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{CULTURA / MúSICA}

'La música y la fotografía se necesitan'

Luis Abel Fallas fotografía conciertos y ahora participa en el curso 'Identidad y Música' de la UR

Luis Abel Fallas es fotógrafo y retrata la música. Entre bandas, portadas de discos y conciertos disfruta con su cámara de sus dos grandes aficiones. Porque la música le ha gustado desde muy joven, desde que escuchó 'Buffalo Soldiers', de Bob Marley y el ‘Use Your Illusion II’ de Guns and Roses. A la fotografía llegó cuando le regalaron su primera cámara. Empezó haciendo fotos de sus viajes y, poco a poco, fue formándose, conociendo más y más sobre la fotografía. Ahí, Luis Abel resalta la presencia esencial de la Casa de la Imagen y de su director, Jesús Rocandio. En la Casa de la Imagen realizó cursos, master y talleres. Participa en el curso 'Identidad y Música' que organiza la Universidad de La Rioja dentro de su programa de verano. Aportará su experiencia como fotótgrafo de conciertos. En la oscuridad de los conciertos se encuentra cómodo con su cámara yasegura en la variable luz que acompaña a las bandas, el fotógrafo debe bailar con su cámara al son que marca la música y el técnico de luces./Javi Muro

 

SPOONFUL.- ¿Cómo llegas a la fotografía?

Creo que como todo el mundo. En un momento determinado alguien te regala una cámara o te compras una cámara, sin ninguna pretensión. No pretendes nada más que captar momentos. Al principio de viajes, siempre he sido un poco viajero. Así, llega a mis manos una cámara de carrete, que fue mi primera cámara, y empiezo a hacer fotos de viajes. Por supuesto, fotografía analógica y con ese suspense que acompaña no saber que había fotografiado hasta que lo revelabas. También, cuando mis amigos comenzaban a casarse, en las despedidas de soltero compraba cámaras desechables y las llevaba. Estabas de juerga y no ibas a llevar tu cámara que era un bien muy preciado en ese momento. Compraba muchísimas cámaras desechables. Hacías 36 fotografías, pero no sabías cómo habían salido. Si ahora reviso los cajones, igual encuentro algo, igual hay alguna fotografía buena. Uno no sabe identificar una fotografía buena hasta que no lleva diez años haciendo fotos.

 

S.- Tus primeras 10.000 -decía Cartier Bresson- serán tus peores fotografías

Para ser un buen fotógrafo tienes que dedicarle media vida, para entender cuál es una buena foto, para saber elegir las fotos buenas para un reportaje o un trabajo cuesta mucho, muchos años. Igual de las fotografías realizadas hace veinte años, de cien es posible que diga: ¡Vaya está foto la hice hace tiempo y es buena!...y la hice en analógico y con una cámara que valía mil pesetas. Pero entonces no sabía que era buena, hasta que no pasan los años no tienes la experiencia para identificar una gran foto.


S.- ¿Cómo es el paso de las cámaras desechables al fotógrafo profesional?

Cuando me preguntan si soy fotógrafos profesional, lo soy porque estoy dado de alta en ‘Actividades Fotográficas’, pero no vivo de la fotografía. Esa decisión nunca la he tomado, porque nunca he vivido exclusivamente de la fotografía. Si es cierto que hace cuatro años dejé la empresa en la que trabajaba para crear mi propia empresa y en ese momento sí decidí darme de alta como autónomo en ‘Actividades Fotográficas’ e intentar hacer, de forma esporádica, trabajos fotográficos. No con un fin económico, nunca lo he tenido. Por suerte vivo de otra cosa –artículos de fumador- y, además, no quería quitar trabajo a otros fotógrafos. Ser mi propio jefe me permitió también seguir estudiando fotografía, realizando cursos, talleres, comprar equipo y realizar pequeños trabajos fotográficos. Ha sido un camino hasta tener confianza en mí mismo para realizar trabajos fotográficos y ahí la Casa de la Imagen ha sido esencial.


S.- ¿Y cómo te adentras en la fotografía musical?

A mi relación con la fotografía musical le pondría el inicio en un concierto de una banda de mi pueblo, de Alfaro. Se llamaba ‘People’ y tocaba el bajo un amigo de mi cuadrilla. Sería verano, tiempo pre fiestas, organizaron un concierto en el patio de un colegio. Llevé la cámara y realicé las fotografías. Ahí fue cuando me di cuenta de que me sentía muy cómodo en la oscuridad de la noche, de un recinto, con las luces y con las sensaciones que generaba la música. Ese creo que fue el punto de inicio. De ese momento habrán pasado seis o siete años.


S.- ¿Siempre te ha gustado la música? ¿Tanto como la fotografía o la par?

Mi padre es costarricense y yo he vivido en España y en Costa Rica. Allí fue donde empecé a escuchar música. Había mucha afición por el reggae, por Bob Marley, y también por Guns and Roses. Fíjate que curioso. El primer disco que me compré –fue una cinta de cassette-, fue el ‘Use Your Illusion II’ de Guns and Roses. Recuerdo que cuando volvía del colegio tenía una mini radio pequeñita y comía escuchando música. Era Radio Uno –o Radio One, no recuerdo- y la gente llamaba con sus peticiones. Red Hot Chillie Pepper; Buffalo Soldiers, de Bob Marley; Sweet Child of Mine, de Guns and Roses… Esos son mis primeros recuerdos musicales. Estábamos en Costa Rica y sonaba cumbia, salsa, merengue… Bailo muy mal y esas músicas me daban un poco de lado, pero a mis amigos si les gustaban. Cuando ya vine a España me pegó el chispazo de U2, quizá la banda que más me ha transmitido durante muchos años. Si he sido fan a una banda durante muchos años ha sido a U2.


S.- … y a partir de ahí, la música siempre contigo…

Siempre he comprado música. Siempre he tenido mi colección de cintas, luego de cd´s, y ahora, como todas las personas que les gusta la música y sienten que deben comprarla, vinilos. Me descargo mucha música y me llegan cosas nuevas y diferentes desde diferentes sitios, amigos y conocidos que te recomiendan y te pasan discos. Bob Marley, Guns and Roses, Red Hot Chillie Pepper y U2… buenos mimbres para un cesto, ¿no? Nunca he sido un talibán de géneros, nunca he pertenecido a una tribu.


S.- Participas en el Curso de la UR, ‘Identidad y Música’ y la evolución de las identidades musicales lejos del foco de los medios. ¿Crees que la música está fuera de la atención de los medios?

Hay dos tipos de escena musical, la independiente y la que controlan las multinacionales, las ‘majors’, las grandes discográficas. En este último caso, ya puedes ser un grupo del pueblecito más pequeño del último rincón del país, una ‘major’ lo lleva a todos los lados, lo venden y lo crean. Lo difícil está en los independientes. Ahora se llaman música indie, pero jamás diré yo música indie como si fuera un género. Estos sí que parecen que no existen. Tienden a irse a las grandes capitales para tratar de cumplir sus metas. Si un grupo se siente con maneras va a buscar su oportunidad en una gran capital. Al final es lógico que tengamos la percepción de que todo pasa allí.
S.- ¿Pero más allá de los grupos que venden las ‘majors’, no hay un público –que puede parecer subterráneo- que sí está interesado en conocer y descubrir música?

Somos pocos, pero con grandes inquietudes musicales. En mi caso, por ejemplo, miro mucho hacia Navarra, hacia Aragón, hacia el País Vasco, y hay grupetes pequeños, que igual se mueven a través de las redes sociales, pero que van surgiendo. Pero si miro a mi entorno más cercano, a Logroño, a La Rioja, no veo nada. Sí veo cosas a setenta kilómetros de aquí, ¿por qué? No lo sé. No sé si aquí no existen o yo no los veo.


S.- ¿Puede ser una cuestión de tradición cultural en ese 'territorio musical'?

Puede ser. No sé si las pequeñas movidas que en los años ochenta hubo en Galicia o el País Vasco; la música machacona de Valencia; o los movimientos que hubo en Granada, han dejado posos y parece que siempre van a surgir los grupos de esos lugares. Da la impresión de que si va a pasar algo, si va a salir una banda buena en los próximos años, será raro que no proceda de diez sitios muy concretos. Galicia, País Vasco, Navarra, Aragón, Madrid, Granada, Mallorca…


S.- Música y fotografía parecen mantener una muy buen relación. Quizá, más incluso que otras artes, ¿no?

Sí, seguramente porque se necesitan. La fotografía es necesaria absolutamente para todo en esta vida, para la gastronomía, la arquitectura, la escultura… para todo. Todo el mundo necesita tener imágenes. La única manera de tener resguardos de los momentos vividos es tener una fotografía. La fotografía de conciertos que perdura suele ser impresionante. Sueles ver a gente viviendo momentos concretos de un concierto que con el tiempo se transforman en iconos.


S.- A veces a través de algunas de esas imágenes de grupos o músicos parece que se puede escuchar el tema que interpretan…

Claro, claro, incluso se puede oler. La fotografía te hace imaginar. Si conoces el momento, la fotografía te lo recuerda, sino lo conoces te hace fantasear. He visto recientemente una serie de fotografías de Woodstock –en las que están trabajando recuperando el color- y esas imágenes olían, al observarlas imaginabas cómo sería estar ahí, en ese festival comparado como el Primavera Sound o cualquiera de esos a los que vamos ahora. Sientes el sonido e incluso cómo sería la convivencia, fantaseas.


S.- Existe una cuestión relacionada con los sentidos y los sentimientos, pero la fotografía es también promoción, ¿no?

Claro, la fotografía y la música se necesitan también desde el punto de vista de la promoción. La fotografía promocional es básica en la música.


S.- Las portadas y las fotografías de portada también te atraen para decidirte por escuchar un disco, ¿no?

Sí, claro. Ahora hay muchas más bandas que antes y muchas son muy buenas, pero también las hay muy malas. Rápidamente ves las intenciones de los grupo, los conoces un poco por el cuidado que ponen en sus portadas, en sus fotografías, en sus comentarios en las redes sociales, en cómo organizan sus giras. Hay grupos que cuidan hasta el último detalle y contratan a fotógrafos buenísimos. Cada fotógrafo tiene su estilo personal, su mundo particular, y si tienes una banda de rock igual lo apropiado es que las fotos te las haga este fotógrafo que encaja mejor con vuestro estilo, si eres un cantautor, pues mejor este otro… Se trata de trabajar con el que va a entender qué es lo que quieres. Ahora también se acude mucho a la ilustración, que parece que se está valorando un poquito más. Hay portadas que son auténticas maravillas. Se apoyan unos en otros, las bandas en los fotógrafos, los fotógrafos en las bandas.


S.- ¿En tu caso, qué persigues cuando tienes la cámara en tus manos?

Cuando vas a hacer fotos sabes más o menos el objetivo que tienes, sabes cuáles son tus capacidades, tus cualidades, tu equipo, y te pones unas metas. Cuando me enfrento a un concierto, por ejemplo, sigo siempre unas pautas. Por ejemplo, tengo que tener una foto perfecta del cantante. Si tengo que hacer cien fotos y quedarme en un sitio porque veo que es el único lugar desde dónde lo puedo fotografiar como quiero me quedó ahí las tres canciones que permiten estar en el foso o las que sean. Cuando ya tengo esa foto, hago otras cosas. Retrato a la banda, me intereso por otro de los músicos si imagino una foto interesante. Siempre persigo una cuestión estética más que periodística. También buscas el reconocimiento, el del fotografiado, pero sobre todo el de ti mismo. Quiero sentarme frente al ordenador y decir: “han salido las cosas bien”. Una sola foto buena, que cada vez es más complicada porque cada vez te exiges más, es una satisfacción. Haces fotos por el placer de hacer fotos. Si me dedicara a hacer bodas –que no lo descarto en un futuro- sería otra cuestión. Al final de año, hago una selección y me quedo con cinco o con diez, e igual he hecho veinte mil fotografías.


S.- Hay una frase de Robert Capa que dice algo así como que “si tus fotografías no son lo suficientemente buenas es porque no estás lo suficientemente cerca” ¿Cómo es y cuánto hay que acercarse a los músicos?

Esa frase habla de un tiempo en que la fotografía se realizaba con objetivo de 35mm, un poquito más abierto que el ojo humano y una óptica fija. Se refería a que no puedes hacer una fotografía buena sino te implicas en lo fotografiado. Yo hago mejores fotos en un concierto que me está transmitiendo algo, que me está gustando. Hago las fotos con más pasión, con más garra, a eso se refiere Capa. Si se lo dices a un fotógrafo que va a realizar un reportaje de leones, pues te dirá que si se acerca más el león le come. Pero si ese fotógrafo al que le apasionan los animales cuenta con un teleobjetivo seguro que no le importa pasarse días en el mismo lugar esperando a fotografiar al león. Se trata de implicarse y eso se nota.
S.- Los conciertos parecen lugares inhóspitos para la fotografía, la luz, la oscuridad…

La fotografía es luz, luz que se queda reflejada en un sensor. La luz en un concierto es muy variable, tu controlas la cámara y tienes que ir bailando al son de otra persona que es el técnico de luces que tiene grabada una secuencia. Vas a su ritmo, subes la velocidad, bajas la velocidad, es realmente un baile, te alías con la iluminación. Hay bandas míticas como Los Planetas –el grupo alternativo por antonomasia-, que es horrible hacerles fotos porque apenas hay luz en sus conciertos. Es una luz tenue, fría, que te obliga a forzar la cámara a niveles en que la calidad va perdiendo calidad. Tú te irritas porque tienes tres canciones y tienes que hacer una foto y la luz no cambia. Miras a tus colegas y nos decimos ‘esto es una mierda’. La luz en los conciertos tiene que ver con el líder de cada grupo, que igual no es el cantante, y toma esas decisiones.


S.- ¿Y es fácil la relación con los grupos para realizar las fotos en los conciertos?

Hay de todo. Hay bandas que no sólo controlan la iluminación sino también a los fotógrafos y que incluso te hacen firmar contratos abusivos. La fotografía es sobre ese grupo determinado, pero la foto es mía, pero hay grupos que te obligan a firmar acuerdos que les permiten retirar una fotografía que no les guste cuando la vean publicada, porque la cantante sale poco favorecido, porque el cantante sale fumándose un petardo o por lo que sea. Me parece muy lícito controlar la imagen de cada uno, pero también hay que tener en cuenta los derechos de los demás. Luego hay otros grupos que están encantados de que les hagas fotos. Vuelvo a lo de antes, al compañerismo que existe entre los grupos y los fotógrafos, nos necesitamos. Los grupos que empiezan te dejan subir al escenario, te dejan incluso acompañarles al camerino, realizar retratos.


S.- ¿La cámara o la mirada?

La cámara es la cabeza, siempre. La cámara no es importante para sacar una buena foto, la cámara es importante para sacar una fotografía con calidad determinada y unas dimensiones determinadas. Calidad no significa que la foto sea buena. Lo importante es la cabeza. Lo ves muchas veces en las redes sociales, por ejemplo, en Instagram donde puedes ver muy buenas imágenes realizadas con el móvil. Es cierto que Instagram está prostituyendo la idea inicial al admitir fotografías no realizadas con el teléfono. Me parece que pierde la identidad, me sabe mal. Aun así, hay gente que hace fotos extraordinarias con el móvil, con una gran sensibilidad. Sigo a personas que sólo hacen fotos de desayunos o de sus manos tocando cosas… y son increíbles. Quizá, esas personas no sabrían hacer esas fotos con una cámara profesional, por se siento cómodos con el móvil, la cámara es su cerebro.


S.- … pero, de pronto, ¿no nos hemos creído todos que somos fotógrafos?

Bueno, para empezar todo el mundo lleva una cámara en su bolsillo. Luego, rápidamente las subimos a las redes y buscamos el reconocimiento. Eso lo quiere todo el mundo, todo el mundo quiere que le quieran, todo el mundo quiere que le digan ‘me gusta’, es normal. Nuestro mundo se ha abierto y queremos sentirnos valorados, aunque a veces hay mucho palmero. Ahora un ‘me gusta’ es lo más parecido a un abrazo, un abrazo virtual. Si a la gente le gusta lo que haces vives más contento, más feliz… ¿fotógrafos? No sé si somos fotógrafos… si se pudieran hacer tartas virtuales igual todos éramos cocineros…


S.- ¿Hablabas antes de la paciencia a la hora de abordar una foto, un trabajo fotográfico?

Soy muy paciente, pero eso se consigue con el tiempo. En los conciertos veo a los compañeros que entran conmigo –en los festivales somos un poco rebaño-, hablamos del grupo, entramos en el foso, nos situamos en función del objetivo que lleves, ves las luces, tienes una forma de actuar. Hay gente que tira cien fotos y tú no tiras ninguna. La experiencia te permite saber esperar al momento que quieres. Claro, si sólo te dejan una canción para hacer las fotografías…


S.- ¿Las fotos se hacen o se toman?

Las fotos están, están ahí…


S.- ¿Cuándo vas a un concierto a realizar un reportaje fotográfico acudes también como espectador?

Uno va a ver un espectáculo siempre. Tú vas a realizar un trabajo, pero es muy difícil abstraerte. Como decíamos antes, es preciso implicarte y tener el punto de vista del espectador. Soy muy fan de muchos grupos. Tengo el recuerdo de un concierto de Xoel López en el Sonorama de hace dos años. El tío empieza a tocar canciones que a mí me llegan y me quedaba en trance. Era uno más y una compañera se acercó eres el único fotógrafo que está cantando. Claro que estoy cantando, es que estoy gozando y paro de hacer fotos por verlo y escucharlo. Siempre con la responsabilidad de hacer fotos, pero disfrutando. Hay gente que entra y dispara y dispara y ya está, no lo siente.


S.- ¿Con que concierto te quedas de los que has fotografiado?

Hay una banda, Mucho, unos chicos de Toledo. A mí me gustaban y les comí la cabeza para que vinieran a tocar a Logroño. Luego repitieron. Empiezas a meterte en el mundillo, comienzas a conocer a los managers… Tocaban en un Sonorama y era un concierto muy importante para ellos. Es una banda que debería estar por encima del escalón que se mueven ahora. Les dije que quería hacerles fotografías durante todo el concierto. Estaba un tanto nervioso, sabía lo importante que era para ellos. El resultado fueron unas fotografías muy dignas y me sentí muy bien. Tenía mucha libertad.


S.- ¿Y a qué grupo te gustaría fotografiar?

Debería decir que a U2. ¿Quién no quiere fotografiar a U2, los Rolling Stones o a Springsteen? Sabes que la iluminación va a ser perfecta, que habrá mucha gente y que es raro que salga mal, pero no son las bandas que más escucho. Ahora, me gustaría fotografiar a Tame Impala, probablemente porque es la música que más escucho en este momento. Son conciertos apasionantes, vibrantes, muy intensos. También, me gustaría estar en el foso haciendo fotos en un concierto de The Folds. Cuando tenga cincuenta años y me vuelvan a realizar la misma pregunta diré U2.


… y que no se me olvide, no había pensado en una persona sólo en grupos, y Bowie es mucho más que un cantante, es un todo dentro de la música. Es un icono, es más que cualquier músico. Lógicamente, David Bowie no va a volver a tocar nunca más y no puedo aspirar a fotografiarle, pero si me repites la pregunta. Te diría que el concierto que más me gustaría ver en mi vida es Bowie. Siento verdadera pasión, pero no empezó con su música. Empezó con su imagen, sus fotografías, su iconografía. Desde ahí empecé a bucear en su música. Hasta el punto que a mi perra la he llamado Bowie…

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