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{CULTURA / MúSICA}

Las identidades múltiples de Queen (II)

No conocíamos mucho del Queen anterior a la década de los ochenta, y más en un mudo preinternet. Con la muerte de Mercury se dio a conocer ese legado, sus discos aparecieron por doquier antes de la época de las reediciones y allí nos encontramos con unos jovencísimos Mercury, May, Deacon y Taylor, que todo hay que decirlo aguantaron dos décadas juntos, y May y Taylor han seguido hasta hoy, que debutaban en 1973 con Queen I y publicaban en 1974 Queen II. Con un Mercury ya lanzado, sólo hay que ver las imágenes de la época, Queen todavía estaban buscando su sonido que oscilaba entre el Rock más duro, casi Heavy, y el Glam Rock, con un toque barroco que acentuarían en el futuro, sin olvidar un punto progresivo también. En su debut ya estaba ‘Keep Yourself Alive’, brutal, pero sería con su tercer disco, Sheer Heart Attack (1974), donde darían un paso más allá con temas como las potentes ‘Stone Cold Crazy’ o Brighton Rock’, pero también ‘Killer Queen’, donde ya destacaban esos juegos de voces característicos de la banda. Pero su popularidad creció con el disco de 1975, A Night at the Opera, donde aparecía su clásico ‘Bohemian Rhapsody’, un tema que contaba con una apertura baladística, una parte intermedia de carácter operístico, y un final de Rock duro que culminaba con un descenso a la pausa del inicio. Un tema que, a pesar de la sobrexposición, sigue siendo una canción tremenda y que mucha gente conoció, especialmente en Estados Unidos, en 1992 con la película Wayne’s World y la famosa escena del coche.


Aquel disco también tenía grandes temas como ‘You Are My Best Friend’ de Deacon, la acústica y más folkie ’39’ de May o la deliciosa balada ‘Love of My Life’ de Mercury. Queen hacían gala además de su histrionismo característico aunque en todas las encarnaciones de la banda siempre ha habido algo que me ha parecido como estrambótico, lo que también les gustaba. Siguieron la racha con A Day at the Races (1976) que aportaba una de sus mejores canciones, ‘Tie Your Mother Down’, así como otro himno para lanzarse a cantar como es ‘Somebody to Love’. Y en News of the World (1977) entrarían ‘We Will Rock You’ y ‘We Are the Champions’, así como el olvidado tema de Deacon ‘Spread Your Wings’. La década la van a ir cerrando con uno de los mejores discos de la banda, Jazz (1978), donde despliegan todas sus señas de identidad en canciones como ‘Fat Bottomed Girls’, ‘Bicycle Race’ o ‘Don’t Stop Me Know’ y con The Game (1989), un álbum más ecléctico con temas clásicos como ‘Crazy Little Thing Called Love’ y ‘Another One Bites the Dust’ (de Deacon y su tremenda línea de bajo en un momento de auge de la música disco), sin olvidar el típico himno de pretensiones que, en esta ocasión era la menor ‘Save Me’. Además, en 1979 habían publicado uno de los mejores discos en directo que yo haya escuchado nunca, el Live Killers, a pesar de algunos ramalazos progresivos que te echan para atrás. Además, a lo largo de la década la imagen de Queen iba cambiando, especialmente en el caso de un Freddie Mercury. Y, para entonces, Queen eran ya uno de esos dinosaurios del Rock & Roll contra los que despotricaban el Punk.


Pero a partir de ese momento, hay un cambio en Queen bastante profundo, fruto quizá de dos grandes tropiezos. Primero la incomprensible Banda Sonora para la película de Flash Gordon en 1981, un trabajo casi en su totalidad instrumental que responde sin duda a los parámetros de la época. Vista una década después, cuando conocíamos en profundidad por primera vez la obra de Queen, ya era una cosa anómala fruto de su contexto. El siguiente tropiezo fue Hot Space (1982), un batiburrillo extraño que sólo ofrecía el ‘Under Pressure’ con Bowie, un tema homenaje a Lennon ‘Life is Real (Song for Lennon)’, y poco más. Aquí Queen debieron hacérselo mirar porque su trayectoria viró hacia un Pop más accesible que les sitúo en lo más alto en Europa pero que no pudo competir en Estados Unidos. En su conjunto, la obra de Queen a partir de esos momentos produjo algunos de sus hits, como hemos señalado en la primera parte del artículo, pero no resiste la comparación con los setenta y sus temas han envejecido peor. Sé que habrá gente que pensará que esto no es cierto, pero es sólo mi opinión. The Works (1984) aportó la insufrible ‘Radio Ga Ga’, ‘I Want to Break Free’ y temas más duros como ‘Hammer to Fall’. Y la línea sigue en descenso en A Kind of Magic (1986) con un tema tan acartonado como el que da título al disco, la machacona ‘One Vision’, la empalagosa ‘Friends Will Be Friends’ o la balada prototípica ‘Who Wants to Live Forever’, que fue Banda Sonora en Los Inmortales, y que nos suena tan fuera de lugar en la actualidad como la película. Por aquellos momentos, Queen venían del ya mencionado Live Aid y sacaban un nuevo directo, Live Magic (1986), donde demostraban que estaban en lo más alto en Europa. Pero la vida de la banda estaba a punto de entrar en otra etapa debido a la enfermedad de Freddie Mercury. Trabajadores incansables, como hemos visto no dejaban de sacar discos y lo hacían como mucho con dos años diferencia, el siguiente, The Miracle, no llegaría hasta 1989. Para entonces, Mercury ya se sabía enfermo y el reloj iba rápidamente en una cuenta atrás imparable./Sergio Andrés desde 'Los Restos del Concierto'

 

* Las identidades múltiples de Queen (I) Aquí.

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