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{CULTURA / LIBROS}

'La poesía es la lavandería del lenguaje'

Jaime Siles presenta sus sonetos contemporáneos en las Jornadas de Poesía en Español

“Tu cuerpo suena a mar. Y tu figura, en la arena reflejada, a sol, a sal, a son, a suma”. Jaime Siles apunta al mal como el actor principal que provocó su giró hacia la estructura clásica en la composición de sus versos. Fue mientras residía en La Laguna y ejercía su condición de catedrático de Filología. “El sonido del mar –recuerda- me hizo volver al soneto”. El viaje lógico –o al menos el habitual- parece el inverso al recorrido por el poeta valenciano. Ése que camina de lo clásico hacia el verso libre y no al contrario. “En mi caso, y en el de toda mi generación, existía un problema con las formas clásicas. No era la falta de dominio de las mismas, sino que en concreto el soneto había sido muy fatigado, muy recorrido, por la primera poesía española de posguerra y, en concreto, por la del grupo que giraba en torno a la revista ‘Garcilaso’. Componían sonetos renacentistas, querían volver al Siglo de Oro, y a nosotros aquello nos parecía reaccionario. Queríamos ser poetas vanguardistas y entonces, la forma clásica, en el fondo nos repelía”.


Así que fue la resonancia de las olas, primero, y el condicionante de los años vividos fuera de España, después, lo que le llevó a conectar con la estructura de la poesía clásica. “He vivido –detalla Siles- muchos años fuera de España, en Estados Unidos, Italia, Suiza, Alemania, Austria. Llegó un momento, en residiendo en Austria sobre todo, que la única manera que tenía de salvar mi lengua era mediante figuras fónicas que fueran arquitecturas de soneto. Eso me llevó de nuevo a la tradición, a escribir liras, a escribir sonetos…”. Un viaje de retorno a las estructuras clásicas que el escritor enmarca en la evidencia de que “los poetas de mi generación teníamos que volver, de una manera u otra, a investigar en la métrica y en la rima”.


Un itinerario poético que ahora le convierte en autor imprescindible de las Jornadas de Poesía en Español, que en la edición 2016, se presentan bajo el título ‘Son Sonetos’. Y ahí, en el Café Bretón de Logroño la conversación versa sobre Jaime Siles y su poemario, unas horas antes del recital en el que visitará sus sonetos contemporáneos.


Apunta Raúl Eguizabal, coordinador de las jornadas, la pertenencia de Siles al grupo de ‘los novísimos, al menos por su forma de entender la poesía, aunque no formase parte de la antología que los define. “Éramos muy jóvenes en aquel momento –señala el poeta- tendríamos apenas 18 años y prácticamente no habíamos publicado nada. Había escrito tres poemas”. Aun así, ambos recuerdan que en aquella antología se incluyó a gente que no tenía poema alguno publicado.


Jaime Siles publicó su primer libro de poesía en 1969. Desde ese momento dio continuidad a su carrera literaria en paralelo a sus tareas docentes siendo reconocido con el tiempo con prestigiosos galardones como el Loewe, el José Hierro, el Nacional de Crítica o al conjunto de su obra. El poeta apunta diferencias entre el soneto clásico y el contemporáneo. “Lo que ocurre es que en el soneto actual –describe-, y esa creo que es la diferencia con los Garcilasistas, es preciso innovar porque si no te suena a ya leído”. ¿Cómo se pueda dar esa innovación? “Hemos tratado –continúa- de introducir elementos de la realidad cotidiana en los sonetos. El objetivo es salvarlos de la realidad que siempre es perecedera haciéndolos conectar con las cadenas de símbolos que constituyen la cultura. Así, introducimos un ascensor, un coche, una cafetería, una barra de bar o un whisky en un soneto, que adquiera un tono clásico es lo que nos interesa. Es una manera de seguir siendo vanguardistas conectando con la tradición”.


Al hilo de la pretensión de innovar, Jaime Siles ha comentado en alguna ocasión que un poeta no se debe repetir, pero que de igual manera resulta complicado no hacerlo porque hablamos, en definitiva, de lo que somos. “El yo es un producto del leguaje. Nuestra identidad existe porque somos lenguaje, porque tenemos lenguaje. Dentro de esos lenguajes hay unos tonos, hay unos ritmos, hay unos temas, hay unos motivos, que de un modo u otro nos obsesionan. No podemos renunciar a ellos porque nos hacen como somos”.


Para el autor de versos como “humedece la tarde sus metales con un pincel de crin y nube rota”, la inspiración no tiene un sentido romántico. “Creo existen estados de conciencia o situaciones perceptivas fuera de lo normal. Un poeta es una persona capaz de percibir en la realidad elementos que normalmente no se ven, pero que existen, que están ahí. Entonces, cuando tus percibes esos elementos los puedes escribir; es escribir ante un deslumbramiento. Puede ser por dolor, por alegría…”. Explica Siles que otra cosa es hacer un libro. “El problema no es escribir un poema o escribir cien poemas, sino ordenarlos. He sido un poeta de corte simbolista pero he dado estructuras bastante ordenadas a mis libros. Ahora tengo un libro con cincuenta y tantos poemas que no sé cómo ordenar. Es algo que me divierte porque los poetas creemos que con los años sabemos más y no. Podemos haber leído más, pero ahora me encuentro como si tuviera 18 años. El libro se ha rebelado y me dice que no puedo imponerle mi sistema anterior… llevo tres meses en esa angustia”.


Quienes conocen la obra de Jaime Siles encuentran en algunos de sus versos reminiscencias cinematográficas. El autor asiente, pero advierte que no se trata de una característica exclusivamente suya. “Es una condición que alude a mi generación. Hay que tener en cuenta que éramos unos niños que íbamos al cine a los pases de sesión continua, empezabas a las tres de la tarde y salías a las nueve de la noche. La manera cómo te inventabas el mundo era a través de las películas”. En cuanto a las referencias del séptimo arte en su obra reconoce que el cine le gusta mucho. “He compuesto poemas cinematográficos, pero hay una parte del cine moderno que me atrae especialmente, lo que podríamos llamar la técnica del videoclip, tengo poemas que podrán definirse como poemas videoclip”.


Aunque era algo sospechado por todos, Siles confirma que la poesía no da de comer, “pero sin la poesía no se puede vivir. Ahora no da para vivir nada, ni el trabajo de uno, ni escribir una novela, ni el periodismo…. Hasta los políticos se tienen que ir a Panamá, ya ni la política da para vivir…”. Al hilo surge la cuestión de la actualidad y su posible efecto inspirador.  “Estamos en un fluido continuo que es la realidad. Uno siempre existe dentro de una realidad y como poeta contemporáneo me interesa la actualidad. Lo que no escribo es poesía política de manera directa, pero indirecta sí”.


Esa misma mañana, en un artículo publicado en prensa, Enrique Vila Matas aseguraba que últimamente era habitual que los periodistas preguntaran a los escritores por temas políticas, lo que venía a significar que la literatura cada vez importaba menos. “La gente no se da cuenta de que la realidad sólo existe cuando la pasa por el tamiz de la ficción. Cuando un periodista escribe una noticia la verbaliza y, por lo tanto, la hace ficción. El problema es al revés, los periodistas nos preguntan a los escritores por la política pero no a los políticos por la literatura. Si les preguntaran comprobarían que lo que más leen los políticos es el Marca. Son unos absolutos ignorantes, unos tartamudos intelectuales. Los políticos al profesionalizarse se han hecho incultos y  no tienen conocimiento de la realidad. Son dos definiciones que pueden atribuirse directamente a la situación actual”.


La confluencia de literatura y política conduce el diálogo hacia la importancia de las Humanidades. “He luchado contra Wert y en contra de la LOMCE para salvar el latín, el griego y la cultura clásica. El problema es que si en el Bachillerato los jóvenes no conocen la Historia, la Literatura, sino conocen las lenguas clásicas, sino conocen la Filosofía, no pueden ser ciudadanos. Una democracia sólo funciona si hay ciudadanos críticos y para poderlo serlo hay que dominar el lenguaje porque tienen que poder verbalizar la realidad. Si no logran representar la realidad en palabras su percepción será muy inexacta y puede ser perfectamente engañado. Por eso los totalitarismos siempre dicen que una imagen vale más que mil palabras. No, eso es una gran mentira. Con palabras podemos dialogar, con las imágenes no. El nazismo, el fascismo, el estalinismo, el bolchevismo más peligroso, se asientan sobre la fuerza de las imágenes contra la fuerza de las palabras”. Y entonces, ¿Son adecuados esos programas educativos que ahora se proponen y que tienden a priorizar lo práctico, formar a los alumnos para un trabajo? Siles no tiene dudas. “Es una nueva Edad Media, quieren siervos de las levas. Es una barbaridad, creo que le gente tiene que estar bien formada y el Estado debe dar una formación buena a todos los ciudadanos”.


Pero da la impresión que estudiar literatura, poesía, incluso, historia, han dejado de ser importante. “Europa está sufriendo una alucinación que tiene que ver con el excesivo elogio y admiración de los americano. Europa tiene una cultura muy importante, un sistema de vida y unos derechos sociales que los hombres del siglo XIX comenzaron a construir hasta llegar a la sociedad del bienestar. ¿Por qué Europa va a renunciar a todo eso por imitar un modelo como el americano donde no hay ni Seguridad Social?. Ese es el problema. Por un lado han querido abaratar el precio y, por otro, en vez de formar ciudadanos quieren crear una gran masa proletaria. Por eso ahora está en crisis la clase”.


¿Y ante ese panorama, qué puede hacer, de qué sirve la poesía? “La poesía puede hacer bastante, primero porque la poesía es lenguaje. La poesía es la lavandería y la tintorería del lenguaje porque cada generación ensucia el lenguaje y la poesía lo limpia. Las palabras se ensucian por el uso y limpiarlo facilita a la gente un sistema más perfecto de análisis de la realidad. Además, la poesía enseña tolerancia”… “Así llegué a un sitio que tenía, por su perfil, aspecto de mañana y pregunté por dónde se iba al día”... se puede leer en Ulises y las siernas, poema de Siles./Javi Muro



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