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{CULTURA / LIBROS}

La anestesia de la distinción o 'Indies, hipsters y gafapastas'

El periodista Víctor Lenore ha relatado su crónica de una denominación cultural

Uno de los fenómenos editoriales de la temporada está siendo 'Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural' del periodista Víctor Lenore. La polémica ha rodeado a un libro que ha levantado un gran debate acerca de qué significa ser indie o hipster y cómo se ha articulado una “dominación cultural”, marcada por la implantación de unos gustos musicales y estéticos por parte de unos grupos de poder, con especial presencia y control de los medios de comunicación y otras agencias. Reconozco que tenía mucha curiosidad en este libro, que tras leer numerosas entrevistas con Lenore y otras críticas y análisis me dejaba algunas dudas, coincidía con ciertos argumentos y coincidía con el autor en el aspecto generacional. La lectura de 'Indies, hipsters y gafapastas' me ha suscitado más preguntas que respuestas, aunque reconozco que parte de mis temores se disiparon. Y es que puede que el riesgo de Lenore sea quedar sepultado por la “anécdota” sobre el el hipster o el gafapasta, cuando realmente va más allá y tiene argumentos muy convincentes.


Hay que empezar diciendo que Lenore utiliza su autobiografía para construir un relato que va articulando en torno a diferentes pinceladas sociológicas. Ese personalismo es uno de los aciertos, ya que te permite identificarte con el periodo descrito y anclar tu propia trayectoria, pero también ha sido una de las críticas más extendidas ya que le “restaría” una cierta cientificidad, que tampoco creo que Lenore pretenda, aunque puedo estar equivcado. El propio autor ha defendido el tono panfletario de su trabajo, para bien y para mal, y tiene también un punto “converso”, lo que genera la sensación de un cierto “revanchismo” y una expiación. Tampoco ningún problema con ello, es legítimo, por supuesto.


Hay muchos aciertos en la obra de Lenore. Hay una recuperación de Bourdieu, si es que alguna vez se había ido, en la construcción de una “distinción” o “diferencia”, extrapolable a lo que todos los jóvenes, y luego no tan jóvenes, han desarrollado en su vida, un elemento central en la creación de las subjetividades, así como la presencia de un concepto central en la Sociología como es el estatus. Lo interesante sería también abordar y profundizar en cómo se ha generado esa institucionalización del hipster e indie, que Lenore apunta constantemente, y seguir relacionándola con otros procesos. También hay algo de esto cuando analiza el individualismo y conservadurismo del hipster actual, punto de vista con el que coincido en gran medida, al igual que con los procesos a los que nos agarramos (“nuestra colección de discos”), en esta vida postmoderna en la que todo es tan inestable. Lenore, que también se inspira en el brillante Chavs de Owen Jones, apunta en esa dirección pero es una vía que cierra pronto, cuando podría haberle dado mucho juego.


La evolución del indie al hipster también nos presenta algunos interrogantes. Por ejemplo, comparar el momento del indie de principios de los 90 a cómo se ha transformado o evolucionado hacia el hipster, si es que esta línea se puede hacer. Tengo la impresión de que ese indie de los 90 tenía también sus diferencias con el hipster actual, un momento en el que el peso de la moda y el hiperconsumismo es mayor, quedando lo musical relegado a un segundo plano. Eso sí, no vamos a negar la anglofilia que señalaba acertadamente Lenore, es un hecho. Por otra parte, también cabría diferenciar los actores implicados directamente en ese mundo indie/hipster, que trabajan o aspiran a hacerlo en el mismo, y que pasan por toda suerte de miserias, como bien describe Lenore, de muchos integrantes de estas corrientes, algunos de los cuales se quedaron agarrados a un periodo o corriente concreta. Y añadiría, y Lenore lo apunta, la diferencia entre los epicentros de la “cosa” (Madrid, Barcelona, etc.) y más o menos el resto del Estado, con escenas donde ser “raro” era todavía más raro, lo que paradójicamente acrecentaba la necesidad de diferenciarse. Nacho Vegas también lo describe en su prólogo al libro en su retrato del Gijón postindustrial.


Lenore ha construido un relato interesante, un proceso que se inserta en otros más amplios, en los que hacen referencia al individualismo y el consumismo de la posmodernidad. La necesidad de diferenciarse siempre ha estado ahí, y la música ha sido uno de los vehículos fundamentales. A fin de cuentas, estamos en una sociedad que precisa que todos nos sintamos especiales o diferentes, pero dentro de sus estructuras. La “dominación cultural” supone una disonancia entre lo que un grupo señala y define como la calidad y el resto de la sociedad consume. Hay una dominación cultural, pero como demostramos en el estudio que hicimos en la Universidad de La Rioja en 2013, a Wilco no lo conocía casi nadie de sus estudiantes, y así podríamos seguir. Por lo tanto, ¿qué penetración tiene esa dominación cultural?, ¿cuántos hipsters hay en nuestras clases, bares o parques?, ¿acaso no hay otras dominaciones culturales que actúan de forma más sutil en no pocas ocasiones? (y no quiero decir que una dominación cultural sea mejor que otra), ¿se concentran todos en el festival de turno, como señala Lenore? Al final, Lenore apunta más preguntas que respuestas, lo cual está muy bien, y esperemos que la anécdota que señalábamos al comienzo no le sepulte y le permita seguir dándolas en esta muy interesante dirección./Sergio Andrés desde 'Los Restos del Concierto'

 

* Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural, de Víctor Lenore. Capitán Swing.

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