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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

Explorando 'Riberia'

El fotógrafo Carlos Traspaderne sigue el curso del río Ebro descubriendo un mundo nuevo

Un día, de eso hace ya casi dos años, Carlos Traspaderne cargó en el asiento trasero del coche la cámara –una Hasselblad 500C/M- y emprendió la aventura de explorar Riberia. No se trata de un reino imaginario fruto de la literatura o la mitología. No tiene nada que ver con Invernalia o Desembarco del Rey, tampoco con Mordor o la Montaña Solitaria, aunque sin duda comparte la atmósfera mágica que los describe diferentes. Si de hallar comparaciones en la ficción que ejerzan de referencia sé trata, quizá el territorio descrito por las imágenes de Carlos encuentre cierto paralelismo –especialmente en sus construcciones, cabañas, chozas y casas de aperos- con ‘True Detective’, la serie protagonizada por Woody Harrelson y Matthew McConaughey, que se desarrolla en la planicie del sur de Luisiana.


Pero ‘Riberia’ no es ficción. ‘Riberia’ es un proyecto de fotografía documental que parte del convencimiento de que “las comunidades humanas no se forman por afinidades selectivas, sino a empellones”. Y es que Carlos tenía el convencimiento de que los riberos, esas personas que viven en y de las tierras que bordean el cauce del río Ebro tenían mucho en común, fueran riojanas, navarras o aragonesas. “Quería –explica el fotógrafo- reflejar cómo vive el ribero en su entorno, como es la relación amor odio con ese vergel que son las tierras que se nutren del Ebro, cómo esos hombres se adaptan, cómo se produce el choque con un territorio que les proporciona subsistencia y riqueza y como, entre comillas, lo tratan con dureza”.


Dice Carlos que ‘Riberia’ podría ser el trozo de tierra que baja, ya pasado Logroño, hasta bien entrado Aragón, pasando por lo que podrían ser su bicéfala capitalidad: Calahorra y Tudela. Los límites Norte y Sur vienen marcados por el comienzo de La Montaña, como susurran azorados los riberos para referirse a cualquier población sobre el más leve promontorio con césped. Porque Riberia es una tierra llana y roja, moldeada por su gran río en milenios de erosiones. Una cuenca sedimentada con la más rica de las tierras, que de no estar regada por el caudaloso río sería un auténtico solar, un erial como, pongamos, las Bardenas o el Gobi.

 

Traspaderne es fotógrafo y se ha especializado en la recuperación de archivos fotográficos. ‘Riberia’ es el proyecto documental que ha emprendido y con el que está remontando el Ebro desde Varea –el barrio logroñés situado al este de la capital riojana- hasta dónde localice el último rastro que identifique las peculiaridades riberas. “Aún no he llegado a Calahorra -recuerda-, pero presupongo que el proyecto me llevará hasta Aragón”.
‘Riberia’ es fotografía documental, “muy cercana a lo topográfico”. “Estoy explorando lugares que nunca había imaginado –señala-, un nuevo mundo, que se ve transformado constantemente”. Recuerda Carlos las recientes inundaciones. “Parajes y construcciones que había retratado en mis fotografías han desaparecido como consecuencia de las avenida de las aguas. El Ebro manda y reina, alimenta y fulmina. Quizá por ese motivo, muchas de los construcciones que se levantan en sus inmediaciones son tan precarias”.


El fotógrafo ha delimitado ‘Riberia’. “El paisaje cambia por completo en cuanto superas los cinco kilómetros desde cualquiera de las dos orillas del río”. ‘Riberia’ es el territorio comprendido entre esos diez kilómetros. “Dejo el coche y me introduzco por los caminos, la idea es explorar. De pronto desaparecen las construcciones urbanas y surge un mundo diferente”. De alguna manera, las fotografías de Carlos ponen en entredicho las fronteras geopolíticas establecidas. “Si en otros sitios el río ha aglutinado a los habitantes de ambas costas, entre La Rioja, Navarra y Aragón siempre ha sido una trinchera civil que ha separado a aquellos que se parecen más de lo que creen”.

 

Las imágenes que componen el proyecto ‘Riberia’ están plagadas de detalles y proponen también la interactividad de quien las observa. “Planteo un juego que hay que descubrir –reitera-, una forma de provocar que el espectador también ejerza de explorador, una invitación a que me acompañe en la exploración”. Ahí entran en escena esos elementos, en ocasiones desconcertantes y medio escondidos, que aparecen retratados en las fotografías y que la lógica define como ubicados en un espacio inapropiado. Un caballito de juguete en mitad de la nada, un espejo en la fachada de una chabola, una auto caravana bajo un cobertizo de uralita, una yegua solitaria, la cocina superviviente a un esqueleto de tabiques de madera, o ‘El Bienestar’, esa caseta construida entre las ramas y el tronco de un enorme olmo y que seguro ofrece extraordinarios momentos a su propietario. “Son objetos que proponen instantes surrealistas y que permiten también ofrecer una perspectiva desde la ironía, ya que seguro que para el dueño de ‘El Bienestar’ ése es el mejor lugar del mundo”.
De alguna manera, confirma Carlos Traspaderne, el hallazgo de esos elementos indescifrables se produjo a posteriori. “Desde la foto a gran tamaño –apunta-, poco a poco, voy descubriendo”. Recuerda que el medio también hace el mensaje y que el proceso es posible gracias al empleo de una cámara Hasselblad 500C/M y película Pan F o FP4 procesada con revelador ID-11.


Carlos reconoce la inspiración en los fotógrafos documentalistas clásicos. “Fotógrafos como Walker Evans, casi topógrafos; también Paco Gómez y Carlos Cánovas y, por supuesto, en Emilio Blasqi y su trabajo ‘Geografía doméstica’. En definitiva en la fotografía del siglo XIX, que es la mejor que existe, es la fotografía con mayúsculas. Eran documentalistas de verdad, realizaban fotos bonitas, técnicamente perfectas, composiciones perfectas… y lo hacían sin platearse que tenían que hacerlo así. Evans y muchos documentalistas han acudido al siglo XIX a inspirarse”.


El fotógrafo se retrotrae en el tiempo y se sitúa en el momento en que percibió por vez primera que ‘Riberia’ existía. “Era una chaval, mi abuelo me llevaba a la huerta en su mobilette y siempre pasábamos por delante de una casa en cuya fachada había dibujado un elefante. Aquel dibujo no me entraba en la cabeza y comencé a comprender que ‘Riberia’ era una mundo aparte, diferente”./Javi Muro



* Proyecto Riberia. Aquí.

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