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{CULTURA / FOTOGRAFíA}

Retratos que cuentan

Una antología del trabajo de la saga de fotógrafos Garay muestra sus extraordinarios retratos

Aseguran que los Garay son la más extensa saga de fotógrafos que jamás haya trabajado en La Rioja y, probablemente, en España. Y es que, ya en la segunda mitad del XIX, Juan José –el primero en la tradición- ejerció de fotógrafo ambulante. Después, su hijo Francisco se estableció en Logroño, en la calle Muro del Carmen. Era el año 1890. Uno años más, se trasladó a Valladolid dónde siguió trabajando tras la cámara. Sus diez hijos también tuvieron relación con la fotografía, estableciendo estudios en Logroño, Avilés, Ferrol, León, Valladolid y Bilbao. La firma ‘Garay’ sobre las imágenes fue reconocida en todo el norte de España. Entonces la fotografía aún tenía relación con la magia, con la química y los cuartos oscuros.


Ahora la Sala de Exposiciones del Ayuntamiento de Logroño propone una muestra antológica sobre los archivos fotográficos de la saga familiar, bajo el título ‘Los Garay’. Doscientas imágenes, cámaras, y material fotográfico que representan el quinto capítulo de la serie ‘Fotógrafos de Logroño’, un proyecto en el que participan el Ayuntamiento y la Casa de la Imagen de Logroño.

 

El recorrido por la exposición permite adentrarse en la historia de la familia de fotógrafos a través de tres capítulos diferenciados. Así, una primera parada explica el tiempo en que el retrato era una forma de vida. Y es que, tal y como se descubre en la muestra, si hay un género que los Garay desempeñaron con maestría, ese fue el retrato. Ahí, “la clase media, en gran medida, fue la clientela habitual del estudio situado en la calle Sagasta”, ya que cuentan que las familias adineradas de la ciudad acudían a la competencia, al estudio de Alberto Muro.

Jesús Rocandio, responsable de la Casa de la Imagen y comisario de la exposición, apunta que “estudiar los retratos de los Garay es leer una tesis sobre la sociedad”. Un paseo detenido por la sala ofrece recuerdos familiares y una valioso material documental para etnógrafos, sociólogos o historiadores. De alguna manera, se trata de una detallada radiografía sobre ocho décadas de la sociedad riojana.


La hilera de retratos enfrentados a una colección de glamurosas fotos de estudio descubre la tendencia de aquellos años, entre el cambio de siglo y la mitad del XX. Familias posando, imágenes individuales en poderoso blanco y negro y la fotografía de muertos, que por muy macabra que parezca, fue una práctica muy habitual de la época.


Un segundo epígrafe hila la fotografía documental de los Garay con el nacimiento de las grandes bodegas de ‘Rioja’. Una afinidad que se explicaba en el deseo de las firmas vitivinícolas por contar con unos fotógrafos que eran considerados por “su gran nivel técnico y sud dotes creativas”.


Así, las nuevas grandes bodegas del momento confiaron en la firma Garay para documentar desde la plantación del viñedo hasta el embotellamiento del vino, pasando por la recepción de la uva, la prensa e, incluso, la posterior limpieza y corte de los sarmientos y las plantillas de trabajadores al completo. Franco Españolas, Marqués de Riscal, Paternina o Bilbainas –hoy centenarias- encargaron a los Garay el reflejo de la vida en sus bodegas.


También se pueden contemplar escenas rurales y del trabajo agrícola, como la trilla (1930), imágenes tomadas esencialmente en los Cameros.


Además, en una tercera sección, la exposición permite comprobar la vida en la ciudad, el comercio y el desarrollo de las infraestructuras. Son las décadas de los años cuarenta y sesenta.


En este apartado se conjuga la fotografía profesional con las imágenes tomadas sin un claro fin comercial. En todo caso, contienen un gran valor documental ya que muestran la evolución del comercio o la paulatina instalación en la ciudad de los centros oficiales.

El urbanismo y la arquitectura toman en este capítulo un especial protagonismo, especialmente al abordar lo que se denominó el ‘ensanche de Logroño’. Al retratar el paisaje urbano, la firma de los Garay ha dejado vehículos, colegios, fábricas y empresas, comercios –la tienda de máquinas de coser Alfa (1965), en la esquina de Vara de Rey)- o una recién construida Cafetería La Granja. También perfumerías, el ya desaparecido hospital San Millán, cuando acababa de construirse y se encontraba en una isla de terrenos por urbanizar, o el entonces llamado Instituto Nacional de Previsión (hoy Seguridad Social), en la esquina de Sagasta, cuando todo parece indicar que la actual calle Hermanos Moroy aún no había alcanzado dicha condición.
El objetivo de los trabajos incluidos en ‘Fotógrafos de Logroño’ es recuperar la memoria gráfica de la ciudad y difundirla a través de la puesta en valor de la obra de los fotógrafos más relevantes. ‘Fotógrafos de Logroño’ se inició hace cuatro años con los reportajes documentales de Teo Martínez, continuó con la obra de Alberto Muro, prosiguió hace dos años con Esteban Chapresto y se prolongó el año pasado con el trabajo de Víctor Lorza.


Jesús Rocandio recuerda ahora -rodeado de retratos, algunos fechados en el año 1910- que “la firma Garay se convirtió en una especia de primera franquicia fotográfica del país”.


Al completar el recorrido es posible sentir el deseo de haber sido uno de los personajes retratados. A veces es posible cumplir los sueños, ya que la muestra cuenta con una cámara similar a las que utilizaba la familia Garay. Una recreación que en la exposición cumple dos objetivos. Situar al visitante ante el decorado y la maquinaria de la época y, en segundo lugar, la posibilidad de posar en ese estudio mítico./Javi Muro

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