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{CULTURA / LIBROS}

'Los escritores sentimos desesperación cuando no conseguimos que las palabras cobren vida'

Verónica García Peña publica 'La isla de las musas', misterio, secretos y terror clásico

Verónica García es periodista, socióloga y escritora. Ha publicado su cuarta novela 'La isla de las musas', una historia de misterio, secretos, amor y terror clásico. No en vano la escritora apunta que por las páginas de la novela es posible encontrarse con escaleras, cementerios, faros, islas, el mar, la niebla, la luna, manantiales de los que brotan ojos verdes, voces que susurran e, incluso, habitaciones sin salida. Y por su puestos están las musas que, detalla Verónica, no sólo son necesarias para escribir, sino para existir". Y de fondo, la búsqueda de la felicidad. Reconoce que escribir 'La isla de las musas' ha sido placentero ya que se ha adentrado en los géneros de algunas de sus lecturas favoritas. Como ya hiciera con sus novelas anteriores 'Bendita palabra', 'De como Feliciano San Feliz quiso matar a sus vecinos' y 'El ladrón de sueños', Verónica García Peña se ha autoeditado. Una opción que la escritora califica de "valiente. Autoeditarse es decir aquí estoy"./Javi Muro

SPOONFUL.- Nos adentramos en las páginas de ‘La isla de las musas’ y… ¿qué historia nos encontramos?

Nos encontramos una historia singular, distinta, de misterio y terror clásico en la que lo sobrenatural coexiste con el amor y el horror; la locura y la lucidez; la inspiración y la nada. Nos encontramos con Ricardo Pedreira Ulloa, un escritor alcohólico y en horas bajas que regresa a la isla donde creció, a Galicia, para recuperar la inspiración perdida y sanar un cuerpo colmado de excesos. Allí se encuentra con una misteriosa mujer que logrará que esa ansiada inspiración regrese, pero que también despertará en él otra clase de sentimientos. Y lo hará a través de una simple pregunta: "¿Sabes quién soy?". En la isla, además, se esconden secretos que harán resurgir en el escritor partes de un yo que parecía olvidado. Secretos como los que se ocultan en el faro abandonado del islote y en una vieja caja metálica que es el origen de una historia que cambiará, para siempre, la vida de los protagonistas.

 

S.- …misterio, intriga, terror clásico, reconoce que en ‘La isla de las musas’ has navegado en algunos de tus géneros favoritos, también como lectora…

Sí. Escribir 'La isla de las musas' ha sido para mí como estar navegando por algunas de mis lecturas favoritas. He gozado releyendo clásicos de terror y misterio como Mary Shelley, Bram Stoker, Poe o Wilde y, por supuesto, Bécquer que es sin duda uno de los autores que más presentes está en las páginas de la novela. Me han inspirado y ayudado a que la historia no fuera típica. He disfrutado mucho, muchísimo, escribiendo esta novela. Es, por el momento, quizá, con la historia que más me he emocionado y con la que más relajada me he sentido. Más suelta. No sé si serán los años o el tipo de géneros que, como bien dices, son mis favoritos. No sé. Pero me he sentido cómoda, a gusto, y he sentido lo mágico que resulta escribir y contar una historia que espero que los lectores disfruten también mucho.

 

S.- ¿Quién es Ricardo Pedreira?

De Ricardo Pedreira no puedo contar demasiadas cosas si no quiero destripar parte de la historia, pero sí puedo decir que es un hombre perdido, roto. Alguien que te invita a visitar su isla, su mente y su historia pero que, desde el principio, desde la primera frase de la novela, te advierte que ese viaje no será tranquilo y que quizá, en realidad, ni siquiera estés visitando lo que tú crees que visitas. Es un hombre cuya mente está perdida en sombras y que, simplemente, como hacemos todos, busca la felicidad. Y, bueno, lo hace a su manera… Es un hombre que cree firmemente en el amor porque para él es el verdadero motor de las palabras. Amar y ser correspondido. Y el desamor, en el fondo, es una parte más, una pieza más de ese motor. Porque es el amor, la belleza y, quizá, la eternidad, lo más bonito sobre lo que un escritor puede trazar historias. Así lo dice Ricardo Pedreira en la novela y así lo cree. También puedo contaros que Ricardo Pedreira es un escritor como yo y como tantos. Quiero decir que durante la novela nos va exponiendo sus miedos respecto a lo que escribe y lo que no escribe. Nos cuenta sus anhelos de inspiración y su desesperación cuando no consigue que las palabras cobren vida. Eso nos pasa a los escritores más a menudo de lo que estamos dispuestos a reconocer. Ricardo Pedreira nos lo recuerda y también nos enseña algunas de las fases de creación de una novela.

 

S.- ¿Algunos regresos son auténticas huidas?

Sí, algunos lo son, pero el caso de Ricardo Pedreira no es ni un regreso ni una huida al uso. Huye de sí mismo, es verdad, pero también del olvido, de la locura y de la culpa que amenaza con hacerlo desaparecer. Es la culpa una sombra que le sigue allá donde va por lo que no es fácil escapar de ella. Y su regreso a la isla es también un reencuentro consigo mismo, con quién es y con quién no es. Es un viaje interior en el que pasado, presente y futuro se funden en la mente en caída libre de este hombre para formar quién es en realidad y lo que quiere ser que son cosas distintas y no siempre tienen porque coincidir. ¿Qué somos y qué nos gustaría ser? ¿Coincide? 

 

S.- ¿Crees que algunos lugares tienen capacidad de atracción, que funcionan como imanes para algunas personas, que nos llaman?

Estoy convencida de ello. Seguro. Creo que existen esos lugares y creo que 'La isla de las musas' es uno de ellos. Yo la he situado en la costa de Galicia, en su mar y en sus islas porque he estado allí y he sentido esa atracción, esas ganas inmensas de regresar a esa tierra. Ese es el motivo por el que la novela está ambientada ahí. Es un lugar mágico. Un lugar que una vez se pisa no se puede olvidar y que queda grabado en tu mente. Un lugar, como digo en la descripción del libro, donde la lluvia canta fados, el viento la acompaña y uno puede perderse sin dificultad en la inmensidad de un océano siempre lleno de secretos. ¿Quién no se sentiría atraído por un sitio así?

 

S.- También se intuye cierto aire de literatura del romanticismo… la isla, el faro….

Sí, Así es. El romanticismo y yo nos llevamos muy bien. En mi anterior novela, 'El ladrón de sueños', ya se veían ciertos toques románticos, pero es en 'La isla de las musas' donde he dejado que fluyan a su aire, sin cortapisas. Me he dejado llevar por el romanticismo que defiende la fantasía y la imaginación frente al realismo dando todo el protagonismo al misterio y el más allá. Y también a las ansias de conseguir la felicidad. Esta vez, mientras escribía la novela, he dejado que fueran la historia y sus protagonistas quienes decidieran cuán románticos debían o querían ser. Y ha quedado, creo, una mezcla muy buena. 

S.- Los mencionabas antes como referencia. ¿Qué hay de Bécquer, Poe, Oscar Wilde, y otros… en ‘La isla de las musas?

Mucho. Como te decía antes, hay mucho de ellos en la novela. La ambientación, ciertos gestos de los personajes, ciertos personajes… Tenemos escaleras, cementerios, faros, islas, el mar, por supuesto, y la niebla. Tenemos rayos de luna y manantiales de los que brotan ojos verdes. Tenemos voces que susurran entre el viento y corazones que delatan presencias. También tenemos fantasmas que vienen para recordar la culpa y habitaciones sin salida. Tenemos mucho de ellos. Mucho. De ellos y de otros.

 

S.- Y las musas, por cierto, ¿en tu novela no son sólo esos seres responsables de la inspiración de escritores, pintores, y artistas en general?

En mi novela las musas son muchas cosas. Por supuesto son la inspiración, pero no una sencilla. Es aquella entendida como la voz del cielo, la lira, el genio o la musa que viene a verte y que tanto deseas tener siempre a tu lado. Esa musa que te susurra bellas historias que contar sin la que no puedes vivir. La necesitas no solo para escribir sino también para existir. Esa clase de inspiración tan especial y mágica que los poetas románticos, sobre todo, alababan y encumbraban en sus obras. Pero también hay otra clase de musas de las que no voy a decir nada porque prefiero que sea el lector quien las descubra. 

 

S.- … y en ese paisaje, ¿es posible encontrar la felicidad? por qué…. En definitiva es lo que todos buscamos, ¿no?

Todo depende de lo que cada uno entienda por felicidad. Y también de lo que cada uno de nosotros esté dispuesto a hacer para conseguirla y, sobre todo, mantenerla. Es algo muy buscado y deseado, pero también sirve, con demasiada frecuencia, de excusa para todo tipo de actos malvados. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a llegar para ser felices? Y una vez que hemos conseguido serlo, ¿qué no somos capaces de hacer para mantener esa felicidad? 

 

S.- ¿Escribiendo se puede encontrar la felicidad?

Eso espero. Eso creo. Aunque he de reconocer que, como en todas las profesiones, hay días duros en los que la felicidad suena a algo muy lejano y que es para otros.

 

S.- ¿Y junto al mar se escribe mejor -diferente- que en una ciudad de interior? ¿Pedreira escribe mejor junto al mar? ¿Y tú?

Yo creo que junto al mar se escribe diferente. Todo depende de quién sea el escritor. Pedreira no escribe mejor junto al mar porque él no necesita el mar. Él la necesita a ella, a su inspiración, a su musa. Es lo único que necesita. Yo, por mi parte, quizá sí escriba mejor con el mar cerca. No lo sé. Es cierto que me ayuda a aclarar ideas, a calmar tramas y a notar, no sé, una especie de paz interior que te hace sentir mejor. Pero yo no soy objetiva en este asunto porque siempre he estado enamorada del mar, sobre todo del norte. Es mágico.

S.- De nuevo, al igual que sucedió con tu anterior novela ‘El ladrón de sueños’, ‘La isla de las musas’ ha sido finalista del Premio Planeta. En esta ocasión ocupando el cuarto puesto… cada vez estás más cerca…

Sí, esta vez quedé cuarta que es un puesto que me hace sentir francamente bien y me llena de orgullo porque ese año se batieron todos los records de participación y se presentaron 634 novelas. Quedar cuarta creo que tiene mucho mérito. Me acerco y, quién sabe. Tal vez algún día lo consiga. 

 

S.- De nuevo, también, te has autoeditado, ¿no?

Sí, así es. He apostado por las nuevas plataformas de publicación porque veo en ellas una democratización de la literatura y también un lugar donde todas las voces tienen cabida. Desafortunadamente, vivimos en un país donde en la literatura, como en otros ámbitos laborales o académicos, no importa el trabajo ni el esfuerzo ni el mérito. No importa la calidad. Son otras cosas las que importan. ¿Cuáles? No las tengo claras, pero lo que sí sé es que debido a eso criterios, sean cuales fueran, se quedan fuera del mercado muchas plumas de gran calidad que en Amazon, por ejemplo, que es donde yo publico, sí tienen cabida, seguidores, lectores y ventas.  Yo me considero una de esas autoras que no encuentra, por el momento, cabida en el mercado tradicional y no me da ninguna vergüenza decir que me autopublico. Antes que yo, mucho antes, lo hicieron otros que hoy consideramos autores de referencia como Jane Austen o Poe. Autopublicarse es ser valiente. Es decirle al mundo que estás ahí y enseñarle tu trabajo sin la ayuda o el colchón de las grandes firmas. Autopublicarse es no darse por vencido y luchar.  

 

S.- ¿Qué sientes al revisar ‘Bendita palabra, tu primera novela?

No me gusta mucho revisar las obras antiguas porque yo he cambiado y mi forma de escribir también, por lo que siempre me va a parecer que ahora lo haría mejor. Creo que cada novela es hija de un tiempo y ahí es donde se debe quedar.

 

S.- ‘Bendita Palabra’ era novela negra, ¿qué opinas de la mezcla de género al que parece que tiende el género negro?

Creo que es bueno. Amplía el abanico lo que aligera el mercado, que de un tiempo a esta parte está saturado de novela negra. Parece que todo el mundo escribe el mismo tipo de novela. Da oportunidad a nuevos talentos. A mí me gustan las mezclas, siempre que estén bien niveladas. Las últimas novelas que he leído eran novela negra híbrida y me han gustado. De hecho, me han gustado más que algunas otras novelas negras clásicas de los últimos tiempos. Pero es cuestión de gustos. 

 

15.- …seguro que ya estás con una historia nueva, ¿no?... ¿algo que puedas adelantar?

Bueno. Estoy con alguna cosilla, pero todavía es demasiado pronto para contar nada.

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