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{ARTÍCULOS DE OPINIÓN}

Se creen impunes, pero nunca serán Cary Grant

Navajas de Papel

Hubo un tiempo en el que los malos tenían clase. Quizá fuera tan sólo un reflejo del cine o quizá, realmente, existían ladrones que veían su oficio como un arte que dignificar en cada golpe. Fueran carteristas o atracadores de bancos, el estilo era importante.


Ahora, al menos en España, los grandes villanos surgen desde la política, la banca, los sindicatos o las grandes corporaciones, y nunca llegarán a ser un clásico del séptimo arte. Les falta clase y les sobra caradura; son cutres y ventajistas, les falta percha para lucir los trajes que gastan.


Hoy, los grandes delincuentes de nuestro país se enriquecen cobrando comisiones ilegales cuando ejercen del altos cargos, comercian con los presupuestos de los servicios públicos, con las ayudas al desempleo, con el dinero destinado a los expedientes de regulación de empleo, pagan los servicios prestados entregando sobres bajo manga, saquean las arcas públicas para financiar sus propios partidos –sus campañas electorales, sus sedes-, contratan informes y proyectos que nunca se llegan a realizar –y que ellos ya sabían que nunca se realizarían-, aceptan regalos que implican favores que suponen pelotazos para amigos –para sus amigos- e incluso son capaces de comprarse pisos con las partidas destinadas a los proyectos de Cooperación al Desarrollo.


Cometen sus delitos al mismo tiempo que imparten conferencias a millón el minuto en las que reparten lecciones de democracia, moralidad y valores. Roban aprovechándose de la confianza de los ciudadanos que les confiaron la caja para que cumplieran su promesa y compromiso de mejorar la vida de las personas en sus ciudades y regiones, en su país. Siempre dicen que ellos no son como los otros mientras esbozan la sonrisa de visita al mercado en campaña electoral.


Son los villanos del siglo XXI, pero nunca serán Thomas Crown (Steve McQueen), ni ‘Shaw’ o ‘Kelly’ (Newman y Redforf en ‘El Golpe’ o ‘Burdett (Pierce Brosman en ‘El Gran Golpe’). Tampoco tienen nada que ver con los chicos de Italian Job o con Pitt, Damon o Cloony –menos aún con los originales Sinatra, Dean Martin o Samy David jr y ‘Los once de Oceans’-, siquiera con mafiosos como Michael Corleone o Tony Montana y, por supuesto, nada que ver con John Robi (Cary Grant, en ‘Atrapa a un ladrón’).


Todos estos personajes destilan clase y en sus robos coinciden elementos comunes como la creatividad, la circunstancia de que nunca roban a las personas humildes, a los más débiles, y que tienen miedo a ser descubiertos y detenidos por la Policía, juzgados y dar con sus huesos en prisión.


Los delincuentes estrella de nuestros país también tienen sus características comunes. Les define la sensación de creerse impunes, no temen a la Justicia. De algunos, todo el mundo sabe que han cobrado comisiones, que ha defraudado a Hacienda, que han cometido innumerables delitos financieros, fiscales o urbanísticos, pero siguen libres veraneando como si nada pasara y dando sus habituales paseos matinales. Mientras desde sus partidos, los ‘aparatos’, realizan ambiguas declaraciones de “ni condeno, ni defiendo”, alimentando la percepción de que los villanos saldrán indemnes de sus fechorías.


Al mismo tiempo, las noticias cuentan la historia de Melania, que ya está en la cárcel. Entró hace una semana por un delito que cometió hace seis años y del que continúa declarándose inocente. Tenía una pequeña plantación de marihuana junto a su expareja. Le cayeron tres años.


Ahora, cuando ha rehecho su vida -Melania tiene un hijo y una familia-, la llaman para cumplir su condena. Han pasado seis años. Los otros siguen de veraneo con los pies a remojo en sus paraísos fiscales y con la brisa que serpentea entre las montañas suizas refrescando sus cuentas corrientes. Tranquilos y confiados, se preguntan el porqué de la desafección ciudadana hacia los políticos,/Javi Muro



Autor: Javier Muro

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