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Gino Bartali, el campeón escalador y su lista Schindler

El ciclista ganó dos Tours y tres Giros, además de salvar en secreto la vida de 800 judíos

El Giro 2013 llega a Florencia y allí, en la ciudad del Renacimiento, homenajeará a una de sus leyendas. Gino Bartali, el escalador que ganó la carrera italiana en tres ocasiones. La guerra y Fausto Coppi, su rival y amigo, impidieron que sumara más victorias  a su palmarés. Sí añadió a su currículo dos Tour de Francia, cuatro Milán-San Remo, tres Giros de Lombardía, y nueve maillots de la montaña, siete del Giro y dos del Tour. En total acumuló 91 triunfos como profesional. Un auténtico mito de la bicicleta.


Pero no fue hasta después de su muerte en el año 2000 cuando se conoció la más grande de sus proezas. Fue también sobre las dos ruedas de su bicicleta, aunque la meta no estaba marcada sobre el asfalto sino mucho más allá. Y es que, Bartali dedicó dos años de su vida a salvar la vida de aproximadamente ochocientos judíos. Como no podía ser de otra manera, se sirvió de su bicicleta –quien iba a sospechar- para llevar escondidos los papeles y la documentación necesaria de un lado a otro. Bartali decía que entrenaba y todo el mundo le creía, miraban admirados al campeón que había conseguido enorgullecer a Mussolini con su victoria en el Tour de 1938.


Gino Bartalí nunca reveló su solidaria y arriesgada acción, se fue a la tumba con ella. Sólo en 2003, tres años después de su fallecimiento se conoció su secreto. Fueron los hijos de Giorgio Nissim quienes por casualidad encontraron un viejo diario de su padre. En aquellas páginas se describía de forma detallada el método de funcionamiento de la red clandestina dedicada a conseguir documentos para salvar la vida de personas de origen judío. 


El diario de Nissim explicaba minuciosamente los viajes –entrenamientos aparentes- que realizaba Bartali, los kilómetros realizados, los papeles escondidos bajo el sillín de su bicicleta y su compromiso con la causa. Entonces, al conocer el secreto del diario, empezaron a cobrar sentido aquellos duros y exigentes entrenamientos en tiempo de guerra, cuando no había competiciones debido al conflicto bélico.


Mussolini mientras tanto sitúa al campeón como ejemplo del Partido Fascistas Italiano. Bartali al mismo tiempo mostraba en grandes caracteres su nombre en el maillot, de modo que en cada uno de sus entrenamientos era reconocido y jaleado en vez de registrado y controlado. A fin de cuentas era un héroe para el Duce y qué menos que permitirle pedalear arriba y abajo por don considerara mejor para mantener su estado de forma.

 

Hasta el descubrimiento del viejo diario, Gino Bartali estaba considerado como uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos, pero también como una persona afín al régimen fascista de Mussolini, quien soñaba con ver derrotados a los franceses por un italiano en el Tour de Francia. En 1938, Bartalí cumplió el sueño del Duce. Y no sólo obtuvo la victoria sino que aventajó al segundo clasificado en veinte minutos.
Cuentan que cuando la carrera se empinaba, Gino no encontraba rival. Quizá tan sólo en la pedalada ágil y poderosa de su amigo Fausto Coppi. Una rivalidad deportiva y entonces se creía que también ideológica, que mantenía divididos a los italianos. Por encima de todo, los dos campeones compartía una gran amistad y en algunos momentos incluso equipo, ayudándose en diferentes momentos para que el otro consiguiera la victoria.


La carrera deportiva de Bartali se vio interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, lo que le impidió defender su victoria en el Tour de 1939. Se tomó la revancha en 1948, cuando llegó por segunda vez de amarillo a París, tras protagonizar una ronda espectacular en la que acumuló siete victorias de etapa. Gino Bartalí mantiene el récord de ser el único ciclista que ha ganado la carrera francesa con un intervalo de diez años entre sus dos victorias.


De familia humilde había nacido en Ponte a Ema, en las proximidades de Florencia, mantenía unas fuertes convicciones religiosas, conocidas en el pelotón ciclista. No en vano, cuando una espectacular caída en el descenso de un puerto del Tour de 1937 le impidió ganar la carrera su compañeros le bautizaron como el ‘monje volador’; no era para menos, había volado literalmente por un precipicio hasta caer en un pequeño río.


Finalizada su carrera deportiva, Bartali se retiró a su tierra, a Florencia, y durante más de cincuenta años no dijo ni una sola palabra de su heroica labor de ayuda a los judíos que estaban siendo acosados y perseguidos en la Italia de Mussolini.


Bartali fue un excepcional escalador, uno de los mejores que han coronado los míticos puertos de los Alpes, Apeninos y Pirineos; ya fueran el Galibier, Mont Ventoux, Stelvio, Gabia o el Tourmalet. Quizá ahora es momento de reconocerle y entregarle el malliot como verdadero campeón por sus hazañas al recoger los pasaportes que confeccionaban en los monasterios de las montañas italianas y trasladarlos, pedalada a pedalada, hasta sus destinatarios. En 2013, el Giro ha decidido hacerle un homenaje y hacer justicia con Gino Bartali, con el excepcional campaón escalador./Javi Muro

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