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{TURISMO / AVENTURA}

'Desaventurados'

'Desaventurados', por Simón Elías

'Desaventurados' es una reflexión sobre los espacios públicos en una época donde las leyes y el urbanismo intentan crear ciudadanos aislados, numerados, estandarizados. 'Desaventurados' es una serie de artículos sobre lugares de apariencia turbia, desangelados, alejados de las corrientes imperantes, esas esquinas donde se amontona la pelusa. Lugares que evocan oscuridad y devuelven luz. Lugares que visitar, espacios donde arrimarse a otros picapedreros del pensamiento propio (como mi paisano Godofredo Bergasa, fotógrafo y excéntrico del que dijo Rafael Azcona: “Jodido Don Godo, uno de los pocos hombres a los que he visto pensar por su cuenta”). 'Desaventurados' es un espacio literario y una guía de viajes donde trabajar la aventura mental.


Dice Sylvain Tesson en su delicioso diario desde una cabaña siberiana, publicado en España como 'La vida simple', que “el mal gusto es el común denominador de la humanidad”, pero hay algo mucho más peligroso que el feísmo y es la tiranía del buen gusto. Que todo sea tan bonito hace que te entren unas ganas tremendas de escupir. Cuando recorro esos pueblos de los Alpes suizos con los chalets cuidadosamente colocados en la ladera y embellecidos por largas hileras de geranios, que contrastan con la blancura de los glaciares perdiéndose entre los abetos, tengo la impresión de que están habitados por asesinos en serie que secuestran adolescentes y los sodomizan con complejas herramientas góticas antes de trocearlos para el compost. Aún más peligrosa es esa gente que te habla de cosas como  su “paz interior”. Personajes con ese discurso deberían seguir encerrados en los libros de Paulo Coelho y jamás ser materializados en carne y hueso. Alguien que en una conversación utiliza términos como “paz interior” o “plusvalía” me produce el mismo terror que escuchar el rugido de un gran depredador. La homogeneización y el buenrrollismo están acabando con el mundo. Conozco una pequeña ciudad española en la que había una magnífica zona de cruising que de un momento a otro se convirtió en un estadio de fútbol siete, con sus duchas y todo. Están intentando acabar con nuestros sueños.


En Madrid, en la Corredera Alta de San Pablo, había un maravilloso cine porno instalado en un viejo teatro que acaba de ser desmantelado. En su lugar han construido un supermercado. Los defensores de la memoria histórica recordaremos con nostalgia los buenos tiempos de aquel lugar junto a la sección de lácteos. Se impone la guapura, el culto al cuerpo, la persecución del éxito, comer pollas bajas en calorías, tener aficiones culinarias de eremita hindú, mantenerse apropiado, fumar cigarrillos electrónicos, no cazar, no hablar de toros y esconder en privado deliciosos hábitos como dejarse azotar por un tipo que lleva pantis. A todo esto es lo que hemos denominado neoblandismo, una conducta postmoderna y erróneamente considerada elegante. Hay mucha belleza en las señoras mayores despeinadas que fuman por la calle. Y tosen. Y echan unos gargajos que tumbarían a un niño.


'Desaventurados' es un espacio para gente que se mete el dedo en la nariz, para los que están pasados de moda, para los que pronto estaremos muertos. 'Desaventurados' recorrerá espacios carcomidos, ideas casposas o deportes denigrados por un mundo donde tipos de pieles lechosas y manos finas marcan las tendencias. 'Desaventurados' es un intento de devolvernos los espacios comunes y acabar con la regularización. 'Desaventurados' es una guía de viajes en lo geográfico: un lugar cada mes. Es también un tricornio imaginario con el que repartir hostias (al sistema, a los blandengues, a los guapos, a las princesas…), y un salacot con el que vivir lo cotidiano, lo cercano, como una gran aventura. Por favor háganlo en sus casas: cultiven la exploración y la patada en el culo, vivan aventuras que entrañen serios peligros sin salir del barrio; porque todo esto no sucede en los Andes o en el desierto líbico, todo esto ocurre dentro de nuestras cabezas. La libertad existe pero es una puta cara./Simón Elías.

 

Fotografía: Emilio Blaxqi

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