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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

'Uno no ve las cosas que fotografía, las siente'

La muestra ‘André Kertész, el doble de una vida’ se adentra en la obra del maestro de la fotografía

Henri Cartier-Bresson lo consideraba un maestro, al igual que otros muchos compañeros de profesión. Hoy, André Kertész es -el reconocimiento tardó en llegar- una de las mayores figuras de la Historia de la Fotografía. Dicen quienes han estudiado su trabajo, que nadie ha logrado una mirada tan cándida y ninguna obra fotográfica ha conseguido plasmar sentimientos tan claros como los que transmiten sus fotos.


Ahora –hasta el 15 de marzo-, la Sala San Benito de Valladolid acoge la exposición ‘André Kertész, el doble de una vida’. Una muestra restrospectiva compuesta por 189 fotografías -163 en blanco y negro y 26 en color-, que traza un completo recorrido por la obra y la vida,”siempre tan intrincadamente unidas”, de uno de los grandes de la fotografía.


La exposición está dividida en cuatro partes. Toma como origen sus inicios en Hungría (1912-1925) y llega hasta la explosión de su talento en Francia, incluyendo las famosas 'Distorsiones' (1925-1936), para seguir sus años de aislamiento en Nueva York (1936-1962) y llegar, finalmente, al reconocimiento internacional, las primeras fotos en color y su fallecimiento en 1985.


Apunta el catálogo que acompaña la muestra que “autodidacta, Kertész siempre se mantuvo fiel a su principio motor: Hago lo que siento”. Flirteó a lo largo de su carrera con diversos movimientos, como el surrealismo, el onstructivismo y el humanismo, “pero su compromiso fotográfico no puede encasillarse en ningún proyecto puramente estético, social o ético. Kertész siempre situó su punto de vista por encima de cualquier otra cosa y nunca estuvo dispuesto a sacrificarlo, ni por satisfacer a un cliente, como tampoco por seguir los dictámenes de la moda”.


Quienes lo conocieron hablan de un hombre “discreto, lúcido, y con una visión que resulta definitivamente natural”. Nació en Budapest (Hungría) en 1894. Tiene tan sólo ocho años cuando muere su padre. Tras graduarse en la Academia de Comercio, comienza a trabajar en la Bolsa. Su primera fotografía conocida data de 1912 y se titulada ‘Jeune homme endormi’ (‘Joven adormecido’).

 

Llamado a filas, Kertész se dedica a retratar la vida cotidiana de los soldados del ejército austrohúngaro, el tiempo muerto pasado en las trincheras y las largas marchas de campaña. Kertész quiere convertirse en fotógrafo y su sueño se hace realidad cuando emigra a Francia.

Llega a París en 1925 y se establece en el barrio de Montparnasse, donde comparte vida con artistas y escritores -Mondrian, Chagall, Zadkine, Foujita, Colette- y comienza a fotografiar a sus amigos húngaros, los estudios de diversos artistas, así como escenas callejeras. No tarda mucho en darse a conocer. En 1927 su obra se expone en la galería Au Sacre du Printemps. En 1933 crea su famosa serie ‘Distorsions’ (‘Distorsiones’), en la que los cuerpos desnudos de sus dos modelos rusas se reflejan en un espejo  reformante. En 1934 se publica ‘Paris vu par André Kertész’, acompañado de un texto escrito por Pierre Mac Orlan, y es también en París donde Kertész realiza sus obras maestras: ‘La Danseuse burlesque’ (‘La bailarina satírica’1926), ‘Chez Mondrian’ (‘En casa de Mondrian’ 1926) y ‘Les Mains et les lunettes’ de Paul Arma (‘Manos de Paul Arma’ 1928). A partir de 1928, Kertész comienza a usar su Leica, y hasta 1935 es uno de los principales fotógrafos de la revista ‘Vu’.


En 1936, Kertész y su mujer Elisabeth se mudan a Nueva York para cumplir con el compromiso adquirido con
la agencia Keystone. Pero Kertész no logra imponerse como uno de los principales representantes de la fotografía de vanguardia en Estados Unidos. En 1944 adopta la nacionalidad estadounidense y en 1949 firma un contrato de exclusividad con la editorial Condé Nast. Pero se siente incomprendido y su talento malgastado, por lo que decide poner fin a su carrera profesional en 1962.


En 1963, Kertész recupera los negativos de sus periodos húngaro y francés, que había dejado en París en 1936. Tras presentar su obra en la Biblioteca Nacional francesa, en 1964 el Museo de Arte Moderno de Nueva York realiza una exposición de la misma. A partir de ese momento, en todo el mundo comienzan a organizarse homenajes en torno al artista, desde exposiciones en Tokio, hasta Estocolmo, Budapest, Londres, París y Helsinki… En 1975 es el invitado de honor en los Encuentros Internacionales de Fotografía de Arles. Se publican numerosos libros dedicados a su obra, así como varias importantes monografías: ‘Hungarian Memories’ (1982), ‘Of Paris and New York’ (1985) y ‘André Kertész, ma France’ (1990). En 1984 Kertész dona su colección completa de negativos y de documentos personales al Estado francés (al Ministerio de
Cultura). El fotógrafo falleció en su casa de Nueva York, el 28 de septiembre de 1985. André Kertész mostró una forma personal de entender la fotografía hasta convertirla en referencia: “Uno no ve las cosas que fotografía, uno las siente”./Javi Muro

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