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{CULTURA / LIBROS}

Ray Loriga, 'Za Za, emperador de Ibiza'

Las recomendaciones literarias de Librería Cerezo

Las novelas de Ray Loriga hay que comenzar a leerlas en voz alta. No a voz en grito, pero sí, al menos, en un susurro encumbrado. Así, de ese modo, se alcanza el ritmo que denotan y reclaman las frases cortas, enlazadas, punzantes a veces, brillantes en muchas ocasiones, incisivas siempre. Esa musicalidad que acompaña las historias que narra Loriga es ya marca de estilo reconocible. Párrafos breves que no se detienen en la descripción sino que avanzan.


Así sucede en ‘Za, Za, emperador de Ibiza’, la última novela de Ray Loriga. Una historia en la que los protagonistas son un camello retirado tranquilamente en Ibiza –“Es un buen muerto”, describe el escritor-, una nueva droga que irrumpe en el mercado trastocando sus planes del jubilado, y un lujoso yate que fondea en el puerto ibicenco. Los tres, ‘dealer’, sustancia y barco comparten el mismo nombre; Za Za. También una oferta irrechazable: serás emperador de Ibiza siempre y cuando subas al navío y ya nunca lo abandones.


Loriga recrea en una sucesión de disparatadas escenas la presencia de narcos, médicos, químicos, ayudantes de laboratorio, la mafia rusa, ricos sudafricanos, e, incluso, amantes llegadas del pasado. Y es que ‘Za Za, emperador de Ibiza’ contiene ese ‘toque’ narrativo que se adentra –quizá, sólo pone los pies en la entrada- en la ciencia ficción sin extraterrestres; en los relatos futuristas que en el cine fueron ‘Días Extraños’ o ’12 Monos’, por ejemplo, o ‘Tokio ya no nos quiere’, si se revisa la bibliografía del propio novelista. Ese futurismo que tiene que ver con lo onírico. Quizá, una percepción que proceda del hecho de que Zacarías Zaragoza Zamora, el protagonista, vive un sueño que no quiere aceptar como realidad. “Así vivo yo”, asegura Loriga en una entrevista.


El escritor se ríe en ‘Za Za, emperador de Ibiza’ del nacionalismo, de las drogas, de los mercados, y, en ocasiones, parece burlarse o ironizar de sí mismo.


Enumeraba Loriga al poco de presentar su tercera novela ‘Caídos del cielo’ y dirigir la película basada en la misma ‘La pistola de mi hermano’ a Kerouac, Dylan, Ginsberg, Patti Smith o Rimbaud, como algunas de sus preferencias. Ahora, los críticos hablan de Marguerite Duras, Jim Thompsom, Hoouellebecq y Murakami, para referirse a su obra.


‘Za Za, emperador de Ibiza’ es un juego continuo del que disfrutas mientras lees. “Es también –dice el crítico, Agustín Fernández Mallo- un ácido relato de la industria del entretenimiento, una disección de la otra Ibiza, la cutre trastienda de lo que reluce y ciega a los miles que cada verano acuden a esa meca, los intestinos del hooligan que humean tras cada yate, tras cada DJ ‘mejor del mundo’, tras cada tienda ibicenca que, como sugiere el libro, acaso no más que el reciclado de la moda que no han querido en ninguna otra parte del planeta; y un relato de la dudosa ruralidad new age”.


Desde El Cultural de El Mundo, Nadal Suau, advierte que ‘Za Za, emperador de Ibiza’ “no debería gustar a todo el mundo. A veces cae en el ridículo, porque juega a ese juego; y su giro final es de manual, aunque esto último lo sabe y lo asume como necesario en un último plano perfectamente cinematográfico. La novela me ha gustado, me lo he pasado bien”.


Patricio  Pron, en Boomeran (g), recurre a una frase de la propia novela de Loriga para entrelazar su opinión. “Con frecuencia el nuevo rabo no corresponde a la vieja lagartija”. Esta es una verdad a medias asegura Pron. “’Za Za, emperador de Ibiza nos devuelve a Ray Loriga pero lo hace ampliando su registro –que aquí se aproxima al humorismo más trepidante- y por consiguiente, lo que sabíamos de él y de su obra. Así, la vieja lagartija tiene ahora una nueva cola”.


Masoliver Ródenas en La Vanguardia habla de monólogo mental en un paisaje desolado, “como salido de un cuadro de Hopper”. Una escritura depurada, de breves párrafos, “que marcha silenciosa como los neumáticos de un automóvil sobre una autopista”.


Para el New York Times, Loriga añade anhelo romántico e inteligencia a una figura cada vez más ubicua, “el héroe neurótico, esa alma difuminada en una país de las maravillas transnacional lleno de ingeniería neuroquímica y negras intrigas”.


No sé si fue el escritor o uno de sus personajes pero quizá no le faltaba razón cuando decía que “de todas formas, lo que uno se inventa es más real que lo que le pasa. Al fin y al cabo, lo que a uno le pasa no deja de ser un accidente”./Javi Muro














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