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{CULTURA / EXPOSICIONES}
Bosques que son Versalles, palabras medidas en arcilla y heno
Julio Sarramián, Salim Malla, Javier Peña y Javier Cenzano intervienen en Arte en La Tierra 2016
Alguien dijo -quizá fuera un escritor o un escultor o, incluso, un director de cine- que si la obra de arte imaginada inicialmente era idéntica al resultado final significa que el artista no ha vivido ni ha aprendido nada. Junto a sus creaciones, Salim Malla, Julio Sarramián, Javier Peña y Javier Cenzano describen siete días de intensa creatividad en la localidad riojana de Santa Lucía de Ocón, en los que sus proyectos han evolucionado, avanzado y crecido bajo el atraigo de los vientos intermitentes que saltan de un valle a otro y del sol efervescente. Allí, en Santa Lucía, la paleta de colores se desliza entre los amarillos de la paja que cubre algunas parcelas, el marrón de los campos arados, el verde de los bosques que saltean la panorámica, el azul de un cielo perfecto y el ocre de la tierra cuando la golpea agosto. Allí, los cuatro artistas invitados a la XIV edición de Arte en la Tierra, que está ocasión se presenta bajo el epígrafe ‘cuatro jóvenes creadores piensan el paisaje’, relatan el camino recorrido desde el esbozo sobre el papel dibujado en sus estudios a la experiencia pie a tierra.
Junto a la ermita, esperan el escultor Félix Reyes –comisario de Arte en la Tierra junto a su mujer y también artista, Rosa Castellot- y Susana Baldor, responsable de producción y de la elección de los artistas participantes. Ultiman con los artistas los últimos detalles de cada una de las intervenciones. Unos metros más allá, un grupo de personas inicia de la mano de PeepArt Proyect y Marina Pascual la visita a las obras.
A pie de carretera nace un pequeño sendero que se adentra en chopera adosada al pequeño santuario. Bajo la cúpula de hojas y ramas del templo natural, el habitual laberinto que forman los troncos de los chopos se ha transformado en jardín versallesco. La perfección de las figuras que comparten espacio con arbustos y árboles autóctonos hace sospechar de la destreza de Eduardo Manostijeras. Tras un perfecto monolito de hierba artificial surge Julio Sarramián creador de la transformación del bosque en jardín que ha denominado ‘Topiarium’. “El arte de la topiaria –recuerda- es una práctica de jardinería que consiste en dar formas artísticas a plantas mediante el recorte con tijeras de podar, su origen se encuentra en los siglos XVIII y XIX y quizá su mayor exponente son los jardines de Versalles”. Habla el artista riojano de su interés por contraponer “el logos, la razón, a la naturaleza; la geometría a la naturaleza; el logos frente al medio natural”.
En un primer momento, Julio trabajó mediante montajes fotográficos. Ya sobre el terreno desecho la idea de intervenir directamente sobre elementos naturales. “Iba a ser –detalla- una intervención demasiado agresiva sobre el medio natural, era complicado localidad el seto adecuado y además, las fechas no eran las adecuadas para realizar la poda”. Por el contrario, descubrió que “las geometrías artificiales ofrecían un interesante diálogo con la chopera, el ser humano y objetos manufacturados integrados en el medio natural”. Y es que los setos artificiales creados por Sarramián –ya sean los cubos, las esferas, la pirámide o el monolito- no quiebran la armonía natural del espacio. Al contrario, una lagartija persigue los rayos de sol que se cuelan entre las ramas de los árboles y la hiedra ha comenzado a trepar por las caras triangulares de la pirámide. El bosque parece aceptar la propuesta de Julio Sarramián mientras el artista apunta la idea de jardín poético y se pregunta ¿qué es natural? ¿qué es artificial?
De regreso a la carretera, sobre la ladera enfrentada a la fachada norte del pueblo unas letras de gigantescas dimensiones parecen brotar de la tierra. En la parcela inclinada alguien está escribiendo y sobre el terreno labrado puede leerse la palabra ‘peonada’. Al acercarse las letras se difuminan y confunde con el terreno al perder perspectiva. Spray en mano y gorra calada, Salim Malla bien pudiera parecer un artista urbano actuando sobre un mural situado en los bajos de un edificio de cualquier ciudad cercana. En Santa Lucía el mural es el terreno y como bien ha podido constatar Salim, no es fácil escribir sobre la tierra del valle de Ocón.
Topógrafo y licenciado en Bellas Artes, Malla ha encontrado como relacionar ambas disciplinas. “Siendo ya topógrafo –cuenta- estudié Bellas Artes y mi intención inicial es que fueran caminos diferentes, pero finalmente surgió una bonita relación”. Una interconexión que dio lugar al proyecto ‘Medir el metro’, compuesto por cinco acciones –a las que ahora se suma su intervención en Arte en la Tierra- a través de las cuales se plantea cuestiones tales como si el efecto de la huella humana es menor que el de la máquina.
En Santa Lucía, Salím ha desarrollado ‘Peonada’, acción mediante la que hace referencia al momento en que se unificaron los sistemas de medidas, “lo que supuso un avance para la industria, por ejemplo”. Recuerda el artista que tradicionalmente los sistemas de medida estaban muy vinculados a los usos y costumbres de cada lugar. “La inexistencia de sistema igual de medida en todos pueblos –resalta- facilitaba, por ejemplo, que los reyes cobrasen más o menos impuestos en unas zonas u otras, lo que dio lugar a los Cuadernos de Agravios y la petición de una medida igualitaria”.
La peonada representaba el trabajo que debía realizar un hombre durante una jornada y se delimitaba, en función de los diferentes cultivos, en la superficie de terreno que debía cubrir durante ese día. En muchos lugares la peonada hace referencia a 400 metros cuadrados, en La Rioja –donde el viñedo es el cultivo principal y la separación entre viñas mayor- la peonada hace referencia a 800 metros cuadrados. Superficie que ocupa la palabra ‘peonada’ –escrita por Salim Malla en un día- sobre la ladera de Santa Lucía. “Es –describe- algo simbólico”. Recuerda que “la Topografía hace referencia a aquel que dibuja sobre la tierra y ‘Peonada’ es l mismo, escribir sobre la tierra”.
El asfalto saltarín conduce hasta el pueblo. Un cubo blanco prolonga la sillería de la iglesia. “Conocía el entorno –explica el arquitecto Javier Peña- y había visitado Arte en la Tierra como espectador en ediciones anteriores. Siempre tenía la sensación de que un territorio tan bello como el de Santa Lucía se volvía arisco con el calor de agosto. Quería que fuera ergonómico, mejorar las condiciones, ofrecer sombra”. Surgía ahí su condición de arquitecto. “Ante la propuesta de intervenir en Arte en la Tierra buscaba que el visitante sintiera que se mimetizaba con el paisaje, que no tuviera la sensación de no disfrutar por incomodidad, quería que el cubo –‘Cubo’ es el nombre de la intervención- ofreciera cobijo, fuera un refugio”.
Los 9x9 metros que dan forma al cubo diseñado por Peña están cubiertos por una lámina de tela blanca translúcida. Una pantalla de dibujos y formas infinitas que cambian y fluctúan a cada variación de la luz natural. ‘Cubo’ dialogo y, al mismo tiempo contrasta. Dialoga con las otras intervenciones, en especial con la ‘Peonada’ de Salim Malla, sobre la que ofrece un espectacular mirador y contrasta, desde su geometría formal, con las lomas, colinas y barrancos.
En la parte alta del pueblo, Javier Cenzano revisa el espacio sobre el que llevará a cabo ‘Antípodas’, una intervención que relacionará a través de sonidos Nueva Zelanda con Santa Lucía de Ocón. La música debuta en Arte en La Tierra. A su condición de Dj de música electrónica y experimental –actúa bajo el seudónimo de Siete Dcbls- Cenzano ha añadido una dosis de la magia que cada agosto sobrevuela Santa Lucía. Así propios y extraños podrán acercarse y situar sus oídos sobre el tubo que brota desde la tierra y traslada los sonidos de Oceanía hasta La Rioja. Dice Javier Cenzano que no se trata de una sesión Dj orientada al baile, sino a experimentar con los sonidos del paisaje y demostrar, una vez más, que la tierra está conectada y que el arte –como dijo un pintor, un escultor o puede que fuera un escritor- es el hombre agregado a la naturaleza./Javi Muro
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