grietas que son cicatrices que -como si fueran retratos-, reflejan lo vivido por el hielo y la roca desde siempre y hasta ahora. Son los barrancos frondosos que dibujan rostros en complicidad con la vegetación y la orografía. Es el árbol solitario y sublime que, como una rapaz, anida en la covacha que se adentra en la pared vertical de roca y te hace creer que sus raíces descienden un centenar de metros hasta tocar tierra y sentir el agua. Son las murallas de hielo compuestas por un infinito de témpanos que rematan sobre una fina capa de agua, que a su vez forcejea contra el peso de la piedra congelada hasta ceder en su hundimiento.


Todo es ‘Naturaleza’, la serie de fotografías que Jesús Rocandio expone en la Sala Amós Salvador de Logroño. Una naturaleza que se muestra en imágenes que son fragmentos de paisajes. Miradas mantenidas de tú a tú en Peña Vieja y  Peña Olvidada; en la Laguna de la Cascada, en el Valle Quixote y en el Lomo del Harinero; en Irati, Urbaña, Santa Gadea y Piedrasluengas; en Matapuerco, en el Mar de Cortes y en el Arrastradero del Diablo; en Skaftafell, Sudurland y Thorsmörk; en Tindouf y en desierto de Sonora. Son 27 fotografías en gran formato realizadas entre 2012 y 2015 que muestran territorios naturales, al tiempo que recuerdan esa definición que relaciona la naturaleza con el “conjunto, orden y disposición del universo”.


Una serie de imágenes que tiene su origen en la concesión al fotógrafo del Galardón de las Artes de La Rioja y que conlleva la exposición de la obra del premiado. “Inicialmente –recuerda Rocandio- pensé en proponer una muestra antológica, pero Teo Sabando, amigo, gran artista, ya desaparecido y a quien quiero dedicar la exposición, me animó a trabajar la idea de la fotografía de naturaleza. Con Teo paseaba por todos esos rincones”. El impulso definitivo para tirar por la senda que ahora ha desembocado en ‘Naturaleza’ llegó de la mano de Julio Álvarez. “El responsable de Spectrum –la Galería dedicada a la fotografía más antigua de España y ubicada en Zaragoza- me convenció de que el trabajo tenía identidad”.


Apunta Rocandio que la representación de la naturaleza siempre le ha fascinado. “Ahora más si cabe –asegura-, porque en mi desconcertado intelecto, en mi forma de entender el mundo, pienso que una de las desgracias que acontece al género humano reside en la progresiva separación de lo natural, de no sentir la Naturaleza tomada como referente vital”. No en vano, Jesús Rocandio observa que “las imágenes que imperan hoy en la sociedad son imágenes convulsas, fabricadas. Sin embargo, las fotografías que forman la exposición pretenden ser una reflexión sobre aquello que no está fabricado, sobre aquello que es natural”. El fotógrafo no tiene dudas, “si la gente estuviera más en contacto con el medio natural el mundo sería mejor, más bonito y más bello”.


Jesús Rocandio es también el director de la Casa de la Imagen y reflexiona sobre el camino transitado para llegar a las imágenes que componen la muestra y resalta, por un lado, el desarrollo cultural a través del contacto con creadores y, por otro, la perspectiva clásica de observación de la Naturaleza. “Es –describe- una estética cerca al dibujo, sin presencia humana, que responden a mi posición como autor que se halla ante el binomio sencillez y complejidad; entre la realización de fotografías técnicamente complejas y una mirada natural, desde la sencillez”.

 

Rocandio habla del carácter hiperrealista de las imágenes que forman la exposición, de la importancia de los detalles. Así lo entienden también sus colaboradores en la Casa de la Imagen. Por un lado, Emilio Blaxqi encuentra un propósito quijotesco en Jesús Rocandio. “Un propósito de aprehensión de la totalidad, torturando los recursos técnicos para llegar a los límites de la exactitud. Hasta el mismo absoluto de la nitidez total, que diría Traspaderne. Todo dentro del encuadre, nada fuera del encuadre, nada contra el encuadre”. Por otro, el mencionado Carlos Traspaderne recuerda en el catálogo que acompaña a la muestra, que la naturaleza es, por su mera dimensión, irrepresentable. “Reduciéndola –destaca- aspiramos a domesticarla”. Para Traspaderne, la fotografía de Jesús Rocandio coincide, “frente a la tendencia de la visión espiritual de la naturaleza, con la mirada de los nuevos fotógrafos paisajistas que una mirada que se encuentra en la certeza de la apariencia, en la sublimación del detalle, en la propia vivencia del fotógrafo filtrada a través de su visión, en la reconciliación sujeto-objeto”.

Carlos Traspaderne apunta que como paisajista Rocandio va un paso más allá. “En sus imágenes realiza una reconstrucción minuciosa de lo que se le ha presentado ante la cámara trascendiendo las limitaciones técnicas impuestas. Por la vía de la acumulación alcanza una suerte de imagen total que invita al espectador a la inmersión en el absoluto de la nitidez”.


El también fotógrafo Eduardo Momeñe encuentra también una “dificultad estratégica; la tentación de mirar desde fuera, desde la nostalgia del paisaje, del viejo oficio de paisajista, quizá un mundo idealizado, emociones que perturban la mirada, la tentación del maquillaje, de nuestro espíritu artístico siempre al acecho, que busca un minuto de gloria” y ante ese señuelo dice encontrar a “los fotógrafos que buscamos el silencio para constatar; no es un asunto existencial, sino lingüístico, es un saber, saber utilizar el medio con todos los recursos que nos ofrece la cámara fotográfica, silenciosa cuando absorbe los ecos del mundo, cuando corta el espacio”. Esboza un estado de complicidad con la cámara. “Las fotografías de Jesús Rocandio –asegura Momeñe- me miran y me hablan de esa manera de fotografiar, de ese modo de penetrar en la naturaleza”.


Rocandio señala mientras recorre la Sala a un espacio semicerrado, aislado del resto de la muestra. “En esa habitación –explica- está el origen de las fotografías que componen ‘Naturaleza’”. Al correr la cortinilla que separa los espacios descubres un resumen gráfico de la carrera del fotógrafo riojano. Desde la puesta en marcha de Cámara Oscura hasta su transformación en la Casa de la Imagen, desde su trabajos profesionales de agencia, a su labor docente, investigadora o de comisariado de exposiciones.


De regreso a la sala, las montañas, los árboles y las nieves perpetuas provocan una cierta atmósfera de libertad. “Es lo que percibe el fotógrafo –asiente Rocandio- cuando se encuentra en mitad de un bosque; una ciudad opina sobre ti; el bosque nunca opina”. Las ramas de los árboles abandonan sus marcos y se prolongan por la sala. El visitante se sumerge en las imágenes y siente vibrar ese estado natural que nos acompaña a todos. Momeñe dice escuchar a Shubert…, alguien silba… “cuando el bosque te hable te hablaré, cuando el mar te tenga te amaré”./Javi Muro

 

*Visita Galería de imágenes.

 

*Sala Amós Salvador. Logroño. Hasta el 8 de diciembre.

  Laborables de 11 a 13 horas y de 17,30 a 20,30 horas.

  Domingos y festivos: de 12 a 14 y de 17,30 a 20,30 horas.

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