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{CULTURA / MúSICA}

El discreto encanto de Sheryl Crow

Otra de mis debilidadades de la segunda mitad de los 90 fue Sheryl Crow, una mujer que consiguió algunos discos sobresalientes, que ocupó un lugar preeminente en las listas, y que luego desarrolló una carrera menos visible, cuando no olvidada por mucha gente. Los dos primeros discos de Sheryl Crow siempre me han acompañado y me siguen gustando mucho y, curiosamente, cuando su carrera tendría que haber dado un nuevo salto, no lo hizo. Sí, Sheryl Crow vendió millones de discos y algunas de sus canciones siguen siendo muy reconocibles, pero no es menos cierto que desde 2005, pues sus discos no han tenido la grandísima repercusión de los primeros. ¿Descenso de la calidad?, ¿barrida paradójicamente por el ‘Americana’? Volvamos al principio. La serie la Parecía que…la inauguramos hace unas semanas con una chica que venía con una guitarra eléctrica bajo el brazo, Alanis Morissette. Poco antes, y ese 1995, otra mujer vino con una guitarra acústica, se llamaba Sheryl Crow y se traía un single resultón y contundente: ‘All I Wanna Do’.


Bueno, en realidad Sheryl llevaba mucho en esto de la música y ya superaba de largo la treintena, había nacido en Missouri en 1962. En estos años, entre otras cosas, había sido vocalista de Michael Jackson y había trabajado con gente como Stevie Wonder. Cuando le llegó su oportunidad, grabó su primer disco en 1993 con una major (A&M), pero el éxito tardaría. Tuesday Night Music Club se convertiría en un acontecimiento gracias al adictivo tercer single, el archifamoso y ya señalado ‘All I Wanna Do’.


La canción lo tenía todo: un inicio seductor, una melodía pegadiza, un estribillo todavía más, y la mezcla de Pop, Rock y Country, incorporando el pedal steel. Fue un pelotazo que colocó a Sheryl Crow, con una voz privilegiada y su imagen de vecina de al lado, en el mapa. A través de ‘All I Wanna Do’ llegamos a un disco que integraba el Country y el Rock (¿les suena?), con toques Pop, y que no tenía desperdicio. Allí estaban las melancólicas ‘Run, Baby, Run’, ‘Leaving Las Vegas’, que también fue un gran éxito, ‘Strong Enough’, o ‘No One Said I Would Be Easy’ (tema que siempre me aplico). Y había tiempo para otros temas más animados como ‘The Na-Na Song’ o ‘Solidify’. Pero mi favorita será la desgarradora y maravillosa ‘Can’t Cry Anymore’, la mejor de toda su carrera, un medio tiempo en el que Crow se deja su voz y esas guitarras…


Como decíamos, el disco fue un éxito descomunal: millones de ventas, 3 en el Billboard norteamericano y Grammy al disco del año. Claro, aquello era difícil de superar y en 1996, con la publicación de Sheryl Crow, no obtendría ese éxito pero superó en calidad a su debut, y por eso es mi disco favorito de Crow. Siguiendo la misma tónica, pero con un toque más de oscuridad, ya desde la portada, Sheryl asumía la producción del disco y la mayor parte de las tareas compositivas, así como numerosos de los instrumentos, y le salió un disco fantástico, más rockero si se quiere o incluso stoniano, pero también con canciones que podían sonar en las radiofórmulas o en la MTV, como este ‘Everyday Is A Winding Road’:


En esa línea también destacaba ‘A Change’, la más oscura ‘If It Makes You Happy’ (que fue el primer single), ‘Sweet Rosalyn’, ‘Love Is A Good Think’ (que le valió que sus discos fuesen retirados de Walmart porque criticaba la venta de armas en estos establecimientos en uno de sus versos), ‘Maybe Angels’ o ‘Superstar’. Pero también había lugar para las canciones nostálgicas, con reminiscencias Country, como ‘Redemption Day’, ‘Oh, Marie’ y especialmente ‘Home’, otra de mis canciones favoritas de Crow, una balada que se te clava directamente.

 

Sheryl Crow podía parecer más dura u oscura pero su talento estaba fuera de toda duda. Con dos discos, se había convertido en una de las principales voces de la música norteamericana, y sus canciones estaban en películas, series de televisión, etc., también vendió millones de discos, pero no llegó a las cifras y cotas de su debut. El salto al tercer disco sería mucho más complicado y aquí, no podía ser de otra manera, hubo un pinchazo. The Globe Sessions (1998) no es un mal disco, al contrario, pero palidece ante los otros dos. Crow se interna en otros caminos como el Blues, y presenta una serie de canciones interesantes, algunas tan redondas como ‘My Favorite Mistake’ y ese Hammond; la más Pop ‘Anything But Down’; la que le cedió Bob Dylan ‘Mississippi’; ‘If Don’t Hurt’, etc.. Era un disco más irregular, por el que pasaron el saxofonista Bobby Keys o el teclista Benmont Tench, y que ganó el Grammy al mejor disco de Rock, pero sus ventas también fueron para abajo. Incluso, en esos años lanzó una versión del ‘Sweet Child of Mine’.
Tocaba sacar músculo y para ello nada mejor que un directo en Central Park acompañada por, atención, Keith Richards, Eric Clapton, Chrissie Hynde, Stevie Nicks, Dixie Chics y Sarah McLachlan, presentados por Bill Murray. Fue en 1999 y además de los hits de Crow, cayeron versiones de Fleetwood Mac con ‘Gold Dust Woman’, ‘Happy’ de The Rolling Stones, ‘White Room’ de Cream y ‘Tombstone Blues’ de Bob Dylan a cargo de todos los invitados. Pero no parece que fuesen buenos años para Sheryl, además de aquejada de una depresión también contaba con relaciones sentimentales tormentosas, una de ellas con Eric Clapton, otra con el actor Owen Wilson, etc.


El 2002 llegaría un nuevo trabajo de Sheryl Crow, esta vez más luminoso ya desde la portada, y con una nómina de colaboradores también de altura: Emmylou Harris, Don Henley, Lenny Kravitz, Stevie Nicks, Natalie Mainess (Dixie Chicks), Liz Phair, Gywneth Paltrow, etc. C’mon C’mon sonaba más californiano, ya desde ese primer single de Pop amable que era ‘Soak the Sun’, y que contaba con buenas canciones como el contundente inicio de ‘Steve McQueen’, la canción que daba título al disco, ‘Diamond Road’, ‘It’s Only Love’ o ‘You’re An Original’. Era un disco más variado si se quiere que también vendería casi tres millones de discos y se situaría en el 2 del Billboard.


Lo que no esperábamos es que en 2003 Sheryl Crow despachase un The Very Best, prematuro y con una versión de Cat Stevens, ‘The First Cut is the Deepest’, un tema con Kid Rock y una versión de ‘C’mon C’mon’ con The Corrs (!!!???), por no olvidar esa portada del disco, que trataba de adoptar un toque Country-Western. El disco fue un éxito y alcanzó también ventas millonarias y el 2 de nuevo en el Billboard. Pero para entonces Sheryl ya estaba más en la palestra por ser la pareja del ciclista texano Lance Amstrong, relación que duró de 2003 a 2006. Una pareja curiosa, ella demócrata, él republicano, y varias diferencias más.


Aquí se rompe mi relación con Sheryl Crow, y no, no fue por culpa de Amstrong, curiosamente cuando en esos años más nos estábamos metiendo en todo aquello del ‘Americana’ y devorábamos a The Jayhawks, Wilco, Ryan Adams, Josh Rouse, etc. Sheryl Crow tenía algunos de sus ingredientes pero ya era algo mucho más mainstream que todos ellos y eso le perjudicó. Curiosamente, cuando tenía un campo más a su favor no supo mostrar una autencidad que le equiparase a Lucinda Williams o a Emmylou Harris. Yo dejé de comprar sus discos, no lo veía. Casi cayó Wildflower (2005) pero el single no me convenció; de Detours (2008) prácticamente me enteré de casualidad y sí recuerdo ver el vídeo de ‘Love is Free’, pero no me llamó la atención; y ni de 100 Miles From Memphis (2010) ni del más Country Feels Like Home (2013) escuché nada, ni hice por intentarlo. Casi nada, cuatro discos que en Estados Unidos tuvieron su repercusión, alcanzando posiciones altas en el Billboard, pero como toda la industria de la música en descenso de ventas y, en su caso, de visibilidad internacional. Tampoco su vida ha sido fácil, en 2006 fue operada de un cáncer de mama y en 2011 se le detectó un tumor cerebral benigno.

 

Como decía al inicio de este artículo, recurro a los dos primeros discos de Sheryl Crow en algunas ocasiones, no han perdido vigencia, y nos muestran a una artista en su plenitud. Muchas veces pienso que debería haber seguido su carrera, haber apostado por el que parecía flojo Wildflower y los que vinieron después, pero para entonces ya estábamos en otras historias, las cuales no estaban tan alejadas de Sheryl Crow. Su carrera ha sido exitosa, ha vendido millones de discos y tiene grandes canciones, pero su trayectoria parece haberse mantenido en un segundo plano. Nos quedarán todas esas canciones de los 90 y la sensación de que esa mujer encantadora, que podía ser la vecina de al lado, podía haber dado más de sí, aunque no le restamos ningún merito, al contrario, a todo lo que ha hecho./Sergio Andrés desde 'Los Restos del Concierto'

 

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