7204

{CULTURA / LIBROS}

'Uno escribe con todo o no escribe'

Manuel Jabois: 'Yo los relatos los prefiero de Chejov, del fútbol sólo me interesan los goles''

Manuel Jabois es periodista; aunque deja caer con la misma ironía con la que dibuja sus artículos que todos los años escribe diez páginas de una novela. Lo uno no quita lo otro. Gallego de Sanxenxo, siente un gran respeto por los periódicos y los periodistas, de quienes asegura le enseñaron a leer y escribir. Defiende el estilo y relee sus columnas tantas veces como sea necesario para que se "lean con gusto". Sus artículos son certeros, irónicos y divertidos. En su perfil en las redes sociales se puede leer 'estrella de rock en la intimidad' y presume de madridista. En las librerías tiene en estos momentos 'Irse a Madrid' y 'Grupo Salvaje'. Periodista en el Diario de Pontevedra y columnista en El Mundo es una de las plumas con las que hoy en día se disfruta leyendo. Hablamos con Jabois de periodismo, de escritura, y de fútbol, entre otras cosas./Javi Muro

 

Spoonful.- Periodista, columnista, escritor. ¿Desde cuándo te gusta escribir? ¿Cuándo comenzó esa pasión?

Periodista a secas, más bien, herencia de una cierta tradición familiar. Pero quise ser novelista cuando estudiaba primero de Derecho en Santiago. Justifiqué dejar la carrera a los 18 años para ponerme escribir en bata de seda bebiendo coñac;a mi padre todavía le dieron el alta ayer.


S.- No sé si realmente es tan tajante, pero te he escuchado –o leído- que lo que realmente te gusta es escribir, no tanto leer. ¿Es así? ¿Son actividades que se puedan separar?

Escribir sin leer es como pretender andar en bicicleta sin piernas. No se pueden separar de ningún modo, y de la misma manera que uno es lo que come, también se escribe lo que se lee, aunque luego uno haga sus propios artificios y demás. A mí me encanta leer, y me gusta mucho más escribir. Una amiga me dijo una vez que era por el sonido del teclado y pueda que tenga razón. Ese tableteo en ocasiones me llega a excitar, y no es rara la noche en la que me quedo sentado frente al ordenador sin escribir nada coherente, sólo por el placer de escuchar, como quien descansa en el porche al atardecer en compañía de grillos.


S.- Siempre hablas con cierta  devoción de los periódicos o por lo menos de la acción de leerlos. ¿Qué tiene la prensa  para ti qué tanto te apasiona?

A mí me educaron los periódicos y los periodistas. Me enseñaron a leer y a escribir, que es lo que le da sentido a mi vida, y por tanto guardo hacia ellos un respeto muy grande.


S.- ¿Crees que la prensa cumple hoy en día con lo que se espera de ella? Hablo de rigor, independientemente de que cada medio pueda tener una tendencia, algo que puede ser comprensible y no tiene porque ser malo siempre que se diferencie opinión e información.

Sí, lo cumple. Algunos periódicos más que otros, pero lo cumplen. Poco, y en ocasiones tan poco que hay que buscar la información en las páginas de televisión, que también fallan, pero se cumple. Y por poco que se cumpla ya merece la pena.


S.- En tus columnas y artículos abordas todo tipo de temas; sociales, políticos, polémicos, pero siempre consigues acompañarlos de un tono de cierto humor. No puede ser sencillo. ¿Esa forma de abordarlos te facilita el acercamiento a cualquier tema con independencia de su complejidad?

Yo no soy tan inteligente como para aportar cada día un argumento ni tengo cultura para dar luz al lector, que sabe mucho más que yo. A mí las ideas me llegan dificultosamente y procuro dosificarlas. Paso horas delante de una noticia tratando de encontrar algo y a veces acabo rendido, tirando la toalla y echándome al estilo. Cierto es que en otras ocasiones doy con un giro absolutamente genial, con perdón, pero tan difícil de llevar al papel que no alcanzo con la escritura la altitud de mi pensamiento. Ocurre que mis opiniones no son mejores que las demás, ni siquiera están más elaboradas. Leo mucho y trato de aprender de las de otros para confrontarlas con las mías, y aunque a veces llego a un cierto grado de convencimiento sobre mí mismo, me resulta enormemente pudoroso exhibirlas en el periódico. A mí me lee mucha gente importante que tiene una opinión formada respecto a asuntos tremendos y no me voy a poner a estas alturas a explicarles nada. Yo quiero escribir bien, ofrecer algún punto de vista original –que es una tarea, por lo demás, costosísima- y ofrecer un producto fresco. Un periódico es demasiado importante como para que alguien como yo ofrezca cada día en una tribuna mi opinión sobre cosas trascendentales, aunque a veces se me escape alguna. Hay firmas en El Mundo que se encargan de eso con un bagaje intelectual y vital detrás que les acreditan perfectamente. No soy referencia intelectual de nada. Puedo dar alguna lección de cómo se bebe y cómo se folla, pero no de cómo reformar la Justicia, porque he bebido y he follado, pero no sé ni a qué se dedica un fiscal. Por tanto no quiero convencer a nadie, y si supiese de alguien al que haya convencido alguna vez lo llamaría alarmado para tratar de que reconsidere su opinión.


S.- En bastantes ocasiones, el humor te lo aplicas a ti mismo al relatar ‘sucedidos’ personales. Hay que estar muy seguro de uno mismo para exponerse tanto, ¿no? Ningún compañero o compañera de historia publicada ha llamado al día siguiente.

En lo personal no me asusta exponerme fuera del periódico, y dentro a veces tampoco: uno escribe con todo o no escribe.


S.- ¿Cómo se consigue un estilo escribiendo? ¿Crees que es más importante que la historia en sí misma?

La historia es importante únicamente cuando se tiene.


S.- ¿Te preocupa las reacciones que pueda generar un artículo entre tus lectores en un país en el que somos muy aficionados al ‘conmigo o contra mí’? ¿Relees las columnas una vez publicadas?

Las releo cien mil veces para que suenen bien y se lean con gusto. Las únicas reacciones que me preocupan son las de Antón Galocha, director de Diario de Pontevedra, y Pedro J. Ramírez. En ellos y en David Gistau, que apostó por mí, pienso cuando publico algo porque me interesa mucho que les guste por razones que usted comprenderá.


S.- ¿Cómo columnista que sigue la actualidad de los acontecimientos que estamos viviendo hay alguno que te genere un poco de esperanza, que te sugiera que no todo es tan malo, ni va tan mal como escuchamos cada mañana?

Hay días en que la única esperanza viene en las páginas de esquelas.


S.- Dentro de esos procesos de cambio está también todo lo relacionado con las nuevas tecnologías y las nuevas alternativas que ofrecen como medios de comunicación. ¿Son realmente un alternativa?

La alternativa a los periodistas son los periodistas, de la misma manera que a un frutero sólo se le puede suceder otro frutero y a un ministro otro ministro. A las nuevas tecnologías le sucederán otras nuevas tecnologías y todos seguiremos siendo lo que somos pero un poco mejor, como corresponde a los tiempos.


S.- Creo que participaste cómo prologuista en el libro ‘Camba, mis páginas mejores’ ¿Tienes un artículo, una columna qué consideres tu preferida? ¿Recuerdas la primera?

Lo primero que recuerdo de Camba es esto, que tiene una última frase envidiable, pues solo la puede escribir alguien verdaderamente fácil: “Yo no podría trabajar nunca en una forma metódica. Yo no puedo leer en una biblioteca, que es, sin embargo, un establecimiento organizado para la lectura. Leo en la cama, que es un mueble hecho para dormir; pero en una biblioteca no leo. Eso de llegar allí y verme ante un libro entre cien personas que están ante otros cien libros me produce un sopor invencible y me transporta inmediatamente al mundo de los sueños. Por eso poseo tan poca erudición. Y así como no puedo leer en la biblioteca donde me entran ganas de fumar, no puedo fumar en un smooking-room, donde me entran ganas de leer, así no puedo tampoco escribir en un escritorio. Mi trabajo, una vez organizado perdería toda espontaneidad. ¡Qué quiere usted! Yo soy un escritor fácil".


S.- No me resisto a preguntar una de fútbol, eras madridista, ¿cómo se hace un chico de Pontevedra del Madrid? Siendo escritor y columnista ¿no crees que el Barsa últimamente gana en el relato?

Yo los relatos los prefiero en Chejov, del fútbol sólo me interesan los goles. Y respecto a mi madridismo, es una cosa que llevo naturalmente, como tener dos brazos o ser guapito de cara. Pequeñas alegrías que te hacen la vida un poco más fácil.


S.- ¿Sigues rondando la idea de una nueva novela?

Todos los años escribo diez páginas de una novela, que es hasta donde llega mi imaginación. Quizás algún día las junte todas y las publique con notable éxito si no de público, sí al menos de crítica.


S.- Por cierto,  al final ¿parece claro que no hay que irse a Madrid para escribir?

Para escribir hay que irse al teclado, amigo mío.

Suscripción a la Newsletter Enviar