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{CULTURA / LIBROS}

La ballena blanca y el alma devorada del capitán Ahab

José María Pou protagoniza 'Moby Dick' en el teatro Bretón de Logroño

‘Moby Dick’ es, probablemente, la más grande novela de aventuras jamás escrita. La obra de Herman Melville puede resultar hoy en día, digamos, difícil de leer, pero en 1851 cuando se publicó supuso un salto a la modernidad. En ‘Moby Dick’ está todo, desde la epopeya al idealismo y la épica; desde la imposición de la jerarquía a la política, el pragmatismo, la naturaleza, el racismo, la religión la venganza y, por supuesto, la obsesión. La novela de Melville comienza con la ya mítica frase: “Llamadme Ismael”. Ismael es un joven aventurero que llega al puerto de Nantucket dispuesta a enrolarse como marinero en cualquier barco que vaya a la caza de ballenas. Termina haciéndose a la mar en el Pequod, buque ballenero bajo el mando del capitán Ahab. 

 

Ahab comunica a la tripulación el objetivo de aquel viaje. Pretende matar a Moby Dick, la gran ballena blanca que lo dejó mutilado de una pierna. A partir de ese momento, la singladura del Pequod tan sólo tiene una meta. Localizada la gran ballena blanca, la batalla entre Moby Dick y los marineros se prolonga durante tres días durante los cuales hombres, lanchas arponeras y el propio barco son destrozados por la ballena. Todos, salvo Ismael pagan con sus vidas la obsesión de venganza del capital Ahab. ¿Pero se trata tan sólo de venganza, de la obsesión de un hombre que ha quedado mal herido en la lucha contra un animal? Es ahí donde la obra dirigida por Andrés Lima, adaptada por Juan Cabestany, e interpretada por José María Pou en el papel de capitán Ahab, toma el timón sobre el escenario. El Ahab de Pou es introspectivo y, en ese viaje interior que realiza al tiempo que el Pequod surca los mares, desvela motivaciones más allá de dar muerte a quien un día te hirió y venció. El Ahab de Pou de entrever admiración por el más grande rival al que nunca se ha enfrentado, siente atracción por la belleza del más majestuoso de los animales que habitan los océanos. El capitán Ahab sabe desde el principio que la apuesta es a todo o nada y que ambos resultados le son satisfactorios. Si caza a la ballena, bien; si la ballena le caza a él, quizá aún mejor. Y es Ahab en el fondo desea ser tan extraordinario con Moby Dick y si para lograrlo tiene que ser carne de su carne… 

 

… y, por supuesto, surge también el debate de la obediencia obligada al capitán y en qué momento debe detenerse cuando las decisiones ponen en peligro a toda la tripulación. Y surgen infinidad de debates a través de las reflexiones de Ahab; debates llenos de simbolismo sobre las creencias, la igualdad o la locura. ¿Por qué está loco realmente el capitán Ahab? “Yo no estoy loco -dice el Ahab de Pou- soy la locura enloquecida”.

En el ‘Moby Dick’ de Lima no se ve a la ballena blanca, tan sólo se percibe su presencia. Resuella y levanta grandes olas. Es una sombra al fondo, amenazante para unos, tan sólo defensora de su hábitat para muchos. “No hay locura en lo animales de este mundo -se lee en la novela de Melville- que no quede infinitamente superada por la locura de los hombres”. La escenografía se impregna de una melancolía fúnebre y el enorme abrigo que viste José María Pou sobre el escenario describe presagios no muy halagüeños. Son noventa minutos de intenso teatro que se adentran en uno de los personajes centrales de una novela descomunal. Un relato en que el suceden hechos que pudieran parecer inverosímiles, pero que como recuerda Pérez Reverte, en las novelas de aventuras el lector debe de ser capaz de incluirse en la trama y no ser escéptico. “A la novela de aventuras se va como un tahúr a una partida de póker, dispuestos a jugar”. Y no pierdas el tiempo pensando en que punto del océano tuvo lugar la batalla entre los hombres del Pequod y la gran ballena blanca, “no está en ningún mapa, lo lugares verdaderos nunca lo están”./Javi Muro.

 

* Fotografías: David Ruano.

 

* ‘Moby Dick’. Teatro Bretón de los Herreros. Logroño. 3 de noviembre de 2018. 

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