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{DEPORTE / OTROS DEPORTES}

La carrera que no fue, los héroes que no llegaron

Un cartel recuerda en 'Trapería de Klaus' la prueba que anunciaba a Coppi, Bobet y Poblet en Logroño

Las mañanas de Germán son de paseos y cafés. Lee la prensa local y echa un vistazo a las últimas páginas de los periódicos de fútbol por si se diera la casualidad de que ese día hablaran de verdad de deporte. Para Germán el deporte está relacionado con el esfuerzo y la satisfacción de haber disfrutado practicándolo, así que le cuesta mucho comprender las tonterías estilo ‘Aquí hay tomate’ que acompañan al balompié -como le llama él- hoy en día. Germán identifica a los deportistas con el ciclismo; en especial con aquel ciclismo que imaginaba pegado al transistor o a la radio del Café de la plaza ­–sustituida hoy por un enorme pantalla de plasma- que colgaba de la pared y con la disfrutó de aquellas Vueltas, Tours y Giros de los años 50 y 60. La tele está bien –dice- pero asegura que ha acabado con la imaginación.


La caminata diaria tiene el aroma del café con leche que le espera. Enfila la calle Escuelas Pías hacía el Ayuntamiento. Hoy callejea por allí, mañana inventará una nueva ruta. Huye de la rutina serpenteando por el callejero. En la Comisaría del barrio hay jaleo, una patrulla de policías locales trata de explicar algo a un grupo de personas que les rodea, mientras sus compañeros conducen a un detenido al interior del local. Desde la otra acera Germán se detiene un instante. El cristal del coche aparcado frente a él refleja las letras de un cartel junto a una infinidad de libros y objetos diversos. Aunque invertidas, no tiene problema para leer Coppi, Bobet y Poblet.


Siquiera necesita girarse para que sus recuerdos entren en ebullición. No recuerda la fecha exacta, pero sí la emoción que le acompañó durante los meses en que creyó que por fin iba a poder contemplar a los héroes de la bicicleta en su ciudad, a tan sólo unos metros de su casa. Había escuchado mil y una hazañas de Fausto Coppi –I’LCampeonissimo- y de sus enfrentamientos allá por las montañas italianas con su primero rival y después amigo Gino Bartali. Una enemistad que algunos atribuían ideológica y otros a la mala relación existente entre sus mujeres, relataban a través de las ondas lo narradores desplazados a aquellas carreras mágicas. Una foto tomada en las rampas más duras de un puerto alpino en la que Bartali y Coppi comparten un bidón de agua acabó con las especulaciones y demostró –al menos a Germán- que el ciclismo es un deporte diferente.

 

Recordaba de memoria el palmarés del italiano, casi tanto como las sensaciones que siendo aún un crío abrigó al conocer la noticia de que se disputaría el Primer Criterium Internacional de Logroño. Aquellos dos Tours (1949 y 1952), sus cinco Giros (1940, 1947, 1949, 1952 y 1953) y aquellas clásicas de las que apenas llegaban noticias en aquellos años pero que los afortunados que habían podido contemplarlas calificaban de carreras para valientes, héroes o locos. Coppi venció en cuatro de aquellos ‘monumentos’, tres veces en la Milán-San Remo (1946, 1948 y 1949); cinco veces en el Giro de Lombardía (1946, 1947, 1948, 1949 y 1954), a las que sumó los triunfos en Paría-Roubaix (1950) Y Flecha Valona (1950). Coppi era entonces, y aún lo es hoy, uno de los mejores corredores de la Historia e iba a estar en Logroño.
Germán apartó la mirada de la ventanilla y contempló directamente el cartel. ‘I Criterium Internacional de Logroño’, “Con la participación de las máximas figuras mundiales del ciclismo. Fausto Coppi, Louisson Bobet, Miguel Poblet, así como otros destacados ases del pedal”. Lo patrocinaba Profiden “Dentífricos, anestésicos, productos para prótesis”. Hasta la publicidad creía haber recordado.


Con la mirada perdida en el escaparate de ‘Trapería de Klaus’, recordó las alabanzas que acompañaban cada conversación en la que surgía el nombre de Bobet, ‘El panadero de Saint-Méen’, como le llamaban en Francia en referencia al trabajo con el que se ganaba la vida antes de probar suerte con la bicicleta. Al hablar de Bobet todo el mundo resaltaba que había sido capaz de ganar el Tour tres veces consecutivas (1953, 1954 y 1955). Entonces fue el primero en lograrlo. También que era un escalador asombroso (venció el Gran Premio de la Montaña en el Tour y en el Giro). Un escalador de los de antes –apuntaba Germán en sus tertulias de ahora-, no de los que se apoyan en los múltiples desarrollos y suben a lo ‘molinillo’. No, la bicicleta de Bobet pesaba, pesaba mucho si las comparas con las de ahora y no había opciones de piñones y platos, al menos no tantas como hoy. Un escalador de los de antes, reitera a quién quiera conversar con él. Un extraordinario clasicómano también que se apuntó victorias en París-Roubaix, Milán-San remo, Giro de Lombardía, Tour de Flandes, Burdeos-París, Gran Premio de las Naciones, además de la París Niza y la Dauphine Liberé.


Miguel Poblet, el sprinter, el primer español en vestir de amarillo en el Tour, era la otra gran figura que iba a participar en Criterium. La memoria no le falla, aquel día, cuando conoció la noticia al salir del colegio corrió hasta casa: “¡Padre, Padre!... viene Poblet, ¡va a correr en Logroño!”.

 

Poblet se había convertido en profesional con tan sólo 16 años, algo impensable hoy en día. Fichó por el equipo italiano Ignis y comenzó a acumular victorias hasta llegar a las 62 al final de su carrera. Cruzó la meta en primer lugar en dos ediciones de la Milán-San Remo (1957 y 1959), ganó 20 etapas del Giro, tres en la Vuelta y otras tres en el Tour. Poblet –y esa era quizá la hazaña que más recordaba Germán- se había convertido en el primer ciclista en ganar etapas en las tres grandes en una misma temporada. Fue en 1956. Años después igualarían la gesta, Pierino Baffi (1958) y Alessandro Petacchi (2003).
La ilusión que generó aquella noticia se transformó en poco tiempo en decepción. El 21 de octubre de 1958 no se celebró el ‘I Criterium Internacional de Logroño’. Ni Coppi, ni Bobet, ni Poblet, ni ningún otro de los ases mundiales de la bicicleta del momento pedalearon por Logroño. Al parecer, el retraso de las inauguraciones de las nuevas estaciones de ferrocarril y autobuses impidieron que otros actos, como la carrera ciclista prevista, se celebrasen. Cuando se trata de cortar la cinta nada ha cambiado en sesenta años, piensa Germán.


Con el café de la tarde, observa la pantalla gigante del bar de la plaza. Es enero y se disputan las primeras carreras de la temporada; aún nada serio. La imágen que permite contemplar la prueba de principio a fin no es lo mismo que aquellos relatos radiofónicos –piensa-, pero no está mal, a fin de cuentas ya ha imaginado todas las pedaladas posibles./Javi Muro

 

*El cartel permanecía ayer aún en 'Trapería de Klaus'.

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