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{VIVIR / VIDA EN LA CIUDAD}

'Los movimientos de hoy y la Insumisión se asemejan en una generación de jóvenes que no tenía nada que perder'

Carlos Faulín fue condenado hace veinte años por negarse a realizar el servicio militar

Carlos Faulín habla tranquilo, piensa cada frase antes de pronunciarlar. A mediados de los año noventa se convirtió en noticia al ser el primer insumiso juzgado y condenado en La Rioja. Bueno, primero absuelto, por el juez Ignacio Espinosa -hor presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja-, perteneciente a grupo de magistrados que comenzaron a abrir la puerta y demostraron que la Ley se podía interpretar. En el caso de Faulín, le juez tuvo en cuenta su presencia en Bosnia, donde trabajaba como voluntario tras la guerra de los Balcanes. El fiscal recurrió y fue condenado a un año de prisión. Ahora, analiza los movimientos sociales actuales y encuentra claras similitudes, especialmente en la existencia de una generación de jóvenes que no tiene nada que perder al enfrentarse a las injusticias./Javi Muro


SPOONFUL.- ¿Qué hace el primer insumiso juzgado en La Rioja veinte años después?

Después de aquella época he seguido formándome, viajando, buscando diferentes maneras de conseguir aquellos mismos objetivos. Siguen siendo los mismos: un mundo más en paz. Estudié Psicología, trabajo como psicólogo y actualmente estoy poniendo en marcha un centro de salud integrativa, un espacio donde cuerpo, mente, espíritu y aspectos sociales estén complementados. Entendemos que la salud no es sólo estar bien psíquicamente o físicamente, sino que influyen también otros aspectos como comer bien, las relaciones con la gente… No había muchas propuestas de estas características y he decidido coger una tienda que ya existía ‘Begin Vegan’ y crear ahí el centro que inauguraremos en septiembre. El objetivo es enseñar a las personas a gestionar por sí mismas su salud. En esto es en lo que estoy trabajando ahora.


S.- ¿Cómo recuerdas aquella época de la reivindicación de la Insumisión y la Objeción de Conciencia? Era el año 1994, mediada la década de los noventa.

… ¡Uff! Parece que fue ayer. Sólo tengo buenos recuerdos de aquella época; no tengo ningún recuerdo mal recuerdo. Conseguimos el objetivo principal… bueno, con el principal apuntamos muy alto ya que era la desaparición del militarismo, pero sí logramos que la gente no tuviera que ir a la mili obligatoriamente y que tampoco tuviera que realizar una prestación el doble de larga por no querer hacer el servicio militar. Conseguimos, de alguna manera, evitar muchísimas muertes porque en aquella época las estadísticas revelaban que morían unas doscientas personas entre los que se suicidaban y los que tenían accidentes en la mili. Además, mucha gente sufría depresiones; lo pasaban mal. Creo que conseguimos los objetivos y el sacrificio por nuestra parte lo hemos visto compensado. Ocupé una parte de mi vida en luchar por esa causa, pero todos hemos tenido experiencias, hemos aprendido muchas cosas… El mismo hecho de pasar por la cárcel –como lo hice yo seis meses, dos dentro y cuatro fuera- fue una experiencias por el gran apoyo que había desde fuera y también por escuchar a los compañeros de celda. Es una experiencia en conjunto de la que guardo buenos recuerdos.


S.- Haces unos meses, en SPOONFUL charlamos con el juez Espinosa –ahora presidente del Tribunal Superior de Justicia de La Rioja- y él recordaba aquel proceso por Insumisión. El fiscal pedía dos año y un día, es decir pena de prisión, pero el juez entendía que aunque te negabas a hacer la mili estabas trabajando como voluntario en Bosnia, tras la guerra de los Balcanes y por eso dicto absolución. Recurrieron y al final la condena fue de un año, sin cárcel. ¿Cómo lo recuerdas?

Sí, sí. Recuerdo que fueron una serie de jueces que comenzaron a abrir la posibilidad de que, incluso cumpliendo la Ley, si se cometía lo que entonces era un delito por no ir a la mili, pero se realizaba por un estado de extrema necesidad, por cumplir con unas convicciones, digamos, superiores, al responsable se le podía absolver. Hubo jueces que comenzaron a absolver a los insumisos, aunque luego había una orden del Estado para que el Fiscal recurriera y condenar. Mi pena fue de un año. La pude haber evitado firmando un acuerdo y no haber ido a la cárcel, pero teníamos acordado entre nosotros, entre los insumisos, que no había que firmar esa sentencia, que no había que reconocer que éramos culpables y aceptar la pena. Luego ya no hubo penas de prisión sino que se impusieron multas. Siempre pienso que deberíamos haber presentado una demanda colectiva contra el Estado por aquellas multas que pagamos y por ese tiempo que pasamos por la cárcel. Se demostró que era una Ley injusta. La verdad es que aquellos jueces abrieron una puerta y demostraron que la Ley se puede interpretar. Ahora, en la actualidad, estamos otra vez en lo mismo. El interés social, el bien social, está por encima de una Ley. Mucho agradecimiento a todos esos jueces y abogados que tuvieron en ese momento esa visión.


S.- Escuchándote, ¿no parece que la posible indemnización sea lo que más te importa?

No, más que el dinero es el reconocimiento moral a aquel movimiento.


S.- ¿La Insumisión y la Objeción de Conciencia fueron los movimientos sociales más relevantes de aquellos años noventa?

Sí. Entonces se dieron unas circunstancias similares a las que se están dando ahora. Es decir, una generación de jóvenes que no teníamos nada que perder. No había miedo a la dictadura, así ue no había porque contenerse para reivindicar los que creíamos justo. Nuestros padres nos decían que no nos metiéramos en líos, pero creíamos en la Justicia. Ahora, también estoy trabajando en aspectos relacionados con la ecología y el Movimiento de Liberación Animal pasa por una situación similar a la que sucedió con la Insumisión. Hay un movimiento reformistas que propugna que los animales estén un poco mejor en sus jaulas y también una postura que va más allá y dice que porqué los animales tienen que ser usados, quitándoles sus mínimos derechos, incluso el derecho a la vida, para solucionar algunos caprichos de los humanos. Es un ejemplo. Lo que quiero decir es que hace falta alguien que se posicione de una forma más radical –no en el sentido violento de la palabra radical, sino yendo a la raíz del problema- para que otros se encuentren cómodos en posiciones intermedias. Por eso quizá, el movimiento de objeción de conciencia se dio en muchos países y fue asumido. En Alemania, no sé cómo está exactamente, pero creo que el que realiza la mili hace un año y el que opta por la Objeción año y medio. Hay millones de objetores pero no cambia de la situación. Aquí, al haber existido un pequeño grupo de insumisos –fuimos unos poco miles- se consiguió el objetivo. Las posturas radicales son las que incitan a la sociedad a plantearse cambios ante injusticias, así se plantean retos y se abre el debate.


S.- ¿Ves similitudes entre aquel movimiento de los años noventa y los existentes ahora. 15M, etc?

Sí, sí. Sí, creo que se trata de grupos de gente que están proponiendo soluciones a nivel filosófico profundo y que no buscan sus intereses. No piden más dinero; piden libertad, más justicia social, que no haya privilegios. Es una oleada como seguro que fue en su momento el primer socialismo, se revelan ante las injusticias, piden justicia. Es como el tema del nuevo rey. Hay gente que dice: “es que éste no lo va a hacer peor”. Vale, pero no es eso, hay que tratar de mejorar y eso se consigue hablando, experimentando, probando. Ahora, hay mucha gente en todo el mundo interconectada probando cosas para ver si funcionan. Proyectos de ayuda desinteresada, colaboración en la economía de barrio, comercio justo, propuestas ecológicas, cada vez se respeta más la tierra… hay toda una serie de movimientos que creo que van desarrollarse enlazados. No tenemos porqué aceptar lo que unas economías grandes que tienen el poder nos impongan. Podemos desobedecer. Ahí está la herramienta de la insumisión, de la desobediencia civil, movimientos como no pagar unas autopistas que consideras injustas… hay muchas acciones que el ciudadano puede hacer. Además, con una ventaja respecto a los años noventa como son las redes sociales que entonces no existían. Aquella época era más de pancartas y reuniones muy largas que a veces resultaban tediosas y ahora la interconexión en redes facilita todo mucho.
S.- ¿La crisis ha reactivado a la sociedad?

La sociedad, en mi opinión, estaba en crisis desde hace tiempo. La crisis es medioambiental porque la crisis es que el planeta se está destruyendo. Que aquí puntualmente por una cuestión financiera e inmobiliaria que explota y la gente comienza a perder el trabajo sí, pero a nivel global es un tanto anecdótico porque cuando hablamos de la crisis con gente de la India se mueren de la risa. En países del tercer mundo cuando hay crisis quiere decir que la gente deja de comer. Y esto dicho siempre con todo el respeto a la gente que ha perdido el trabajo y lo está pasando muy mal que la hay y mucha. Creo que tenemos que trabajar para que todos los habitantes del planeta podemos vivir, no que salgamos de la crisis porque han bajado nuestro sueldos y entonces volvemos a vender más fuera de nuestras fronteras. No sé…


S.- Al final parece que había más gente que apoyaba el 15M que la que acudía las plazas…

Claro, es el nuevo estilo de protesta. Antes sólo estaba la posibilidad de la pancarta. Salir a la calle era la manera de hacerte visible. Ahora igual hay un exceso de fe en las redes sociales. También es importante salir a las plazas. Las nuevas generaciones confían mucho en las redes sociales y a veces funciona… parece que, más o menos, está funcionando. Igual ya no hay que contar tanto la gente que acude a las manifestaciones como otros parámetros.


S.- Tras la abdicación del rey ha surgido e debate República-Monarquía, pero ¿Es ese el debate importante o lo es más el que habla de empleo, educación, sanidad, transporte, energía…?

Hombre, el debate más importante es el del empleo, la educación, la sanidad, la energía… Lo que pasa es ahora vemos que tenemos una Democracia que no es tan democrática y que teníamos un rey que parece puesto casi desde los tiempos del Medievo, aunque a nivel económico y social el debate más importante es el otro. A nivel simbólico el debate República-Monarquía sin puede ser muy importante. El debate sobre si puedes votar a tus representantes o si lo han puesto porque sí. Es una cuestión más simbólica que real porque los problemas reales son los otros. Claro el rey no molesta demasiado, si sale bueno perfecto, pero si no…


S.- ¿Sigues implicado en movimientos sociales?

Sí, lo que pasa es que ahora tengo familia, hijos, y el tiempo disponible es otro. A mí, por ejemplo, me ha venido muy bien la tecnología, las redes sociales, para estar conectado y poder opinar sin tener que cogerme la tarde libre para ir a una reunión. Quizá antes estabas implicado y después, con el paso del tiempo, la familia, el trabajo…, desconectabas, pero ahora gracias a las redes puedes seguir ahí. Todas las noches te puedes sentar un rato y comentar, leer, reflexionar sobre diferentes temas. Sobre todo se trata de que tu propio estilo de vida sea tu activismo.


S.- Han pasado veinte años desde el juicio por Insumisión. ¿Has vuelto a coincidir con el juez Ignacio Espinosa?

Sí, nos vemos cada cierto tiempo por la calle y nos saludamos.


S.- ¿Y de tu estancia por Bosnia qué recuerdos tienes? No iguales, pero siguen repitiéndose conflictos similares en todo el mundo.

A Bosnia fui con el espíritu de ayudar, pero también con la intención de comprender cómo se puede desencadenar una guerra fratricida así. Te das cuenta de que el trabajo tiene que ser anterior, anterior a que la guerra se desencadene. Cuando estuve allí vi gente muy violenta y ese lado violento que tenemos las personas si lo fomentamos, en cualquiera de sus modos, la guerra termina siendo lo normal. Por eso es importante trabajar antes en fomentar el comprender los motivos del otro, en tratar de empatizar. Hay que realizar, allí y aquí, un cambio de posición, un cambio de sociedad.



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