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{CULTURA / LIBROS}

'Días felices en el infierno', un viaje trepidante por la vida de Faludy

En el Día de las Librerías, Cerezo recomienda la edición de Pepitas de Calabaza y Fulgencio Pimentel

‘Días felices en el infierno’ son las trepidantes memorias del candidato al Premio Nobel György Faludy. Narran su vida desde su huida de Hungría escapando del terror nazi, hasta su internamiento en un gulag a su regreso.


Más allá de su interés histórico, como crónica documental del “socialismo real” y texto pionero de la “literatura del Gulag” –detallan desde Pepitas de Calabaza y Fulgencio Pimentel, las dos editoriales riojanas que han colaborado en la edición-, este libro es el testimonio de una irrepetible aventura intelectual que contiene, elegantemente administrados, elementos de todos los géneros literarios. La poesía, la economía política, la aventura, el erotismo, la historia antigua, el humor, los sueños, el espionaje y el horror se dan cita para componer un relato animado y vivo, poblado de personajes inolvidables y episodios insólitos, que confluyen para dar cuerpo de obra maestra a esa “celebración del triunfo del espíritu humano” que es ‘Días felices en el infierno’.


‘Días felices en el infierno’es la obra maestra del poeta, periodista, traductor y enfant terrible de las letras húngaras del siglo XX, György Faludy (Budapest, 1910- 2006), y recorre quince años de la biografía del autor, que comprenden desde su huida de Hungría (perseguido judicialmente por el gobierno filonazi), a finales de 1938, hasta su salida del campo de trabajos forzados de Recsk, donde había sido internado en 1949, entre los miles de detenidos a raíz del proceso a Lazsló Rajk, que fue el bautismo de sangre del estalinismo húngaro. Editado en inglés en 1962, el libro no fue publicado en húngaro hasta 1989, tras la caída del régimen comunista.


Philip Toynbee saludó la aparición de ‘Días felices en el infierno’ –recuerdan desde las editoriales-  asegurando que Faludy era “el tipo de persona que todos hubiéramos querido ser, aparte de nosotros mismos”. Es obvio que el crítico inglés no se refería al pormenor biográfico de la historia, cuya naturaleza dramática o directamente trágica es difícil ignorar, sino a la actitud vitalista, desinhibida e irónica con que el narrador, el personaje Faludy, encara y afronta los acontecimientos más complejos y las situaciones más deprimentes./SPOONFUL

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